sábado, 6 de diciembre de 2008

Escrutando el iPod de Pierre Menard (Volumen 2)

En la anterior entrega de esta interesante exploración melómana hablábamos del cover como instrumento de resucitación, de acceso a una vita post-mortem al margen del autor y en la que éste adquiere posibilidades de materialidad solamente en su obra. Continuando con este juego, Frank S. Condori propone ahora el desmontaje (¿aporístico?) de su elaboración previa, operando una dialéctica muy juiciosa y que –mutatis mutandis– hasta parece querer hacer de esta segunda entrega un cover de la primera.

Ahora, repitiendo una fenoménica que lo emparenta con el Palomar de Calvino, Stein-Condori sigue explicándose (como en la primera parte de la nota) el mundo en triadas, en múltiplos de tres, en trinidades; y –dado como es Frank al empalme numerológico– no extrañaría encontrar algún orden arcano o cabalístico en tales modos. Habría que arriesgarse, de cualquier modo, a pensar que el tres es el número mágico para evitar el cover, pues aunque éste no es un mecanismo de duplicación estricto, está claro que el cover como operación creativa sólo se entiende en díadas o nodos de doble implicación; estructura en la que al introducirse un tercer elemento no se puede establecer una relación equivalente a la ya existente entre los otros dos componentes. Se quiebra por tanto la definición de esa vinculación dialógica, y así se desata el nudo (gordiano) que vincula el original y la versión; relación que es imposible de producir -aún por medios transitivos- entre versión y versión sin inevitablemente referir al original. Poniendo lo anterior de forma sencilla, el cover no puede operar "entre tres", lo mismo que el cover no puede operarse sin un original, cuando se disloca la lógica dual "original-cover".

Aquellos que conocen el prolífico pero reclusivo trabajo de Stein se habrán consternado al comprobar que, a pesar del carácter fundacionalista/cíclico/Porfiriano de su epígrafe anterior, el texto presentado haya transitado senderos distintos a los prefigurados por la cita de apertura. La resolución de sus dudas no se halla tampoco en esta segunda entrega –puesto que acá (ya desde el epígrafe) Stein-Condori toma al cover como una idea fundamentalmente rizomática–; y tal vez tampoco se revelará el entuerto en la tercera parte prometida (que seguimos esperando nos haga llegar Frank), aunque sí quedará sobradamente claro, al leer este segundo envido, que es posible entender el cover como un mecanismo post-poietico para la creación. Sin más preámbulo los dejamos con la exquisita segunda parte de "Escrutando el ipod de Pierre Menard".

Por Frank Stein Condori

"No entiendo a los que hacen
lo mismo que yo hice ayer
pero como hasta por ahí nomás".

Charly Garcia, "Vos tambien estabas verde".

“El salmón” Solari / Calamaro

En septiembre del 2006 se edita un CD doble en homenaje a los 40 años del rock argento. Predecible gesto, predecible lista de temas, predecibles intérpretes. Excepto que el primer cover del segundo disco lo hacía el Indio Solari, voz y emblema de Los Redonditos de Ricota. Estupefacción, júbilo popular: nunca antes ese dignísimo hombre había cantado canciones de otro. Y de yapa sale a interpretar una canción de Calamaro. El potlach de Solari devoró al disco homenaje. Solari se instaló en otra galaxia de sentido. Al instante, las tribus ricoteras saludaron la buena nueva con el fervor que únicamente el “pogo más grande del mundo” puede generar. Esto es: aceitaron sus máquinas paranoicas y leyeron en el gesto del Indio un mensaje cifrado. La confesión largamente esperada sobre la ruptura de Los Redondos. Suele pasar, a veces, que lo que uno necesita decir sólo cabe en palabras de otro.

“Quiero arreglar todo lo que hice mal, todo lo que escondí hasta de mí, debo contar lo que sólo yo sé”, canta Solari y su voz y su impoluta leyenda imprimen a esas frases una densidad histórica, un sentido y una urgencia confesional que el “original” de Calamaro ignora. La distancia se acentúa cuando oímos: “Siempre seguí la misma dirección, la difícil, la que usa el salmón”. Al Indio uno le cree hasta las comas (en su versión, esta frase se repite 3 veces). Y ahí se entiende por qué él elige hacer esa canción. Ya que, obviamente, no la grabó para las FMs, ni para los fans de Andrés. No es un cover, es una intervención. El Indio se incauta la canción desde el vamos: suena como un out-take de su disco El tesoro de los inocentes, tiene una gravedad y un poderío que Calamaro nunca intentó y que la imagen que se ha procurado ahora ya no le permite. Ricotero al fin, Calamaro declaró haber llorado al oír ese saludo.

“No quiero desparramar elogios, yo sólo soy un soldado de este gran señor” (AC sobre Solari, 2007). En “El salmón”, Solari altera algunos versos de Calamaro: donde AC dice "No me excita cagar en el mar", el Indio salta con un “no me asusta fantasmas llamar". Detalle que marca muy bien el talante de cada uno. El generoso guiño de Solari tuvo el efecto colateral de acercarlos, al punto que hoy son casi amigos. Se dice que intercambian emails, cuyos remitentes suelen firmar como Bob A. Licón y/o el Inefable Sr. Gama Alta. El Indio llamó a Calamaro para que haga voces en “Veneno paciente” (de su disco Porco Rex). Y en unas pocas semanas Calamaro subirá al escenario para hacerle el aguante a Solari y sus Fundamentalistas del Aire Acondicionado en tres temas: “El salmón”, “Veneno paciente” y un tercero todavía no revelado. Hay que estar ahí. El que no vaya es hincha de River[1].

Version del Sr. Solari:

Version de AC:


“Jesus doesn´t want me for a sunbeam” Nirvana/The Vaselines

De la variedad de versiones prefiero las que realizan artistas ‘mayores’ de temas de artistas ‘menores’. Humildes, pero a la vez conscientes de la dirección de la operación reapropiadora, Nirvana versionó a lo largo de su breve carrera temas de The Meat Pupets, Leadbelly, Velvet Underground, Beatles, Mudhoney, Melvins, y muchos más. A Kurt le gustaba contar que cuando era adolescente en Aberdeen leía sobre el punk en la revista Creem, pero no tenía idea de cómo sonaba el punk y no conocía a nadie con un disco punkie para enterarse. Entonces, con su primer guitarra, empezó a tocar un riff agresivo y desordenado, imaginando que así sonaría el punk. Cuando al fin pudo escuchar un disco punkie (el Sandinista de The Clash) se decepcionó un poco. La segunda invención del punk, la hiperconsciencia de la cultura rock.

“Jesus doesn’t want me for a sunbeam” es una parodia que hace The Vaselines de un himno infantil cristiano llamado “I'll Be a Sunbeam”. Con una obra exigua (2 singles y un LP) The Vaselines (originarios de Edimburgo) consiguieron un fan notable, Kurt Cobain (quien decía que The Vaselines era la mejor banda del mundo, después de The Beatles). Cuando los conoció los convenció que se reunieran nuevamente para actuar de teloneros de Nirvana en unos shows en Escocia, en la época de Incescticide (disco en el que están “Molly´s Lips” y “Son of a Gun”, también de The Vaselines). Así fue Kurt, apropiándose una vez más de una canción sencilla, básica, afín para adaptarla a su sonido, construyó la identidad de Nirvana: la expresividad desnuda de esas composiciones sencillas pero densas, melodías pop distorsionadas al mango.

A estas alturas se recuerda más a Nirvana por su impacto en la cultura popular y sus canciones exitosas, pero se olvida el vendaval de renovación que trajo a una por entonces decadente cultura rock. La paradoja es que esta operación renovadora fue realizada básicamente con elementos ya existentes. Kurt contaba que una tarde de depresión se quedó colgado por horas escuchando una y otra vez la cara A de Help! de los Beatles. Luego, compuso “About a Girl”. Esta versión, en cambio, lo acerca más a Lennon solista. Pero un Lennon nihilista y desesperado. De las versiones de este tema prefiero la del Unplugged, folkie y más intimista que las demás. Aún no sospechábamos nada de lo que iba a pasar. En la canción de In Utero “Penny Royal Tea” Kurt escribió “Give me Leonard Cohen afterworld / so I can sigh eternally”

versión de nirvana:

versión de The Vaselines:



“Debaixo dos caracóis dos seus cabelos” – Roberto Carlos / Caetano Veloso

¿Cuán extraño será versionar una canción que han escrito para y sobre uno? Caetano Veloso tuvo que esperar 20 años para atreverse a ese trance, apoderándose de una canción que, dado que se inspiraba en él, le perteneció desde un principio. Compuesta por Roberto Carlos[2], ayudado por su usual partenaire compositivo Erasmo Carlos, la historia de “Debaixo dos caracóis dos seus cabelos” es harto conmovedora. Era 1968, el Tropicalismo había explotado en todo Brasil y la juventud se alineaba con aquellos hippies y maconheros, cuyos líderes Gilberto Gil y Caetano Veloso se mostraban duramente críticos al gobierno dictatorial. “Invitados” a exiliarse, tras una severa paliza y algún tiempo en prisión, Gil y Veloso terminaron siendo “exportados por la fuerza” a Londres.

En 1969 Roberto visitó Londres y se encontró con Caetano, con quien había pasado de un distanciamiento artístico a la amistad distante y finalmente a la amistad a secas. Veloso, cuya larga cabellera enrulada fuera sañudamente rapada por los militares, había recuperado la melena pero seguía con el país demasiado lejos. Por eso fue que se deshizo en llanto al escuchar a Roberto cantar “As curvas da Estrada de Santos”, enjugando sus lágrimas en el vestido de Nice, por entonces mujer de Roberto. Contagiado por la emoción, éste compuso “Debaixo dos caracois…”, dedicándole a su amigo un hermoso deseo de pronto retorno, de alivio a sus saudades. Así, cuando era un crimen hablar de los exiliados, el hombre más famoso del Brasil se la jugaba y abrazaba al amigo en desgracia.

Si bien Caetano devolvió el gesto obsequiando a Roberto “Como 2 e 2”, y arriesgando su reputación al interpretar temas del recelado (por popular) Roberto, nimiedades terminaron alejándolos. A pesar de eso, Caetano recuperó “Debaixo…” para su estupendo show/disco “Circuladô vivo”[3], llevando a su sistema estético una canción conmovedora como pocas. Separados personal e ideológicamente, era evidente que –a pesar de liderar cada cual escuelas contrapuestas de la MPB– lo común que jamás perderían Caetano y Roberto era la música. Y fue eso justamente lo que los unió nuevamente. Convocados para conmemorar el quincuagésimo aniversario de la Bossa Nova con un show conjunto[4], Caetano y Roberto se encontraron en el departamento del primero para reconciliarse. Allí se abrazaron y esta vez lloraron juntos. Sonaba por los altavoces de la casa “Debaixo dos caracóis dos seus cabelos”.


Version de caetano:



Vesión de Roberto Carlos

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[1] Se emociona demasiado uno al escribir, por primera vez, sobre el Indio Solari y los Redonditos de Ricota (Skay, la negra Poly). El exiguo espacio de esta serie de notas impide decir lo que uno quisiera (y duda si podría). Vaya una declaración, sin embargo: Los Redonditos de Ricota son la mejor banda del mundo. Ever. Una banda de rock no sólo ocurre sobre el escenario o grabando discos. Una banda de rock disemina un campo de intensidades, un flujo de contrarrelatos que obstruye la circulación de las coartadas del poder.

[2] Y aunque tengo perfectamente claro que es un crimen hablar mal de Roberto Carlos en Brasil, (O Rey es intocable por allá), se trata de un músico que no termina de atraparme. Recuerdo que sonaba muchísimo en casa cuando era chico, y que había algunas líneas suyas muy bonitas, y hasta ciertas imágenes de sus letras que me perturbaban profundamente (en escala infantil se entiende), pero a pesar de que le he dado muchísimas oportunidades, simplemente no consigo encontrarle el gusto. Pero lo respeto enormemente, y por tanto se lo ha rescatado aquí sin miramiento alguno.

[3] Otra obra maestra del genio bahiano, lanzada en 1992 y que curiosamente se luce por inspiradísimos e inesperados covers como: “Black or white” (Michael Jackson), “Mano a mano” (Carlos Gardel), “Jokerman” (Bob Dylan), “Oceano” (Djavan) y la aquí presentada.

[4] Descargue el show, histórico por muchas y muy buenas razones, en: http://pandcz.blogspot.com/2008/10/roberto-carlos-caetano-veloso-50-aos-de.html

2 comentarios:

Javier Rodríguez dijo...

Estimado Frank,

Me sorprende ver que en esta ocasión haya usted tomado tres discos notables por sus covers para extraer las canciones "revisadas". Como siempre, y conociéndolo, no hay aquí coincidencias. En fin, el “Unplugged in NY” tiene también una emotivísima versión de “Where did you sleep last night” que merecería su atención. De hecho, estoy convencido que “The man who sold the world” fue el primer acercamiento (inocente, inconsciente) a David Bowie para toda una generación; lo mismo que las tres (¡otra vez tres!) versiones de Meat Puppets –una bandota muy ninguneada– que incluye el disco.

Entiendo a Kurt y su inicial decepción con el “Sandinista” –para entonces The Clash le había dado unas 30 vueltas al manualete punk–, un típico momento en el que (como soberbiamente señala Vd.) el rock se estaba jugando desde un futur anterieur. Y eso sí es punk. Ja.

Tengo una duda “auditiva”… ¿No dice el Indio “No me asusta el fantasma Yabrán”? Es un poco chistoso ponernos a vueltear sobre esto, pero estoy seguro que como buen ricotero va a elucubrar oral y públicamente (mucho) al respecto. Y, ¿no eran medianamente cuates con Calamaro desde antes? Recuerdo a Andrés cantando la Bestia Pop bastante antes de la “toma” del Indio. ¿Cómo era eso?

Y la últimita. De acuerdo con la “mutación” Calamardiana, aunque esperemos que su colaboración con el gran Nacho Vegas le ayude a recuperar ese viejo tesón –no necesariamente el amor por la duermevela– y así todos felices, ¿no?

Gran post, un enorme y respetuoso saludo.

Javier

JG dijo...

Señor Stein, todo un gusto saludarlo, tanto como es un placer leerlo. Concuerdo con lo que dice usted de que son más interesantes los covers que alguien "mayor" hace de alguien "menor". Esa sería la regla. La excepción, o una de ellas, aparece cuando uno grande, inmenso, se mete con otro igual de inmenso. O más.
Algo que tiene el cover es su faceta de update, de traducción intralingüística. Por eso es que suele haber sus buenos años entre original y versión, ¿no le parece? Algo similar ocurre con los libros. Cada tanto es necesario volverlos a traducir, dado que la lngua está viva, etc (la traducción, por supuesto, tiene algo de cover). A mí me tocó conocer a Kafka o los rusos en traducciones de 1940, o más antiguas. En esos libros la lengua desfasada del traductor impone trabas. Por suerte, un Chejov siempre sobrevive, pero igual. Por ejemplo, sería bueno retraducir Kafka en un español más contemporáneo. Yo le daría la tarea a Villoro, pongamos por caso.

Volviendo al asunto.
¿Conoce "Last kiss" de Pearl Jam? La canción no es original dellos, es un cover de una canción sudamericana de los 60, de Aldo y sus pasteles verdes --o uno de esos grupos de entonces. Me pregunto, ¿cómo queda su teoría ante esto?
Y ya que lo veo talibán del cover, dejeme que pregunte su opinión ante esta racha de tributos y homenajes y demás que asola los contemporános e indefensos oídos.

Suyito,
yo
* Muy interesante lo que opina Javier. Es el viejo efecto "Kafka y sus precursores". Yo tengo un amigo que siempre fue fan de Gieco y que cuando conoció a Dylan pensó que Dylan copiaba al gran León. Lo sigue pensando. No hay modo de hacerle entender. En fin, amigos que uno tiene.
La Historia se repite (tiende a hacer covers hegelianos): Borges decía que leyó per la prima volta el Quijote en inglés y que cuando leyó el original se defraudó. Ja! Cómo le gustaba romper las bolas al viejo. Pero algo de cierto hay ahí. A veces pasa: hay, por ejemplo, una de Charly que es un cover de los Byrds. Nunca igualarán los Byrds al bigote.
** Javier: yo creo que Calamaro lo saludaba al Indio con sus covers medio pedorros pero que no era correspondido. No eran amigos, no se habían encontrado nunca. Andr´s se tiraba lances para flashear, por hacerse el cool. Pero el Indio no le daba bola. Ahora, hay que reconocer que AC se la jugó con esos covers cuando la mano se puso pesada con los Redooooo. Hay códigos, ¿no?