“… como si hablar mal no estuviera bien”
Adolfo Cárdenas Franco
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Hacia fines de los 50, el Expresionismo Abstracto se había convertido en un paquidermo formulaico, condescendiente, vacío. La obra de un Pollock, un Rothko, un De Kooning, giraba en torno a temas “eternos”, “sublimes”, como
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Arthur Danto: “El Pop opera una transfiguración del lugar común”. El primer gesto de combate del Pop Art es obliterar la propia subjetividad y volcarse sobre todo aquello que estaba delante de sus narices. La estrategia: trasladar objetos de la vida cotidiana al ámbito del arte: explorar las superficies de lo inmediato y cotidiano y vulgar. Hacer que el objeto común, tras operarle algunas mínimas transformaciones, se convirtiera en extraordinario. “El paso del Expresionismo Abstracto al Pop Art constituye uno de los síntomas más espectaculares del fin de la modernidad” [Rosalind Krauss].
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Barthes: “A fines de los 50 algunos estudiantes del London Institute of Contemporary Arts resolvieron rescatar la cultura popular de aquella época: tiras de comics, películas, afiches publicitarios, ciencia ficción, música pop. Todas estas manifestaciones no se consideraban expresiones estéticas, al ser enteramente producidas en forma industrial por la cultura de masas”. Cuando estas ideas cruzan el Atlántico, nace el Pop Art, revolución que cancela las nociones tradicionales sobre la obra de arte. Una característica esencial de este movimiento es que “usa principalmente todo aquello que es despreciado” [L’obvie et l’obtus].
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Para su primera exposición individual, Andy Warhol organizó la galería neoyorquina Stable como un supermercado. Y dispuso su serie de duplicados de cajas de detergente Brillo en hileras sobre el suelo, anulando así toda mediación, interrumpiendo el campo visual cotidiano del espectador. El notable filósofo del arte Hal Foster se pregunta: “Si es imposible establecer diferencias puramente visuales entre las cajas Brillo de Warhol y las que encontramos en un supermercado, ¿dónde radica la diferencia entre el objeto de arte y el objeto real? Ambos son aparentemente idénticos”. En Warhol la imagen es vacía, como sus cajas Brillo: no hay nada adentro, no hay detergente, ni siquiera hay un “adentro”. El gesto pop, con toda su fuerza contestataria, es también infaliblemente humorístico.
Se nos ocurre pensar que Periférica Blvd., novela de Adolfo Cárdenas Franco editada por Gente Común en 2004, admite una lectura con gafas warholianas. En esta “ópera rock-ocó”, la mediación de la cultura popular gravita desde la decisión del título. “Hace algún tiempo atrás, mucho antes de la publicación de la novela, estábamos jugando con Edgar Arandia con estas combinaciones entre inglés, aymara y español y llegamos a encontrar un título que nos pareció muy interesante y que era Chuquiago Blues […] Jugando con eso, intenté con Periférica Blues […] Pero claro, al escribir a mano “blues” también se podía leer casi la abreviación de “boulevard”, ¿no cierto? De ahí salió, un poco, Periférica Blvd.” [Adolfo Cárdenas, entrevista no fechada].
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Chicago blues deviene Chuquiago Blues por obra de una traducción ladina. Chicago blues nombra el blues urbano, electrificado, incorporado a la circulación comercial: la transposición de una música rural al ámbito de la ciudad: de los campo de algodón a los estudios de Chess Records: el paso de expresión comunitaria a mercancía de masas. Todo un comentario sobre la cuestión de la migración campo-ciudad. El juego de sobreinscripciones que esta nominación trama, adelanta ya una de las características esenciales de la novela de Cárdenas: su trabajo con el lenguaje. Pero Cárdenas decide usar este otro título: Periférica Blvd. Leer “blvd” donde se hubo escrito a mano “blues”: ¿Hay una moraleja en esto? (De aquí en más, PB designa a la novela y ACF a su autor).
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Algunos rasgos del Pop: uso exclusivo de materiales ya procesados por la cultura de masas (diseño industrial y fotografía publicitaria, historietas, cine, televisión); presentación formal y plana del objeto; uso de técnicas deliberadamente inexpresivas que evocan los procesos mecánicos de producción masiva; reelaboración estética del objeto común mediante una reapropiación celebratoria del gusto popular; exaltación de la mercancía en tanto que mercancía. Y también: el Pop promueve aprehensión crítica de la cultura de masas y del poder de la imagen mercantilizada; reside con ambivalencia lúdica en las fronteras indiscernibles entre arte y marketing (publicidad); expone a la imagen masiva, portadora de sueños colectivos, en toda su inadecuación con la sociedad.
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Al pop no le interesa la realidad: le interesa, lo obsede, la forma en que la realidad es encapsulada y propalada por los medios de masas, administrada en la circulación de bienes de la industria cultural. Cuando Warhol trabaja con las imágenes de Marilyn o Elvis, trabaja exclusivamente sobre fotografías. Esas personas le interesan en tanto que “estrellas”, nada más. Warhol entiende que el ser-de-la-estrella es la mera figuración: no hay nada detrás del ícono. En ese sentido, le da lo mismo Liz Taylor que Mickey Mouse o una lata de sopas Campbell: meros objetos pop: imágenes planas.
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Pop Art: simulacro hiperreal: realismo traumático. El Pop no sólo repite las imágenes de los medios de masas, sino que las reproduce según el modo de repetición propio de los mass media. El Pop fija y muestra los efectos sociales de aquellas operaciones: los produce, los reinserta en su circulación original: reformatea, se diría, nuestro inconsciente óptico (creado en buena medida por el incesante bombardeo subliminal). En la serialidad de las serigrafías de Warhol se trasluce “la realidad del sufrimiento y el éxtasis tanático de la sociedad mediática” [Andreas Huyssen].
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“[PB] Es lo que yo llamaría, si vamos a hablar de influencias y escuelas, una novela de realismo sucio en el modelo del monólogo de Molly Bloom” [ACF, entrevista].
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El arte moderno le dio la espalda a la cultura de masas, fue elitista, refinado, resistió la seducción de la cultura popular, se abstuvo de complacer grandes audiencias, quiso ser incomprensible, cerrado, sólo accesible para iniciados. El Pop se deja seducir por la cultura popular, flirtea con ella, pero manteniéndose a distancia: nueva sensibilidad que conmociona la rígida jerarquía del gusto estético y el consumo cultural. El Pop busca la figuración abierta, cero abstracción, y se vuelca sobre todo medio a su alcance, sobre todo género: es voraz e insaciable. Se nutre de formas marginales, “no artísticas”, improvisadas por grupos sociales excluidos, a partir de los materiales degradados de producción masiva.
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“Sobaco, patas, poto, vapor, tabaco, thinner, alcohol, otros no identificados. Posible existencia de marihuana, bayer en la jerga. Cocaína poco posible, dado el bajo poder adquisitivo de los presentes, quizás sulfato base (zapato). Visibilidad cero, ahora rota por esporádicos haces de luz. Imposible identificar antisociales. Supuesta presencia de traficantes, viciosos, proxenetas, invertidos, terroristas, meretrices, pushers, palomillos y ckolos. Probable pedido de apoyo a otras unidades” (p. 15). El texto anterior es una descripción que el Chif apunta en su libreta de notas al ingresar al primer antro que visitan durante su recorrido. De ese modo se define el ambiente en que se desarrollara la novela. Ha dicho ACF en una charla: “Para mí esta novela es la representación textual de un circo”. Es decir, una carnavalización (en el sentido de Bakhtin), una superación de las nociones de grotesco social malversadas por Sanjinéz en su conocido estudio.
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Habla El Lobo, en estado je-me-souviens: “lo que me divierte es leer los disparates que escribe la gente que frecuenta estos antros y que me recuerda aquellos dichosos e inocentes años cuando yo pasaba mi tiempo escribiendo [en los baños] cosas como agradece que lo que tienes entre los dedos no lo tienes en el soplapedos o pazamora traidor la máscara roja no olvida carajo y claro la vieja consigna de mis viejos tiempos aun vigente bánzer criminal viejo chancho cipayo de los gringos viva el PORque no me das bola K-rola” (p. 226).
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Con el Pop Art, la tensión entre lo Alto y lo Bajo, entre arte de élite y cultura popular, llega a su momento de implosión. Si, por vías de un formalismo exacerbado, el modernismo buscaba pureza estética, éxtasis del sentido, lo sublime, el Pop lo contrasta visitando su reverso espurio: el kitsch, el camp. Leamos el epígrafe del capítulo “Steppenwolf II”, de PB: “Sólo soy culpable de tener mal gusto” (firmado por Larry Flint, ese filántropo).
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No cabe duda de que las mitologías (en sentido de Barthes) más vigorosas de la cultura contemporánea son aquellas producidas por el cine, la televisión y la música popular. Entre el vasto repertorio de motivos frecuentados por los mass media, pensamos en las típicas historias de dos policías (o dos detectives), al estilo de Mel Gibson y Danny Glover en Arma Mortal y en series como Starsky y Hutch, Calles de San Francisco, Chips o Dragnet. No es necesario comentar nada sobre este tipo de ficciones: todos sabemos, lo queramos o no, cómo funciona el sub-género (su origen está en el comic, en las parejas de superhéroes, tipo Batman & Robin, etc.). Adolfo Cárdenas apela a este motivo archipopular como soporte para desarrollar las obsesiones que merodea su novela: en primera aproximación, PB cuenta las aventuras del Teniente Villalobos y su sarna el Severo Fernández, a bordo de un Volvo oficial, durante una noche de patrulla por el inframundo paceño. Necesariamente, ACF transparenta el mecanismo, la apelación pop, a la primera oportunidad: narra Severo al chequear el cadáver de El Rey (página 23 de PB): “… sus pies y sus brazos abiertos como en mayami bais…”. Vale decir: Miami Vice, aquella serie ochentona, protagonizada por Don Johnson y Phillip Michael Thomas. Lo que ACF instaura al fonetizar la grafía del título de la serie de televisión es una extrapolación/serialización del mecanismo que convierte Chicago Blues en Chuquiago Blues: no importa demasiado la serie televisiva en sí, sino la forma en que fue vista, consumida, asimilada, en la periferia.
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El detalle capital de la cita anterior no reside en la simple mención de la serie televisiva, sino en el nexo gramatical “como”. A menudo los personajes de PB resuelven diversas situaciones no según sus experiencias personales, sino de acuerdo lo hayan visto en el cine o la tele (Por supuesto, vivimos en la era del fin de la experiencia: solamente nos queda el reservorio mediático). Este tipo de marcas de procedencia pop, que tienen además la función de acentuar el bovarismo constitutivo de los personajes, recorre toda la novela. Así, al raleo: “o sea los del escuadrón que se pintan sus caras como en las pelis del rambolas” (p. 170); “empujándome hacia el fondo, gritando ap agueinst de uol madder faquers pensando encontrar una tracalada de delincuentes […] yor gona jia abaut my ay wana col may loyer hubiera querido amenazar como en las películas pero la sorpresa no permitía que me manifieste de ningún modo” (p. 233); “me desespero, lescucho su corazón, le tomo el pulso, le pongo los dedos en su cuello así comuen la televisión y lunico que nuago es darle respiración boca a boca” (p. 181); “ante las carcajadas de mis compañeros bloqueado para siempre acomplejado por el sistema entero como en el video de Pink Floyd” (p. 224); “y entons es que paro el Volvo a un lado y le digo: Es que mi teniente… yo… lo sé todo mi teniente, le digo comuen las telenovelas” (p. 29) “pareciera questoy enotro planeta y me pregunto a mí mismo: como quenotro planeta… acaso sé yo comues otro planeta… yentons deducciono que lidea que tengo diotros laredos es lo que saco del cine donde mi vieja me llevaba” (p. 259); “hasta el centro de la pista que comuabía dicho parece más de patinaje que de baile por la cantidad de cerveza quián echado y claro, todos parecen unos virtuosos de la bailanta, deslizándose como cisnes en el lago hasta quinvariablemente alguien se cae igualito como en las pelis de los tres chiflados” (p. 246).
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Como se lee, Cárdenas usa los objetos más inmediatos de la cultura popular a manera de sintaxis. El uso más flagrante de esta apelación pop ocurre cuando Oquendo interroga a los habitantes de las “catacumbias”, buscando al líder del bajomundo. Temeroso de ser descubierto, el teniente, escondido, grita: “Yo soy el Rin Tin Thinner”. Gesto que los otros detenidos imitan, encubriendo al Rin ante la policía. El teniente, que narra este fragmento, explica: “exprimiéndome el cerebro entreveo la oscura y melodramática escena de una película perdida en la arcana memoria de mi infancia” y “casi automáticamente la repito en un alarido oculto al público presente”. Detiene la narración para comentar que su sarna hace callar a un sujeto y acto seguido entre paréntesis se pregunta: “(¿habrá visto el Severo la misma película?)” (p. 71).
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Andy Warhol: “La televisión ha logrado algo inaudito y eso es que la gente realmente está volviéndose de plástico: son simples recipientes a los que se alimenta con emociones enlatadas. Solamente quienes pueden devolver aquello con lo que son alimentados logran ser considerados notables.” [POPism]
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“Como una es honesta con un poco de fuerza de voluntad se amarra pues los calzones bien amarrados y anda por la vida con la mirada digna la frente alta aunque el corazón se marchite al ritmo del bolero” (p. 229). La gravitación de la música popular es fundamental en PB. No sólo existe un personaje conocido como “el hombre que supo amar”, quien habla usando únicamente frases de boleros y tangos, sino que en muchas situaciones los personajes hallan su voz, su discurso, en citas explícitas a clásicos de la cultura popular latinoamericana. En el fragmento dedicado a la sargento Tejerina (capítulo “La policía también llora”), se nos informa que ella llega a su casa, se desnuda, enciende la radio y tras decidirse a escribir una entrada en su diario privado, confiesa: “Estoy muy sola y triste acá en este mundo abandonada…” (p. 187). Hacia el final de la novela, en el episodio de la boda, el teniente encuentra al Severo ya instalado en una mesa, y comenta: “es una imagen que coincidentemente se amalgama con ese clásico micrero: Con un vaso de cerveza, mataré esta tristeza” (p. 208). El afán paródico arrasa con todo: “y la cabeza puesta en un pasado que supuestamente fue mejor es que hijo sabes en la vida hay amores que nunca pueden olvidarse y yo cuando pertenecía a las milicias populares…” (p. 228); como la sargento sufre penas de amor por culpa del teniente, escribe: “todo se derrumbó dentro de mí, dentro de mí, aunque suene igual que ese artillero cuya chapa no puedo acordarme, querido diario” (p.193). No sólo de canciones está tramada la cartografía emocional de nuestra Bridget Jones alteña, también, por supuesto, de imágenes: la sargento ha visto un programa en que una stripper jugaba, desnuda, con una antorcha y comenta: “al hacer la prueba me he quemado todo el vello de mi pubis y que vulgarmente le dicen pendejos, pero bueno…” (p. 191).
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“Más que la ambigüedad, la figura más cercana sería la ironía. Adolfo Cárdenas confiesa que aquella fórmula de Woody Allen: tragedia + tiempo = humor, le sirve a la hora de tratar temas como la prostitución, el racismo, la homosexualidad o la transculturación de la(s) sociedad(es)”. [Aldo Medinacelli]
Filiaciones, linajes. Comenta ACF: “… esa opción por la escritura automática que a mi modo de ver ha sido llevada a niveles estruendosos por Joyce. Es decir, el momento de la creación en el momento de la creación misma: una sobre-creación. Eso sí me afilia mucho a Joyce y a Cabrera Infante… que es otra opción… sus neologismos son mucho más pensados, más trabajados, pero también estaría en la línea de las propuestas sugeridas por el jazz.”
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En lo que sigue, dejaremos de lado el Factor Joyce. Siendo PB una novela sobredeterminada por sus búsquedas lingüísticas, preferimos movernos en el ámbito latinoamericano. Sospechamos que PB tiene un fuertísimo aire de familia con las novelas de Manuel Puig, Cabrera Infante, Severo Sarduy, Luis Rafael Sánchez (autor de La guaracha del Macho Camacho). Y por supuesto con la opus magna de Joao Guimaraes Rosa: Grande Sertao. Veredas, novela-total a la que saludamos desde el título elegido para estas notas.
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Guillermo Cabrera Infante [“Advertencia”, Tres tristes tigres]: “El libro está en cubano. Es decir, escrito en los diferentes dialectos del español que se hablan en Cuba y la escritura no es más que un intento de atrapar la voz humana al vuelo, como aquel que dice. Las distintas formas del cubaneo se funden o creo que se funden en un solo lenguaje literario. Sin embargo, predomina como un acento el habla de los habaneros y en particular la jerga nocturna, que, como en todas las grandes ciudades, tiende a ser un idioma secreto. La reconstrucción no fue fácil y algunas páginas se deben oír mejor que se leen, y no sería mala idea leerlas en voz alta. Finalmente quiero hacer mío este reparo de Mark Twain: Hago estas explicaciones por la simple razón de que sin ellas muchos lectores supondrían que todos los personajes tratan de hablar igual sin conseguirlo.”
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“Ni nivola ni novela. La guaracha del Macho Camacho es la charca del despelote neoindustrial, la crónica de un mundo enfermo: hueco, hundido en el vicio, anticultural, cosificante y sucio. Es un documental dirigido por un cínico, una tira de comics escrita por un demonio en medio de un tremendo tapón existencial, en la que se presenta el ensanchamiento colectivo del lenguaje, la parálisis del pensamiento creador y libre, el estancamiento moral, el embrutecimiento de todos los sectores socioeconómicos: la excreta individual y colectiva”. [Reseña publicada en la revista boricua Rojo. Julio, 1976]
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Febrero de 1966. Manuel Puig, que ha abandonado sus estudios de cine y trabaja como vendedor de boletos para una compañía aérea en el aeropuerto de New York, concluye su primera novela y la envía a una editorial ibérica. Para evitar futuros problemas, escribe a mano una carta a su mayor divinidad de Hollywood, solicitando una curiosa autorización: Puig le explica que usa su nombre en el título de su novela “como símbolo de la seducción en la pantalla”. Semanas más tarde, en carta a su amigo Cabrera Infante, Manuel, jubiloso, comenta: “El título final de la novela es La traición de Rita Hayworth. Se lo sugerí a la editorial con bastante timidez. A todo el mundo parece gustarle de inmediato. Los entusiasma mucho su carácter pop-art.”
Coda
Concluimos esta primera lata de sopa pop con una performance de Lou Reed y John Cale. Aquí, los líderes de Velvet Underground (sin la insufrible conchuda de Nico, gracias al cielo) recuerdan al amigo/maestro que supo darles cobijo en The Factory durante los años difíciles y, sin abandonar su inconfundible sonido, experimentan con form(ul)as propias del minimalismo de Philip Glass, Reich y Riley (movimiento que, de muchas maneras, nace al amparo de las propuestas del Pop Art), para lograr música de putísima madre. El tema titula “Work” y pertenece al ciclo de canciones escritas por Lou & Cale en homenaje póstumo a Warhol [Songs for Drella]. Si hubiere alguien que no tiene el disco, le rogamos que no vuelva a pasar por este blog hasta no haberlo escuchado unas cien veces.
11 comentarios:
Como corresponde a la circunstancia, vuelven propuestas descoyuntadas…
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En medio del entusiasmo y la música periférica, un taxista jovial me dio una larga conversación (que luego habría de tarifar) sobre cuánto le gustaba leer el repertorio (digno de catálogo pop) oscilaba entre el éxtasis y el éxito… me preguntó (notando que mi única carga eran libros) qué podía leer de literatura nacional, sonrío eufórica y digo subiendo el tonito de voz con ese traidor entusiasmo que largas vergüenzas me vale: “¡Periférica blvd!”. A pedido del público, se lo anoto en un papelito.
Tiempo después me encuentro con un amigo que se jacta de tener más kilometraje literario que muchos taxistas en el medio… no me ha gustado, no entiendo, chistoso es pero me canso.
Hay que entender en los registros, Cárdenas estratifica: castellama es más difícil que espachol. Y bien, considerar lo límites de la revelación social del pop y sus niveles de lectura, no por lo oficialmente “artística” como consideración social, sino como experiencia estética, que a unos se entrega y a otros mira torvamente… no se olvide que la sátira habla siempre desde arriba, la burla necesita un enunciador autorizado.
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Pero más allá de la definición. Ver de cerquita a Cárdenas (al que sigo por los bares como por los estantes) y problematizar una llaga antigua:
¿ se trata de una materia asimilada realmente “en la periferia”? o al menos “a la manera de” la periferia? ¿será?
¿Qué tan pop y tan real el material inicial? ¿cuánto hay de ficción, de creación propia de juego poético balbuceante en las palabras que no sólo se acercan a referentes marginales/cotidianos? (a la manera de la Guaracha también: piénsese pues en el bar free-bolas en el célebre capítulo “sueño de una noche de ver anos”…referencia por otro lado no tan “popular” ni marketera, ni baja, de las que abundan en el tan ponderado libro en cuestión)
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Sin embargo: ahí también el frasco, el continente, el vacío que conforma “el idioma secreto” que citas en Cabrera Infante (¿acaso no una de las consignas de toda pretendida identidad?)…que si bien pretende, no está obligado a ser el de la periferia (ni siquiera la imaginaria periferia literaria)
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Lecturas "antiguas"…Se lo ha mirado mucho, una veta de charla trillada pero no menos válida por eso: dentro de lo pop, lo vacío está lo postulado por cárdenas en un material que es más vasto, capaz más irreverente porque se mete con todos: una ópera barrococó…
P.D. ¿Qué haces este fin de semana juanito? (jajajajaja)
Hola, negra, este fin de semana me lo pasaré envasando sopas warholianas. Ozá, cero progs, ¿chiapas?
¿Y vos? ¿Te vas de parranda por las catacumbias?
Coirarets, coirates.
No contesto tus comentarios hasta que acabe con la serie, ¿ya? Que si no me voy a chipar más que mi tocayo el cabito Juan.
Y como dijo el dishei: "pon tu granito de arena para salvar a las ballenas".
Hasta la derrota, como siempre.
[PD. Negra, me deja pensando lo que decís de que se ha visto mucho ya a PB. Raro, yo solamente conozco el breve ensayo de Orihuela (que, como seguramente sabes, no es sobre la novela, sino sobre el "Chojcho"), en un cuadernillo de "la carrera", y alguna que otra cosa en la red. ¿Hay algo más? ¿Qué tipo de lecturas sobre PB se hacen/han hecho?
Y ahora un favorcillo: si este fin de semana no estás "más torcida que alambre de anticucho" [dijo el Severo], ¿me podrías/quisieras contar cómo es el "Chojcho", qué diferencia tiene con el primer capítulo de la novela? Según entiendo a Orihuela, el cuento presentaría mayor predominancia de lenguaje gráfico que escrito (si bien, claro, por "lenguaje gráfico" aludo a escritura de graffiti). Y ya].
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Jaja, ke grande ese tachero charlardor!! (sería tremendo encontrarlo para preguntarle ke tal la lectura del blues de la periferia). El ultimo tachero lector!!
Es cierto, a mi, como a ese su amigo jactancioso al principio me corrió, me negaba a entrar en ese delirio linguistico, en su pesadilla del habla sublevada (es un valor que cargo, una superstición de lector en verdad, eso del “lenguaje literario”, divorciado o en conflicto con la lengua oral, pero, lo vemos todos los dias, los valores están en crisis). En ese caso le apostaría ke a ese su amigo no le “gustaría” tampoco De Cuando en Cuando Saturnina de la inefable Spedding, que transita el castimillano (mezclado con spanglish y aymara) además de desubicar de sobremanera con su ucronia protagonizada por choletas intergalacticas. Otra zancadilla, si uno ya conocía el Chojcho primigenio, es el primer capitulo, que no permite acceder a la sensación de estar leyendo algo totalmente nuevo, aunque tal vez ya eso es mero capricho mio. Si, tienes toda la razón, negra, no hay ke correrse, hay ke vencer el primer temor y arriesgarse a vivir la experiencia estética de cuatro horas de PB (extrañe un reloj en PB, que marke las acciones/narraciones de los personajes. ¿Y si las 4 horas de las aventuras de severo y el tte. Villalobos son el lapso ke se tardaría en leer de corrido PB?). ya si no le gusto, leyéndola entera, es ke la experiencia no era para el (hay lectores y libros de todos los colores, como debe ser)
Lo que me llama la atención inicialmente es ke dos novelas paceñas (paceñisimas) publicadas casi al mismo tiempo tienen como personajes a detectives, no siendo novelas policiacas: PB y Cuando Sara Chura Despierte (Piñeiro no pudo leer PB antes de sacar CSCHD y viceversa). Y son detectives ke conflictuan la clasificación: como dice Juan, hay el efecto mayami bais de los detectives del hard boyle en PB, pero las parejas de detectives son típicas del policial clásico (S. Holmes y Watson) o no?Uno ke representa el sentido común y el otro ke resuelve todo como por arte de magia, por intuición, por saber leer correctamente los detalles, ke el otro no ve. ke en el caso de PB estarían invertidas: el ayudantye es kien resuelve el crimen, el caso.
Otra cosa en común son las réplicas de la ciudad en ambas novelas: la maketa ke reproduce exactamente LPZ en Sara Chura y las cloacas del Rin, esa ciudad debajo de la ciudad, esa arcadia al revés, como dice ACF en PB.
Claro ke habría “creacion propia” (otro valor a poner a prueba) en PB, pero lo impresionante es lo otro, al menos para mi, la manipulación del lenguaje cotidiano paceño en sus multiples niveles y pertenencias, de las letras de las canciones populares, anécdotas del mundillo literario paceño, descripción de situaciones ke en verdad son imágenes ke ya existen en la “realidad” (no se si alguien se dio cuenta ke en una descripción medio pesadillesca lo ke en verdad se refiere es… la portada de la antología de poesía ke hizo H Quino en los 80s, fosa común!!!, cuadros de borda, etc.), la parodia, la cita, la deformación, el descontexto, etc, etc.
Vio ke un poeta de la casa, Barriga, sale dos veces en PB? (ni ke decir ke muchas de las cosas en PB son tics presentes en esa generación setentera: barriga pa decir desesperado/a dice Marta Sanchez, pa decir suavemente dice Elvis Crespo)
Habría ke hacer preguntitas en tono leninista: periferia para kien?
También se plantea un debate posible sobre dos arbitrariedades: literatura nacional vs. literatura regional
Ahora también PB me parece irrepetible. Si se haría formula ya no tendría ni chiste, digamos. Creo ke no seria saludable ke la literatura paceña se pusiera en plan reproductor del habla, seria demasiado para mi
Creo ke se ha hablado mucho de PB, es decir creo ke se ha hablado casi siempre sobre lo mismo: el barroco, el lenguaje. Pero bien ke se siga hablando, y habría ke seguir hablando (además de la lista enorme de libros nacionales y no nacionales de los ke tenemos ke hablar poco a poco, nove?). ud. ke es de la casa montes, digame, ahí adentro se han producido los suficientes textos críticos sobre PB? (aprovecho la vena interrogatoria pa satisfacer una duda cuasi antropológica respecto a su formación en dicha casa respecto a las artes cleptómanas: está a favor, en contra o todo lo contrario?) esta muy buena esta mirada medio estrabica pop erudita de juan. Refresca y pone nuevos ítems pa discutir, no cree? El lunes la segunda entrega de cuatro. Chiapan o no chiapan?
Y ahora ya no se pierda pues negra! Es siempre un lujo cuando se pasa por un par de tekilas en este boliche tan mejicano (si sigue en cocha le aviso ke mañana domingo sale alla en Opinion la entrevista a bob dylan ke publicamos primicialmente, gracias a nuestros amigos de La Ramona)
Ya por mail le hablo pa kedar sobre algunos planes para dominar el mundo
No vale, che, que hagan esos comentarios cuando yo estoy en veda auto-impuesta.
"Costen", dijo El Chavo.
PD. No hay.
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uta! perdon che!
cierto aca uno hablando humedades, adelantandose a la segunda la ta de sopa warholiana
me va a tener ke disculpar cabito
salud!
El chojcho, es casi idéntico si mi memoria no me engaña como de costumbre…pero voy a cotejar minuciosamente namás porque ya me metió la espina y ahí le cuento el cuento… Mondaca lo puso en escena: en el fondo una tela blanca donde transcurren los graffitis (¿han notado al zárate que está siempre ahí? Me encantan esos juegos en todo el libro) también una lectura muy buena en cuanto a puesta, justo por su gran graficismo (graficidad, graficiencia, grafmdjñvd).
En cuanto al registro de la alejandría Montes de polvorientas tesis (he aquí un atisbo de respuesta a don Cuervo, cuya pregunta deberé contestar por medios menos públicos, si es que con esto no se da por contestado) están sobre PB una tesis ya defendida que lo define como barroco medio a la rápida (habría que leerla, yo la anduve hojeando y escuchando opiniones ajenas) y una que ya está redactada y por defender, que compara PB, ciertos cuadros de Mario Conde y “¿quién mató a la llamita blanca?” en la búsqueda de la definición de un neobarroco mestizo boliviano (después de leer el título hay que tomar aliento), y también muchos trabajitos eventuales del curso monográfico de literatura boliviana, que habría que rastrear.
Jajajaja el último tachero lector!!! Claro pues, el movimiento, la luz de los faroles, todo un recorrido, no es chiste. A lo que iba con lo de la experiencia estética es a que lo a unos se les permite a otros se les cierra en cuanto búsqueda de POPularidad, pero es algo que se sabe y se está (en el artículo de JG como en toda lectura…es sólo que hay que reconocer los límites de ciertas postulaciones que se entusiasman en legitimarse como algo que no son socialmente pero buéh…), y con eso no le desmerito (antimerito, inmerito) ni un poco a la novela en cuestión.
Está bueno lo de los cuadros y la portada… lindo en todo caso el guiño, sobre todo por el nombre: fosa común. Ahí crece y crece esta catacumbia desde su abismo paceño…
Atisbos, atisbos, ¿vamos a poner en el choreo al joven Piñeiro? Lo leí en el estreno y a veces se me cae de la memoria como una chola completamente borracha en sus zancadillas solemnes… linda observación. Literatura policial de una búsqueda un poco inevitable (sigo cargosa con o de la identidad, aunque es un pedacito limitadísimo de los libros en cuestión) en el ser boliviano (regional, boliviano, alteño, mmmm….no entro a ese debate joven, pero otra vez lo de la periferia va con lo de la estética: ¿el “periférico” entra a esta lectura? El que lo periferiza ¿piensa que el libro es un retrato fiel? ¿eso importa en relación al libro? ¿...?)
Sin duda. Nuevas discusiones a partir del texto aquí presente y su mirada desviada.
(Pop) Que no me pierda.
No sé si entiendo bien lo que sugieres, negra. ¿Apuntas al grado de fidelidad de la representación, quizás?
El título de la novela es Periférica Blvd., pero en Chuquiago la Periférica es una avenida. Ahí, me parece, habría una seña (complementada en que personajes como el teniente Ravelo tienen nombres de transitadas calles, claro).
Lo hiperreal, gusta decir Zizek recordando su texto hegeliano favorito, es aquello que excede lo real, lo más real que lo real: sólo así es posible aprehenderlo. Estamos, claro, en el real-racional de Hegel. [El Real lacaniano es ligeramente distinto y no operativo acá (por ahora): lo Otro Absoluto, lo que resiste toda representación.]
Y ya sabemos, vía la cuántica, que el observador modifica el objeto observado en el instante mismo de observar(lo).
Qué interesante lo que cuentas de Mondacca. ¿Habrá video por ahí? ¿Lo hizo unipersonal? (Fiu! resolver una polifonía en un unipersonal es algo para verse/oírse, realmente).
Don Cuervo, me parece que usted tiene algo bastante interesante en la tríada que propone. Especialmente, lo de los lenguajes en Saturnina y PB: Spedding opta abiertamente (y necesariamente, dado el asunto "futurista") por un lenguaje inventado, Cárdenas trabaja sobre los lenguajes circundantes. O sea, por un lado tenemos invención; por el otro, ficción.
PD. Sipiripi, el Yulius tiene unos cuantos cameos estelares en PB. Es un poco raro verlo moverse en ese ámbito de artilleros al Barriga, justo él que siempre es tan paranasiano, torre de marfil y qué sé yo (jo, jo).
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oiga doña negra no se le contagio un poco el barroco? es eso o es ke hoy amaneci co huelga de nueronas porke no me keda del todo claro lo ke dice
no, no, jamais dije ke el piñas le afano a cardenas (como dice seinfeld "thats nothing wrong about it") para nada: creo ke le debe poco o nada la sara chura a PB. ademas es materialmente imposible: son novelas casi aralelas en su publicacion
pa no interferir las actividades del cabo juan no comento na mas
ke chairo mas polenta este che!
Por el dios que todo lo pira, en qué idioma estoy escribiendo...creo que sí, don Cuervo, se me pegó nomás lo barroco...
a JG:
iba por la relación con la realidad que pretende definirla más allá de la ficción. Es decir, por las astas de la pretensión pop de tomar las cosas "reales" para hablar a "las masas", dos definiciones de por sí complicaditas como tales, (como bien recojes lacaniana-hegel-cuánticamente) pero bueno, a veces me pongo purista fuera de sitio, mi incomodidad es la postulación de algo masivo a partir de un código que, por definición, comparten muchos, pero ignoran más que muchos en el proceso de encuentro entre la obra y su lector. Insisto: escribir para la periferia, o creer DEFINIR con el libro lo que es ésta me parece algo demasiado pretencioso y que en realidad no tiene TAAANTA (así con hartas As) relevancia como la idea de que retoma lenguajes varios (porque toma también cosas de shakespeare, de otros muchos inalcanzables a lo masivo/POPular a la manera de uarjol).
Lo del Mondacca es grupal, no monólogo (auqnue algunos de sus monólogos, como el "No le digas" podrían considerarse masivos), voy a preguntar a las fuentes (tanto va el cántaro...) a ver si videamos el registro.
al C.:
Nooooo, no jovencito cuervo, no pongo a Sara Chura en relación al PB (que sabemos por su referencia que fueron simultáneos)... yo lo meto a don Piñeiro en otros choreos que tienen que ver con la solemnidad.A eso iba mi alusión: encontrar lugares solemnes, saenzeanos, churateños, a los que se hace zancadilla, se les burla de lo lindo, hacer de los profetas paxpacus y viceversa.
.....¿chiapan o chiapan?
¿me busco un traductor o me dedico a leer la segunda parte de este artículo (evedentemente) más ebullescente que sopa Campbell?
opto, por ahora, por lo segundo.
P.D. (Tampoco entendieron la ironía de mi primer P.D...qué pasa pues...)
je, je, "uarjol". muy buena, negra.
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