lunes, 29 de diciembre de 2008

LA GIRA SIN FIN Y EL LARGO WEEK END DE LA ANARQUIA

A mediados de este año que se va, nuestro querido Julio Barriga se embarcó en una gira por las principales ciudades del país para presentar ante las ávidas masas lectoras del Altoperú su Cuaderno de sombra. Como es tradición desde aquel opus fundacional del abuelo Cervantes, al hacerse al camino le fueron saliendo al paso aventuras, amigos viejos y nuevos, Dulcineas lánguidas y de armas llevar, e incluso alguno que otro yelmo de Mambrino. Ningún Sancho posmo acompañó a este nuestro chuncho de la triste figura, pero se comenta que el tierno fantasma de Robertito Echazú cuidaba sus pasos. No nos extrañaría, por lo demás, que Julio Barriga haya combatido, en el trayecto, contra algún molino de viento.

En el texto que sigue, el poeta nos cuenta cómo vio y vivió él esa singladura. Bien leída, la personalísima crónica de Julio responde aquella célebre pregunta de Hölderlin: “¿Para qué poetas en tiempos de penuria?”. Nos llena de orgullo, legítimo, intransferible, haber estado cerca de Julio en esos días de invierno. Y allí vamos a estar tantas veces como haga falta.

Por Julio Barriga

Probablemente todo empezó a finales del 2007 cuando me trasladé a La Paz a publicar mi último libro, pero, cuándo es que algo empieza o termina, si hay algo que empiece o termine? Luego de meses de devaneos, indecisiones, marchas y contramarchas, copiosas celebraciones por mi reinserción en la república de las letras, arduas discusiones con mi editor y el diseñador, turisteos y trapicheos que se resisten a la descripción y el recuerdo en esa ciudad que es la madre de todos los encuentros y todas las perdiciones, salió el librillo en la imprenta OFAVIN, cuyo digno y amable titular nos tendió una cortina roja al sabernos recomendados por Jesús Urzagasti, que también y entre otros autores publica con él. Nos sorprendió gratamente entregando el producto…dos días antes del plazo y a pedir de boca (salvo un detalle), violando toda idiosincrasia boliviana y las expectativas. La presentación se llevó a cabo el miércoles 4 de Junio en el Museo Nacional de Arte; la vieja casa del homicida legal de Tupac Amaru, Tadeo Diez de Medina, bordada en florituras barrocas de piedra berroqueña, afortunadamente restaurada y ampliada con bellos y modernos ambientes y más fría que el culo de un pingüino. Conté con mayor asistencia en este punto inicial de la gira, más que en ningún otro. Alrededor de cien personas que colmaron un gran ámbito de aluminio, vidrio y luz polarizada proporcionado por la gentileza del director del Museo y dilecto amigo Edgar Arandia, quien por supuesto no podía dejar pasar la oportunidad de abrir los fuegos con muy gratas palabras. Algunos rezagados se dieron de cara a las puertas cerradas, según se me excusaron luego. La presentación la realizó el poeta orureño Edwin Guzmán Ortíz con bellas y vibrantes palabras señalando entre otros aspectos la importancia de la culpa en mi obra, de lo que, por razones que Freud debe saber, nunca fui cabalmente consciente. Leí emocionado ante la reunión de tanta gente querida y colegas notables en la ardua disciplina que nos desvela y luego nos dirigimos contentos hasta el éxtasis y el frenesí, los más allegados y juergueros, hacia el Bar La Prensa, donde compartimos la más jolgoriosa de las celebraciones hasta tardes horas de la madrugada. Diez días más tarde, ocurrió la presentación “informal” en el boliche La Carcajada, que administran Las Niñas Dinamiteras, un colectivo de tendencia anarco feminista con quienes tenemos asidua cercanía. La modalidad consistió en que los invitados leyeran un poema mío de su elección. Así hicieron David Mondacca, Jessica Freudenthal (se subió a una silla en mi honor) y otros amigos. La concurrencia marcó la pauta para todas las presentaciones futuras: multitudinarias ausencias y clamorosos fracasos. De allá me fui temprano nomás, mientras las dueñas del lugar se quedaban heroicamente a dar fin a una enorme olla de sangría (caliente!) de vino tinto y fruta, que en su entusiasmo habían elaborado para el inasistente público. Les dolió la cabeza varios días.

Hechos los contactos con Harold Beizaga y Alex Ayllón en Sucre, hacia allá me fui digiriendo una poderosa resaca y perdiendo los zapatos por la premura del tiempo. Bloqueos y huelgas postergaron mi presentación una semana. La generosidad de Carlos Gutiérrez, multifacético animador de la vida espiritual de la ciudad blanca, me alojó en su casa con la aquiescencia de sus permisivos padres y con riesgo de sus actividades y reputación; me acompañó a todo lado y gocé de las amistades reencontradas empezando a beber chicha, esa bebida precolombina de escasa graduación que en Tarija despreciamos con el nombre de agua de adobes. Me reencontré con Skarlet Mujica o Briseida de las rosas en la cara, con el hiperactivo y especie de hombre renacentista que es Mimo Pacheco en su bello boliche de la plaza 25 de Mayo, exornado de sus hermosas pinturas & bicicleta de palo y centro de las publicaciones, que con abnegación impermeable a todo desencanto promueve y edita jóvenes valores de una naciente y creciente literatura. Todos ellos me demostraron mucha inmerecida simpatía y con otros y otras más compartimos un tiempo mágico. (Mayita, María, Mauricio, Fabricio, perdón por no mencionarlos a todos). La presentación bien puede describirse con las palabras del Papirri: harta gente no ha venido; no más de veinte personas en el auditorio del Archivo y Biblioteca Nacionales, flamante edificio abundante en mármoles y vidrio donde Harold leyó una presentación muy elogiosa y yo, pese a mi estado altamente inconveniente, leí un speech que vengo repitiendo hace rato con algunas variantes, algunos poemas y pare de contar. De allí y luego de beber un horrible vino trucho (en Sucre no conocen nada de vinos) nos dirigimos al boliche de Mimo, de donde fuimos expeditamente expulsados por exhibición indecente de júbilo y damajuanas. La efervescente comitiva rumbeó al local que se llama Crisálida y es de propiedad de mi bella y querida sobrina Nayra y su pareja. Recién conocida a instancias del pintor y maestro suyo Javier Ramos, que abundaba en elogios de su capacidad plástica, lo que me fue evidente en los cuadros que guarnecen las paredes en este exótico lugar y en unos collages de explosivo color e inquietantes temáticas que me mostró en su compu. Días más tarde allá fue la presentación íntima y se caracterizó por la sobriedad, un dolor de muela del infrascrito y la escasa asistencia de los queridos amigos jóvenes que me honran con su amistad y siempre me están salvando de lo peor: la soledad.

Otra vez de vuelta a casa en Tarija, como en realidad la habíamos vendido, tuve que coger mis bártulos abandonados a la intemperie y alquilar un cuartito…a escasos metros de mi antigua morada. Ni bien instalado a lo Macedonio, entre mis cachivaches y mis queridos cuan desvencijados libros, pero sin guitarra, llegó una comunicación de mi editor y promotor de abnegadas gestiones Fernando Barrientos, quien me instaba a trasladarme sin pérdida de tiempo hacia Santa Cruz, donde la presentación era promovida y tramitada por otro joven querido amigo, Marco Montellano. Fernando ya estaba en un hotel cercano a la Terminal y allí nos dirigimos a prepararnos para la lectura en el Centro Cultural Patiño, que contó con poca asistencia, no más de veinte personas, palabras del editor, un hermoso ensayo de Marco sobre mi obra, y el reencuentro con queridos amigos, como fue norma en esta peregrinación: Gualberto Rojas, Cropp, el polémico poeta Lucho Andrade, Victor Paz Irusta, un personaje capaz de hacer lo que sea por ser un escritor(*), que de por sí merece una novela y nos asombró y deleitó con su casa llena de arte y libros además de su simpatía, y mi entrañable e inmortal amigo Carlos Langa, que nos invitó a su popular programa televisivo Chaco y punto. También conocí a Juan Gonzales “Falucho”, y me parece que entablamos, no sé si es correcto el término de carpintería, una amistad puntuada de intereses comunes, delikatessen de pescado y cervezas en Las Cabañitas. Al momento de despedirnos me regaló varios libros. Habría querido quedarme más tiempo en la ciudad de las llanuras y los árboles florecidos como gigantes bouquets de novia, pero salimos rajando pues en Cochabamba ya se llevaba un Encuentro Anarquista al que teníamos interés de asistir desde nuestra amistad con las Dinamiteras.

Llegados a la Terminal de Cochabamba, nos damos con nuestra amiga Paola Estenssoro, acabada de llegar también pero desde La Paz. Nos dirigimos a la cercanía por un api y un gigante buñuelo de queso calientes que nos restaurara y confortara en la fría mañana. En el ruinoso centro obrero fabril donde desde hacen dos días se congregaban los ácratas, fuimos recibidos en la puerta por nuestra amiga Mariana Serrano, investigadora, activista de gran protagonismo en este texto, estudiante avanzada de antropología y otras cosas más. La noche anterior se habían consumido hectolitros de chicha y el ánimo no era de los mejores, aunque pronto mejoró. Una característica del evento fue las vomitonas y de inmediato surgió de su sleeping una linda hippie en ropa íntima, que nos saludó con la mano y se agachó a despedir líquido amarillo en apreciables cantidades. Pronto otras dos o tres personas le hacían coro. En un inmenso patio nos tendimos al benéfico sol naciente a cambiar impresiones y recibir las novedades: el día anterior hubo una pelea entre el guardián y padre logístico del evento y algún visitante. Cada recién despertado nos regaló con distintas versiones de la pelea, que fue la única en unas jornadas caracterizadas por la mayor de las correcciones y armonía. El anteriormente nombrado también era un reencuentro: Jaguar Nina (en su CI Gabriel Benavente, brother del Manuel) amigo de la época del desaparecido Averno, artista plástico y especie de anarco y fundamentalista andino. Decano y amo de llaves del evento, al igual que su organizador y encargado Chali. Pronto empezaron a agruparse alrededor de una olla de api, los recalcitrantes tenían la libertad de seguir bebiendo chicha y como el día anterior habían acabado las mesas de charla y los intentos (fallidos e incidentales a más no poder: tole toles entre el espíritu anarco y los intentos de lectura de Silvia Rivera y Juan Perelman) de teorizar e intelectualizar, luego de la Feria en el céntrico espacio peatonal empezaba la joda y había tribuna libre. Nos acicalamos y dirigimos al espacio donde se instaló la Feria Anarquista, con venta de materiales ad hoc: fanzines, cedés, carteles, botones con provocativas leyendas, acrobacias de saltimbanquis que interrumpen las avenidas en los semáforos, artes serigráficas, artesanías y chucherías hippies, etc etc. En la noche hubo concierto. Abarcó muchos géneros contemporáneos que difícil fuese en cualquier otra parte juntar en un sólo escenario. Tocaron, entre otros que no recuerdo: un ucranio muy simpático, residente en Paucarpata, subsede alternativa del evento, cantó algunas canciones de Bob Dylan y otras suyas parecidas. Tocó un grupo femenino de Cochabamba que se despedía e hizo una emotiva actuación. Tocaron nuestras amigas, Las Malditas Dinamiteras, apoyadas por Kung Fu, gran músico paceño que la rompe en varios instrumentos y estuvo marcando el compás en la bata. Unos cuates tocaron música folklórica revolucionaria de los años duros, cuando la mayoría del público ni había nacido. Lo fuerte de la noche era Los Vitrolaska, un grupo chileno con excelentes guitarrista y cantante. El baile en la pista ante las fogatas de los heterogéneos grupos libertarios era a ratos similar a la danza piel roja o al walpurgis incluyendo en sus evoluciones a hippies, izquierdistas foquistas, anarcoendógenos, punks, góticos y aun fresas y cuadrados pues había entradas en venta y varias chicas jailonas, fashion y chetos habían acudido en un intervalo entre la disco y el karaoke. Charlando casi a señas con los garotos anarcos de Brasil, ellos nos expresaban su asombro por esta diversidad reunida y que en otras partes es imposible pues son tribus urbanas en guerra a muerte, el punk contra el rocker y todos contra todos, aquí bailaban y bebían la inacabable y omnipresente chicha juntos y revueltos en el pogo, en las fogatas, en la multitud compartiendo este Woodstock extemporáneo y de entrecasa. Mientras nosotros, la resaca de los sueños truncos de la humanidad, somos el paradigma de la convivencia pacífica y amorosa, afuera, los de la democracia dizque conquistada y los de la que quiere conservar sus privilegios, se disponen a matarse, o al menos a escarnecerse. Dentro de ello empezaron a oírse algunas cumbias vueltas rock…pero, no era que esa música huachafa y pasatista es el enemigo? Evidentemente hay un tiempo para que incluso los tiempos se encuentren. Algunas pipas humeaban desde inubicuos lugares, pero puedo jurar que en reuniones de buenos burgueses he advertido más señales de degeneración e inmoralidad que aquí. Las parejitas rápidamente formadas se dirigían en silencio hacia alguna parte y el romance parecía ser la verdadera finalidad del evento. Como el dormitorio común estaba atascado por estas urgencias de relación, no pude irme a dormir temprano y quedé con los rezagados charlando de literatura y otras cosas a la vez que tomando chicha de un mermado container del que sobresalían los pies de quien se introducía de cuerpo entero para llenar la jarra en el fondo. Estos 400 litros de chicha habían sido en principio vendidos a 8 bs la botella de 2 litros hasta cubrirse el costo, luego de lo que era de libre accesibilidad. Yo circulaba entre los grupos de tertulia con una copita improvisada y una botella de vodka polaca Sultanie que bien pronto quedó vacía. Tras orinar inacabablemente y en reiteradas veces, entré al dormitorio pisando cuerpos y recibiendo puteadas, nos dormimos en montón, algunos donde los llevó la pasión y los pilló la inconsciencia hasta el mediodía siguiente cuando en un micro alquilado a tal fin y lleno hasta la manija, nos dirigimos a Tiquipaya a …seguir tomando chicha, comer en la campiña y departir en un concierto de música criolla, danza, malabarismos y equilibrismos que asombraban y deleitaban a los buenos burgueses para quienes éramos un verdadero espectáculo. Allí, impresionado por algunas jovencitas, sugerí que se eligiese la Miss Encuentro Anarquista, en broma, lo que me valió la airada censura, pero sin perder el glamour, de mi amiga Mariana en sentido de que yo no había entendido ni un carajo del asunto. Más tarde parece que muchos nos fuimos hacia la casa del Jaguar, en el camino en una chichería donde ya estábamos muy bebidos, me hallé con mi amigo poeta Polvorín (Manuel Escarcha) y todo me se confunde… hasta que otra vez durmiendo en informe montón en el piso, me levantaba a mear inacabablemente otra vez pisando piernas, espaldas, brazos y produciendo puteadas y gritos de dolor. Tarde en la mañana despertamos a desayunar y seguir bebiendo chicha (mi pantalón y camisa virginales como helado de vainilla con los que leí en Santa Cruz y había conservado desde entonces estaban de color gris oscuro) y la pasamos más reposadamente bebiendo un rico guarapo de uva y maracuyá de aún más bajo grado y charlando conociéndonos un poco menos aceleradamente, paseamos por el campo y mercado de Tiqui y ya al ocaso nos despedimos con cariño y anticipada saudade quienes habíamos compartido este espacio de libertad. Paola volvía a La Paz, cruzando los pies por la borrachera y olvidando su campera, a su trabajo del CEDOAL, Mariana se quedaba unos días más a mi presentación pretextando visitar parientes cochalas. Me dirigí a Cocha donde Fer, que se me había perdido no sé dónde, cómo, cuándo o con quién, esperaba, tomamos un hotel Lucho y descansamos. Al día siguiente llegó Alfonso Hinojosa de Tarija y nos alojamos en su hermosa casa paterna con chirimoyo cubriendo la huerta, trabando el grato conocimiento de su gentil hermano Johnny. Esta vez la presentación sería en el Instituto Filosófico Luis Espinal y nos auspiciaba la revista La Ramona, gracias Andrés!, uno de los suplementos sobrevivientes de Bolivia. Entre los notables ausentes: Zeque Rosso y Ramón Rocha, que parecen recluidos en cuarteles de invierno y prescriptas las libaciones; el horno ya no está para bollos. Y el querido Antonio (Soldado) Terán Cavero, cuya salud le impidió asistir y aun recibirme en visita. No más de veinte personas se regocijaron con la presentación y mi improvisación dedicada a Roberto Echazú a quien, en un rapto de inspiración traída de los cabellos, comparé con Nicolino Locche (el antiboxeador) y con Riquelme. Gracias a la generosidad de Alfonso, esta vez ingerimos un regular cabernet chileno en el vino de olor e ipso pucho nos dirigimos al Barco (tradicional boliche con ambiente de naufragio) porque eso no podía quedarse así. Esto marcó el reencuentro con mi amiga Rossy Scardino, pero estoy saltándome un reportaje gráfico que me proporcionó el placer de conocer a Javier Rodríguez, quien me honró con un texto delicioso al estilo Rolling Stone (la revista) ilustrado con las fotos ya mencionadas. Gracias Javier! Cumplido lo cual, con el cansancio en el alma y la ropa, el editor volvió a La Paz a recoger los restos de su vida y juntarlos y yo rumbié de vuelta a Tarija. Antes hubo una borrachera baile concierto en honor al Taitito Santiago, cuyos pasantes son, incongruentemente, los organizadores del Encuentro Anarquista de anterior descripción.

En cuanto al título de esta crónica, choreado de un libro de Enzensberger y de un tour de Bob Dylan, obedece a que el fin de la gira, a realizarse en Tarija un día de paro cínico y en el que conseguí hacer llover inesperadamente, no está incluido en esta crónica, en la que he logrado nombrar a tantas personas, en la que tantas otras se han quedado fuera, gracias a Parkinson & Alzheimer, mis santos patronos y verdaderos editores. Me parece, Fer, que esto también hay que meterlo en el libro de cuentos.

Tarija Agosto del 2008

APOSTILLAS

Frases célebres en el Encuentro Anarco: Empecemos por las conclusiones. Dios no existe, pero atiende en La Paz. Letra chica infierno grande. Y ahora qué vamos a hacer mañana.

-Cuando a media matina luego de devorar una silica, inusual alianza de ranga e hígado, ejemplo entre otros de la creatividad y aun vocación combinatoria de una ciudad que es el corazón anarquista de un anárquico país, dije que ya me iba a almorzar, ese gran caballero que es Johnny Hinojosa me expresó aprobadoramente que yo empezaba a entender el espíritu regional.

-Oído en Tarija: ¡que mueran los collas! (menos papá y mamá)

(*) Menos de escribir algo bueno.

1 comentario:

Miguel Lundin Peredo dijo...

Amigos de Editorial El Cuervo

Soy Miguel Lundin Peredo,y soy un escritor que ustedes deben conocer por mi blog literario exclusivamente dedicado a la narrativa boliviana y que ya es un clasico digital de
Bolivia que se llama "Veneno Lundico".

Me comunico con ustedes para publicar en su editorial
trabajos ineditos mios.Espero su respuesta.

Saludos Lundicos