lunes, 5 de enero de 2009

el cuerpo es un monte análogo

Un maltrecho fantasma recorre las librerías del mundo: el yo. No estaba muerto, ni andaba de parranda. Y ahora regresa con fuerza. La primera persona vuelve por sus fueros y produce un considerable y necesario sacudón en el amodorrado panorama libresco mundial.

Cuando el imperio de lo virtual ha copado los más recónditos intersticios de lo cotidiano y solamente la intimidad resiste sus embates, la ficción deja finalmente de lado las acrobacias estructurales y los juegos experimentales y se embarca en búsquedas despojadas de toda pirotecnia, hacia implacables arqueologías de lo subjetivo.

En esta primera entrega del 2009, Fernando Barrientos nos ofrece una personalísima arqueología lectora de El lugar del cuerpo, la novela de Rodrigo Hasbún. Una lectura distinta, creativa. Una lectura que interroga el libro anterior de Hasbún (Cinco, un volumen de cuentos), en procura de huellas que conduzcan a iluminar el secreto de la obra posterior.

Una lectura poderosa merodeando los protocolos de un secreto (EB).

(apuntes sobre una novela en un diario)


Fernando Barrientos


Miércoles 17

En El Lugar del Cuerpo se nos revela el secreto en la primera frase. Esa imagen del pasado lejano, el secreto, es el motor de la narración. “[…] los efectos son infinitamente más importantes que las causas y éstas pueden ser sustituidas, perfeccionadas, olvidadas” dice el narrador, ya irremediablemente involucrado, en Los Adioses, de Onetti. Un libro, el último libro de Elena, que se está muriendo, cuando ya han muerto todos los implicados. El secreto como mecanismo de construcción de la trama que permite tejer sobre un punto ciego una red de pequeñas historias de manera inexplicable, como ha revelado Piglia por ahí.

Domingo 21

Los temas, estilo y tono de El Lugar del Cuerpo están ya adelantados en los cuentos de Cinco, del propio Hasbún. Como en ese libro, en esta novela, las mismas recurrencias: las cosas importantes ocurren en espacios reducidos y privados (autos, camas, baños), algunas accidentales e indiscretas polaroids de nuestras tensiones inter clase, la fijación con los diarios personales como registros de la intimidad y laboratorios de la escritura, la literatura dentro de la literatura, la literatura como religión. También la escritura impecable, neutra, avanzando con vacilación, observándose a sí misma, rozando por momentos la hipercorrección pero atendiendo al conflicto entre lengua hablada y lengua escrita (en esta novela no se hace el amor, en esta novela se culea). La lograda construcción de una estructura compleja, la centralidad de la mirada de la protagonista, la resistencia del texto a la interpretación, son algunas de las marcas de esta dolorosa novela.

Lunes 29

En su libro, Elena injerta fragmentos de su diario. Lo extraño es que en ese diario no hay la más mínima referencia al secreto. Filmadora descompuesta, deformante de la realidad, la gente sale retratada en ese diario como monstruos amables, como los dobles bizarros en aquel episodio de Seinfeld.

Miércoles 31

El diario como un mapa incompleto para encontrar un tesoro en un lugar llamado Elena. El cuerpo como la única patria, una patria en ruinas.

Jueves 6

Todos los libros anteriores de Elena parecen “inventados”, dice ella, como si le faltasen las nociones sencillas, los temores a los que los seres humanos estuvieron sometidos desde el principio. La distancia entre la literatura y la vida. Este libro (el making of de un libro futuro) parece ser un libro verdadero. Es el libro en el que va a revelar el secreto. Fusión entre literatura y vida.

Domingo 9

Elena fuera de la tradición femenina (también fuera de la maternidad, entre otros espacios femeninos) de la memoria en el cuerpo, el relato oral (la anti-Scherezade, la que se resiste a contar). Si no hay secreto que se pueda develar, no hay sentido. Si no hay posibilidad de decir el secreto, tal vez se lo puede escribir. El cuerpo como lugar donde se esconde el secreto: “el lugar donde supo más sobre sí misma y sobre los demás que nunca antes y nunca después”. El cuerpo no olvida. La cicatriz. La vida para escribir la vida, un silencio confortable y revelador para propiciar el perdón.

Jueves 13

Queda un secreto para Elena, y también para nosotros, que sabemos lo mismo que ella. Elena mira los episodios de su vida como en un panóptico, intentando descubrir el secreto. Pero todo panóptico tiene un punto ciego. Todos tenemos secretos, todos tenemos miedo que nuestros secretos se conozcan. Pero terminamos temiendo más a enfrentarnos con nuestros secretos, a que aparezcan los fantasmas. “La gente hace muchas cosas en la intimidad que sería imposible explicar en público” dice alguien en La Ventana Indiscreta de Hitchcock.

Lunes 17

Como las mujeres de los cuentos de Cinco, Elena también sufre una vida irreal, es una de esas mujeres que se sienten distantes de sí mismas, como si las cosas le pasaran a otra, de esas mujeres inmovilizadas por la duda frente a preguntas sobre asuntos que antes eran “naturales”, de esas mujeres obsesivas, vigilantes hasta de sus más mínimos movimientos, de esas mujeres difíciles, endurecidas desde la infancia. Los síntomas actuales que viven las que atraviesan el camino para convertirse en mujer.

Jueves 20

En la estructura temporal del libro que está armando Elena se mezcla el pasado entre las sombras de la infancia, el presente confuso y algunos fragmentos del diario de distintas épocas –la rememoración de los episodios más significativos de toda su vida. “Los hechos graves están fuera del tiempo, ya porque en ellos el pasado inmediato queda como tronchado del porvenir, ya porque no parecen consecutivas las partes que los conforman” (Borges, “Emma Zunz”). Todo está conectado en un tiempo suspendido. Esto parece confirmarse en el recurso de paralelismo del capítulo final, que transcurre intercalando la narración entre un párrafo en un aeropuerto extranjero (ese no-lugar) con otro párrafo de la vuelta a la ciudad local (ese lugar irreconocible). El final, lo último que leemos, no es en verdad el final.

El final está en otra parte.

La historia se diluye, volviendo siempre sobre sí misma, sin acabar del todo.

2 comentarios:

JG dijo...

Todavía no leí el texto.
Muy linda foto.
Disculpe la pregunta Don Cu-cu-cu-ervo (es que me estoy cantando de frío en estos páramos, bo):
¿La foto es de la peli de Greenaway, Escrito sobre el cuerpo, no ve? (título que me gusta más que The Pillow Book)

Frank dijo...

A la luna, como diosa inalcanzable, yo le ruego un poco más de inspiración
Y a los gauchos, compañeros en este baile, les ofrezco respeto