domingo, 29 de mayo de 2011

El Amor según: Lo aleatorio crea vida

En la edición del suplemento Tendencias de hoy se publicó una versión de este texto que el escritor Christian Vera leyó durante la presentación de la novela El amor según de Sebastián Antezana. Nos complace reproducir ahora la versión completa y darle las gracias a Christian por la onda.

por Christian Vera

Es la ausencia el eje sobre el que se sostiene la escritura de esta novela. Y siempre que se escribe sobre la ausencia, se escribe sobre la nada, sobre el vacío, sobre el vértigo, sobre la carencia de verdades o certezas. A continuación les leeré los efectos de sentido que me despertó esta novela, esto con el fin de aproximarlos a la orilla de la novela y esperando a que cada uno de ustedes se avienten como los suicidas más furiosos a esta narración tejida sobre esa angustia que es convivir a diario con la nada, con lo tenue, con el vacío.

Desde las primeras líneas de El amor según surge una trama envolvente, espiral, opresiva, claustrofóbica, laberíntica que apunta tanto a la configuración como al rastrillaje de un alguien ausente. Y para que esto sea posible Sebastián desplaza un juego narrativo donde la quietud, la infinidad de preguntas sin respuesta, la falta de movimiento, el paso lento del tiempo, el silencio, lo absurdo marcan el ritmo. Pero, más allá de la trama que la maquinaria narrativa se encarga de hacer funcionar, en la novela de Sebastián se da una interesante vuelta de tuerca a los lugares comunes de la literatura policiaca, de misterio, del thriller y se produce una narrativa más preocupada por suspender el sentido, por prorrogar la intriga, por oscurecer y ensuciar la trama, por jugar con las palabras como si se tratarán de ecuaciones matemáticas, infinitas, aleatorias.

Pero ya que hablé de la trama vale la pena revisar algunas líneas de esta urdimbre narrativa que compone El amor según. Las cosas en la novela son muy simples, tal vez por eso asustan tanto al lector: Un día Mariana, una fotógrafa y artista, de forma súbita ya no vuelve a casa. Su pareja, un hombre que antes era un policía de nombre Zimmer, no sabe los motivos concretos de su desaparición y esta incertidumbre le despierta una paranoia incontrolable e incurable. Junto con la ayuda de sus suegros Zimmer busca a Mariana de forma incesante, el caso llega a los medios que amplifican la noticia pero esto no sirve de nada. Mientras Zimmer más la busca más se profundiza su extravío y la narración se hunde provocando en el lector esa sensación de nada, de nulidad, de vacío. Como Zimmer no encuentra respuestas concretas opta por el camino más laberíntico que es el de la investigación metafísica, abstracta, teórica, poética, delirante. Una investigación donde la información cosechada proporciona filigranas tan delicadas que se evaporan en la nada sin dejar huella palpable. Un detalle interesante es que así como Mariana ha desaparecido, al mismo tiempo en la novela desaparece la posibilidad de que surja alguna verdad posible, se suspende el sentido, se lo congela, la narración se estanca en un círculo concéntrico, inoperante y las palabras también se estancan junto con el personaje que literalmente queda prisionero en un cuarto donde se depositan los recuerdos y ese juego perverso de recordar. Zimmer al entrar en ese territorio pantanoso recorre la distancia que más próximo lo aventará hacia el desvarío. Y ese desvarío es posible de palpar a lo largo de la narración ya que las palabras, la poesía de la novela, te permiten sentir ese sudor de angustia, de extravío que empapa a Zimmer. Y es desde ese extravío que Zimmer reconstruye de forma maniática todos los hilos que componían las últimas horas de convivencia con la mujer, recuerda los olores, las caricias, el sexo, los besos, las palabras, revisa también todas las circunstancias que acompañaron a la desaparición de su mujer, explora a tal punto en su memoria que se ahonda en las dudas más ásperas que ofrece el amor. Y revisa con tal intensidad estos sucesos que poco a poco tanto en el lector como en la vida del personaje se va instaurando un espiral de delirio, de locura. Sin embargo, esta sensación de ceder a la locura llega a un punto que se potencia con la aparición de posibles pruebas que en apariencia parecen ser más certeras, surgirán en la trama una periodista y un hombre. Pero ellos más que traer pistas y luces sobre la ausencia de la mujer abrirán una ruta que llevará a Zimmer a la desintegración de cualquier posibilidad de verdad, lo aventarán a un espacio donde abunda el chenko que instauran las dudas, el misterio, la imposibilidad.

Quisiera leerles algunos fragmentos de El amor según que me parecen significativos y que como lector me abrieron orificios en el cuerpo. Cito: “¿Cómo encontrar a alguien que no quiere ser encontrado, alguien que ya sólo existe como una falta, como una no presencia? Porque eso es precisamente lo que Mariana se ha vuelto ahora, una no presencia, un espacio vacío, un hueco en la realidad”. Otra cita: “El sufrimiento es, también, una incapacidad de narrarse la propia historia, una forma de anulación de los relatos, una gesta que se levanta contra la memoria, contra la linealidad de los hechos”. Y por último quiero leerles esta cita que me parece pertinente ya que es una aseveración que sostiene todos los afanes que encierra la novela: “Del pasado no se sabe casi nada, es un lugar tenue, borroso, insondable. Lo único que tenemos sobre él son pistas, teorías, fragmentos, interpretaciones. Volver sobre el pasado, ceder a la tentación de leer en el tiempo ido las huellas que explican el actual, es un poco como hacer crítica de la historia, es revisar versiones de sucesos de lo que en realidad no tenemos prueba de que sucedieron. (…) De la misma forma, la lectura del pasados personal será necesariamente la exploración de varias versiones de uno mismo, de varias interpretaciones de la persona que trata de encontrarse, de ver cómo llegó hasta ese punto, de descubrir en el tiempo los momentos definitivos de la constitución del que es hoy, y lo hará siempre, fatalmente a ciegas, velado por un filtro que pluraliza la historia y el recorrido. (…) Comprender del todo algo que ya ha sucedido es esencialmente imposible”.

Hay muchas más cosas que rescatar y subrayar de esta novela pero no quiero agobiarlos con mi lectura, creo que esta noche es mucho más importante escucharlo a Sebastián que a los lectores que andamos voraces de literatura nos ha regalado una novela inquietante y aleatoria y al mismo tiempo muy compleja por todas esas sensaciones asfixiantes que despierta. Por otra parte, es pertinente decirlo: en un contexto de producción literaria tan mediocre resulta un alivio leer una novela que quiere abrir otras posibilidades para hacer ficción. Si me permiten estoy cansado de todas esas novelitas ingenuas que abundan y que venden, me refiero a esas que tienen personajes bien construidos, creíbles, historias interesantes, atrapantes, inteligentes, esas que retratan el habla de la gente, que reverencian a esos personajes marginales, que tienen desenlaces sorprendentes o definitivos. Por suerte, de todo eso escapa El amor según y nos ofrece un objeto literario más extraño, más poético. Creo que la literatura es un arte bajo y algo de eso se encuentra en la novela de Sebastián. Ya que su novela más que parecerse a un libro se asemeja a un reptil que se arrastra, seduce, corroe e inyecta poco a poco su veneno.

Por último, agradezco esta invitación a Fernando Barrientos y quiero felicitarlo públicamente porque arriesgar tu plata imprimiendo literatura, en un contexto como éste, es un gesto heroico, es un gesto de locura y de profundo compromiso con la ficción. Dicen que cuando surgen editoriales con más compromiso con la literatura que con el mercado es ahí donde se potencia la literatura. Nuevamente gracias Fernando por esta hazaña y te felicito por el enorme emprendimiento…

Gracias

domingo, 15 de mayo de 2011

El amor según de Sebastián Antezana

Presentamos nuestro séptimo título, la novela El amor según de Sebastián Antezana (ganador del Premio Nacional de Novela 2008). Los esperamos el viernes 20 de mayo a hrs. 19:30 en la Sala Luis Bazoberry de la Cinemateca, no falten.

Una mujer se ha perdido. Y su marido se hunde en una exploración obsesiva, enumerando los restos del naufragio en busca de una explicación. Eso es todo lo que ocurre en esta segunda novela de Sebastián Antezana, en la que se exploran las relaciones entre artificialidad, mecanicismo y vitalidad, y las consecuencias de empezar a vivir cuando se ha clausurado la ilusión de un posible comienzo.

La peculiaridad del título hace pensar que es el lector quien deberá decidir cómo complementar ese “según” trunco, irresuelto, ambiguo, que enuncia un desafío desde la portada. En esa decisión se juega no sólo una posición de narrador, sino también una novela posible. En El amor según, la circularidad de la trama se abisma en una compulsión grafómana prolijamente sostenida a fuerza de ritmo y estilo.

La fotografía y el enigma policial, ya explorados por Antezana en una novela anterior, reciben aquí un nuevo tipo de tratamiento. Si Perec tramó una novela para narrar la desaparición de una letra, esta inclasificable narración sobre los fragmentos amorosos parece funcionar como alegoría de un dato estridente de la vida contemporánea: la desaparición del lugar central que la novela (la narración, en general) ocupó en la trama social y en la imaginación occidental. Y nos plantea, entre tantos otros, este dilema: ¿si la novela desaparece, quién narrará la pasión? ¿Cómo? ¿Sobre qué rastros?

domingo, 8 de mayo de 2011

Mauricio Murillo: “Internet es esencial para producir narrativa”

En la edición del suplemento Fondo Negro de hoy salió esta entrevista a Mauricio Murillo, a raíz de la reciente presentación de su primera novela Los abismos posibles. Murillo contesta con calma sobre los cruces entre múltiples textualidades, el mar como obsesión/fobia, la influencia de Internet en el presente, el referente geográfico en la literatura, y su opinión sobre la nueva generación de narradores del país. Por cierto, este cuestionario viene con una pregunta extra de bonus track, ya que rebasaba los espacios permitidos en Fondo Negro.

El miércoles 4 en instalaciones de la Cinemateca Boliviana se presentó Los abismos posibles, primera novela de Mauricio Murillo (1982), ganador de la más reciente versión del Premio Nacional de Cuento Franz Tamayo. Se trata de un texto breve que funciona en varios niveles y en el que interviene una multitud de figuras históricas de todo tipo, con una trama que gira alrededor de “un misterio, a cuyo desciframiento el lector asiste en calidad de testigo”. A propósito de la ocasión, Fondo Negro se entrevistó con el autor.

- En líneas generales, ¿cuál es el argumento de Los abismos posibles?

- Es una novela fragmentaria, con varias historias que se interpolan, así que me es difícil definir un solo argumento. Pero creo que en general se trata del viaje que realiza Tariq, un tangerino, de su natal Tánger a Santoña, en España. Todo esto se mezcla con la obsesión que Tariq tiene con lo profundo y oscuro del mar, además de su afición por la reproducción de un mapa que Juan de la Cosa dibujó en 1500.

- Philip Marlowe, Alf, Natalie Wood, Cristobal Colón y otros forman un grupo de figuras bastante variado y en apariencia aleatorio. ¿Cómo se explica su aparición en una novela corta que habla sobre el mar?

- Creo que las redes simbólicas que se tienden entre estas figuras son muy distintas. Muchas se relacionan desde el azar, el espacio geográfico o la literatura. En todo caso, en la novela la figura de Tariq, sus experiencias y obsesiones, sirven de una suerte de catalizador. No siempre pasa todo por él, pero sí se relaciona al viaje que hace de Tánger a Santoña.

- La fijación de la trama con el mar podría leerse como un gesto particularmente interesante en un escritor boliviano, aunque no se menciona para nada a nuestro país. El mar es en la novela un constante telón de fondo y un elemento que ejerce constantes fascinación y horror. ¿Sería entonces el verdadero escenario de la novela, más allá de algunas ciudades en específico?

- Hasta ahorita que mencionas la relación entre el mar y un escritor boliviano no la había pensado, pero sí, me parece extraño. Pienso que esta relación no pasa por la idea del mar real. Para mí, y en esta novela, la figura del mar se plantea desde distintas imágenes en distintos libros. Ahora, no creo que el mar sea el verdadero escenario, sino eso que dices: un telón de fondo, algo que está comiéndole la cabeza a Tariq; las ciudades, los bares, los barcos, la televisión y otros elementos son parte de ese escenario. Creo que la novela se ramifica en varias direcciones. Ese desorden es tal vez su escenario.

- Las referencias a una serie de literaturas y otras ficciones como el cine y la televisión, la inclusión de figuras de distintos órdenes y cierta preocupación por la geografía cambiante del globo se mezclan aquí con visitas a épocas anteriores, tan dispares como el descubrimiento de América y una post era dorada de Hollywood. Así, es casi imposible dejar pasar la pregunta. ¿Estás de acuerdo con lo que dijo alguna vez Beatriz Sarlo, que desde que existe Wikipedia dejó de existir la erudición?

- Creo que actualmente el Internet es esencial para producir narrativa. La erudición siempre me pareció una postura que necesitaba ser puesta en crisis. La idea de Wikipedia es, por eso, interesante, porque muchos datos que se encuentran en ella son falsos o copiados. Esta enciclopedia virtual tiene un sentido del humor importante, del que, estoy seguro, sus creadores y usuarios no se percatan del todo. Con Internet hemos podido dudar y reírnos más de todo. La imagen del erudito me parece un tanto aburrida y buenísimo que en Wikipedia podamos ver con quién está casado el jugador que más admiramos o la actriz que nos gusta. Muchas veces en literatura se veía a ciertos saberes como inútiles, pero en Internet podemos encontrar por igual las noticias más trascendentales y saber que nunca podremos estornudar con los ojos abiertos. Aunque también hay otro riesgo: hoy cualquiera puede escribir lo que le da la gana, publicar cualquier poema o relato. Esto va a producir muchas horas perdidas.

- ¿Por qué elegir Tánger y Santoña, África y Europa, como escenarios de la novela? Y, a propósito de ello, ¿crees que la falta de referencias bolivianas concretas –temporales, geográficas, etc.- es una constante en la actual narrativa nacional?

- La elección de estas ciudades nació por azar o porque los personajes o hechos históricos me lo exigían. Juan de la Cosa y su portulano me hicieron fijarme en Santoña y Cartagena de Indias. Los espías en Tánger. Lisboa tuvo otras razones. Creo que todo parte del momento de escribir y de lo que uno quiere contar. Por otro lado, la idea de no referirse a Bolivia explícitamente no es solamente contemporánea. En Flor de trópico de Chirveches, Más allá del horizonte de Aguirre Lavayén, Los deshabitados de Quiroga Santa Cruz, algunos cuentos de Cerco de penumbras de Cerruto, Los papeles de Narciso Lima-Achá de Saenz, se describen lugares muy extraños para los bolivianos. Esto no es nuevo. Además creo que ahora, por el Internet, la televisión, el cine y demás, nos es más fácil hablar del mundo. Pero también creo que en estos libros que nombro y en los actuales que no dan referencias directas del entorno, se pueden reconocer ciertos guiños y gestos que hablan de Bolivia. Yo estoy seguro que existen en mi novela y que pueden dejar entrever a un escritor paceño. Ahora, también creo que grandes escritores actuales bolivianos escriben muy pegados a su realidad geográfica y social, y producen grandes novelas. Por ejemplo, Juan Pablo Piñeiro y Wilmer Urrelo.

- ¿Cómo ves tu obra respecto a otras actuales? Y, en líneas generales, ¿crees que puede hablarse de algunos temas comunes en escritores de la joven literatura boliviana, o más bien sería éste un momento de diáspora, un tiempo en que cada escritor sigue un camino autónomo?

- Pucha, es una pregunta un poco difícil. No sé, hay escritores de narrativa actuales que me gustan mucho (Barrientos, Hasbún, Colanzi, Antezana, Ruiz, Piñeiro, Urrelo), pero no sé como clasificarme frente a ellos. Hay varios lugares comunes, pero no podría yo ahora describirlos. Creo que con algunos me acerca más el humor y con otros la importancia del intertexto y la parodia, pero habría que esperar a que un crítico se dedique a esto.

jueves, 5 de mayo de 2011

Peligrosos abismos, peligrosas obsesiones

En la presentación de Los abismos posibles de Mauricio Murillo, realizada en la Cinemateca, Wilmer Urrelo leyó este texto inteligente e hilarante ante miradas atónitas, comentarios susurrados y risas cómplices. Queremos compartirlo con ustedes para que se diviertan como nosotros esa noche memorable.

Foto vía Página 7

por Wilmer Urrelo

Voy a comenzar esta presentación con una anécdota personal, o más bien, con una anécdota personalísima. Resulta que hace unos años atrás pude ver un documental que versaba sobre el cáncer testicular. Fue horroroso. Imágenes que prefiero no recordar y que es mejor no describirlas. Y desde ese día, el que habla tiene una obsesión más: el cáncer en las pelotas. De manera que venciendo la timidez y el recato propio de los paceños y de los hombres ante un tema tan delicado (seamos sinceros: nuestras pelotas, no el cáncer) es que acudo con cierta frecuencia a un especialista para que me dé la mala o la buena noticia. Si bien antes hay una revisión previa de mi parte siempre que espero ante la puerta del consultorio y cuando estoy con los pantalones en las rodillas y mi médico juega (es un decir) con mis huevos para constatar si ahí hay o no algún «bultito extraño», como les gusta a los galenos referirse a los tumores, tengo la sensación de caminar cerca del abismo.

Una imagen similar (es también un decir) me ocurrió cuando comencé a leer Los abismos posibles. En esta novela hay una gran obsesión, la cual es vista a través de su protagonista, Tariq Usuriaga. Sí, una obsesión y, además, habría que agregar, un miedo. Tariq vive en una ciudad. Y esa obsesión es el mar, o mejor dicho: es el fondo del mar y todo lo que viene con él. Los mapas. La gente que se ahoga. Las embarcaciones. Los capitanes. Tariq escribe en alguna parte de la novela y cito: «Me obsesionan estos mapas perdidos. Todo lo que los rodea, y los mapas en sí…». Este magnífico libro es como un espejo al que apuntamos una linterna encendida: el reflejo producido no va hacia una sola dirección, sino que se dispersa por varias. De igual manera pasa con la novela de Mauricio: el mar y sus consecuencias son inabarcables, son enormes, como cuando pienso en qué pasaría (toco madera) si un día aparece el mentando «bultito»: las consecuencias morales, físicas, e incluso literarias que eso podría acarrear. Pero en fin, la cosa es que Tariq decide hacer algo con esa obsesión, decide ir en busca de ella y como pasa con el Ismael de Moby Dick ese llamado es mucho más fuerte que cualquier otra cosa. «En el mar, en el fondo, en el abismo de su oscuridad. Había algo que lo llamaba. En un principio la oscuridad era aislada y subrepticia, luego empezó a vivificarse y aumentó su presencia». Pues bueno, esa presencia casi obliga al protagonista a hacerse a la mar y con ese acto empiezan a llegarle las historias que siempre ocurren en los viajes: un misterioso y atemorizante capitán, la sombra perenne de Juan de la Cosa, Natalie Wood y su terror al agua e incluso Alf, sí, ese extraterrestre que vimos en la tele en la década pasada, es parte de este extraño tejido.

En este momento, al llegar a este punto de la lectura me hacía las siguientes preguntas: ¿es ése el fondo del mar?, ¿el fondo del mar son en realidad los miedos y las historias con las que se encuentra Tariq a lo largo de su recorrido? Yo pienso que sí, pues al fin y al cabo parece que para el autor todo está en el mar o que todo el mundo de la novela se explica a través de él. El ingreso a las ciudades, la modernidad, el cine, las epidemias, las invasiones piratas, la literatura, la poesía, el encuentro con un escritor: los libros de éste e incluso su propia muerte nos dirigen de manera ineludible hacia el fondo del mar.

Si el fondo del mar es así, entonces hay que verlo o por lo menos retener su imagen, sin embargo hacer eso es como el miedo a esa enfermedad, será para su protagonista como si el dichoso «bultito» se apoderase de él. Cito: «Tariq caminaba a la deriva. No sabía qué hacer. Sentía esa oscuridad que le perforaba la nuca, que lo seguía, el fondo del mar que lo observaba, aguas negras que lo humedecían sin lograrlo».

Las obsesiones, y por lo tanto el miedo, son peligrosas hasta que se hacen reales, hasta que te tocan de alguna manera, hasta que aparece el famoso «bultito» en una de tus bolas: ¿cómo creen que Tariq las paga? Esa no es otra historia, esa es la historia y que no voy a contarles porque tienen que leerla. Lo único que puedo decirles por el momento es que las obsesiones, amigas y amigos, suelen pagarse tarde o temprano.