jueves, 12 de febrero de 2009

Homenaje a J. D. Salinger (Parte 5)

En uno de sus ensayos bonsai, Fabián Casas cuenta que consiguió el libro en una tienda de usados, por Corrientes, y que le costó menos que un boleto de colectivo. Hablamos, claro, del intento de biografía de Salinger emprendido por Ian Hamilton: In search of J.D. Salinger, publicado por Random House en 1988. Este es el título final. El original, sin embargo, era J.D. Salinger, portrait of a writer, que Hamilton presentó a la editorial en junio de 1985, previendo su publicación simultánea en UK y USA para el otoño de 1986.

El cambio tan elocuente del título es el resultado final de la serie de obstáculos que Hamilton enfrentó para publicar su trabajo. Receloso de su privacidad, Salinger saboteó la investigación (primero) y la publicación (inmediatamente después) por todos los medios a su disposición. Con todo, el astuto y persistente Hamilton llegó mucho más lejos que los numerosos valientes que lo precedieron en el intento. El mayor problema fue el inaudito tesoro con que Hamilton tropezó (y del que muy probablemente ni el mismo Salinger se habría enterado, de no mediar Hamilton): dos cachas llenas de cartas de Salinger, escritas entre 1936 y 1948, a sus amigos más cercanos (además de familiares, una novia, etc). El primer grupo de cartas se encuentra en la Universidad de Princeton. El segundo, más importante y voluminoso, en el Harry Ransom Humanities Research Center, de Austin, Texas. Son documentos a los que en esos días cualquier persona podía acceder libremente. Hamilton fue informado de que no le estaba permitido fotocopiar las cartas, pero que podía transcribir a mano todo cuanto quisiera, siempre y cuando lo hiciera usando papeles y lápices provistos por la biblioteca. Como antes en Princeton, en Austin Hamilton debió firmar un documento por el que se comprometía a no publicar ni citar en todo o en parte ninguna de esas cartas, sin previa autorización tanto del Harry Ransom Center como de Salinger. Por supuesto, Salinger no iba a permitir nunca que esos documentos salieran a la luz pública. Hamilton lo sabía muy bien, pero confiaba en alguna argucia jurídica respecto a la interpretación del “uso adecuado” de documentos inéditos contemplado por la ley norteamericana. Se equivocó.

Lo poco que Hamilton puede contar sobre esas cartas en la versión finalmente publicada (luego de tres o cuatro manuscritos rechazados por los abogados de Salinger porque excedían las cuotas de “uso adecuado”) es abso-fuckin’-lutely sensacional: el encuentro y posterior correspondencia del joven Salinger con Hemingway; el noviazgo de Salinger con Oona, una hija de Eugene O’Neill; sus comentarios sobre una charla de literatura que diera en un College (donde ese joven Salinger disertó sobre Kafka, Chéjov, Rimbaud, Proust, Lorca y Burns); su periodo melancólico tras la ruptura con Oona; el comentario a un amigo sobre una idea para una novela basada en los divagues de un chico expulsado del colegio días previos a Navidad; sus constantes quejas de sentirse al borde del colapso nervioso; su rabia al enterarse de que Oona había contraído matrimonio con Charles Chaplin…

Hamilton y su editorial, Random House, pelearon hasta lo último para vencer la resistencia de Salinger. Inevitablemente, al cabo de los forcejeos y las amenazas, el asunto llegó a los estrados judiciales. Para proceder al juicio, tanto Hamilton como Salinger debían dar una declaración (deposition), en persona, ante los respectivos abogados de la otra parte. Es decir que, paradójicamente, Salinger debía romper su reclusión para salir a defender su privacidad. Y lo hizo. No podemos imaginar lo que le costó (tanto como no podemos entender la saña de los querellantes en obligarlo a mostrarse en público), pero lo hizo.

El 10 de octubre de 1986, a los 68 años de edad, Jerome David Salinger llega a New York para presentar su descargo. El dispositivo que pone en marcha es una oda a la neurosis. Pero va y se entrevista con el abogado de Random House, un tal Robert Callagy, quien describe a Salinger como “remarcablemente conservado, si bien un poco sordo… Cabello bastante canoso, facciones prominentes. Se viste con elegancia y da la impresión de ser un atleta. A primera vista, parece más un hombre de negocios que un literato. Tras definirse como un autor de cierto prestigio, que por razones personales ha elegido abandonar la exposición pública, dejó muy en claro que objetaba tener que someterse a mis cuestionamientos”.

Toda una lección de dignidad.

En esta quinta entrega de nuestro saludo al gran ermitaño, al tierno poeta de la inocencia amenazada, les salpicamos dos breves textos dos. El primero es la noticia sobre el resultado del juicio, según la registró en su día un periódico de gran alcance.

El segundo texto es un fragmento de la transcripción del histórico “careo” entre J.D. Salinger y el abogado Callagy, que Ian Hamilton copia en el capítulo 13 de su extraño, exasperante, esencial, libro. (Juan González).

La verdad y las formas judiciales

a. El asunto toma estado público.

Salinger obstruye publicación de biografía [EFE. Nueva York - 01/02/1987]

Jerome David Salinger, autor de El guardián entre el centeno, y célebre por su reserva, ha conseguido una victoria en su batalla jurídica para impedir la publicación de una biografía no autorizada. Un tribunal de Nueva York consintió en bloquear provisionalmente la publicación por la casa editorial Random House del libro J. D. Salinger: a writing life, del que es autor Ian Hamilton, crítico del Sunday Times. Salinger inició acciones judiciales en otoño, con el fin de impedir la aparición del libro porque cita o parafrasea sin permiso cartas escritas por él a lo largo de 25 años.

En noviembre, un juez de primera instancia había dado la razón al editor, pero los abogados de Salinger apelaron. “Estamos encantados”, declaró hoy el abogado de J. D. Salinger, Andrew Boose. “Le hemos informado del fallo jurídico [a Salinger], y está igualmente encantado”, añadió.

Un portavoz de Random House anunció que la casa editorial no haría ningún comentario antes de examinar el fallo jurídico. La casa editorial no ha agotado todas las posibilidades y un nuevo proceso es posible.

En sus considerandos, de 20 páginas, el tribunal subraya que J. D. Salinger se había negado a colaborar con Hamilton cuando el proyecto de biografía le fue expuesto, en julio de 1983.

Las cartas en litigio se encontraban en varias universidades norteamericanas. Según los abogados de Salinger, lan Hamilton, crítico literario del Sunday Times, “obtiene un beneficio abusivo de la obra creativa y la correspondencia privada de Salinger”.

b. Ante la ley [In search of J.D. Salinger, p. 202]

Robert Callagy, abogado, representante de Random House, interroga a Salinger:

P. Señor Salinger, ¿cuándo fue la última vez que usted escribió una obra de ficción para su publicacion? [“work of fiction for publication”].

R. No estoy exactamente seguro.

P. ¿En algún momento, en los últimos 20 años, ha escrito usted alguna pieza de ficción para su publicación?

R. ¿Que haya sido publicada, dice usted?

P. Que haya sido publicada.

R. No…

P. ¿En algún momento, en los últimos 20 años, ha escrito usted alguna pieza de ficción que no haya sido publicada?

R. Sí.

P. ¿Podría describirme que obras de ficción ha escrito que no hayan sido publicadas?

R. Sería algo muy difícil de hacer.

P. ¿Ha escrito usted, en los últimos 20 años alguna pieza de ficción, en toda su extensión [“full length”], que no haya sido publicada?

R. ¿Podría usted recontextualizar la pregunta? ¿A qué se refiere con “en toda su extensión”? ¿Se refiere a trabajos listos para publicación?

P. Me refiero a obras que no sean cuentos, piezas ficcionales o entregas para revistas.

R. Es muy difícil responder. Yo no trabajo de esa manera. Simplemente, yo comienzo un texto y lo sigo hasta ver de qué se trata.

P. Busquemos una mejor manera de acercarnos al asunto. ¿Me diría usted cuáles han sido sus incursiones en el campo de la ficción en los últimos 20 años?

R. ¿Le diría? ¿O podría decirle?... Se trata simplemente de ficción. Eso es todo. Esa es la única descripción que puedo dar…. Es casi imposible definirlo. Yo trabajo con personajes. Y en la medida que ellos se desarrollan, yo los acompaño.

[Comentario de Ian Hamilton] Felizmente, esta línea de cuestionamiento no se profundizó. Las preguntas de Callagy se focalizaron en aquel Salinger que había escrito obras de ficción para ser publicadas –el Salinger que había sido autor de aquellas cartas en disputa. Una y otra vez, Salinger se refería al autor de aquellas cartas en tercera persona. Al ser presionado por Callagy, él califica a ese otro J.D. Salinger como “tímido”, “inmaduro”, efusivo”.

Medio siglo más tarde, ¿cómo podría esperarse que él, a sus 68 años, recordara o supiese lo que pasaba por la mente y por el corazón expresivo de ese “exuberante” jovencito (su anterior persona)?

“Es muy difícil”, replicaba. “Yo desearía que usted leyese cartas que escribió hace cuarenta y seis años. Es algo muy penoso para leer”.

Y cuando se le preguntó con qué frecuencia Salinger enviaba cartas a sus amigos, él respondió: “aparte de con cierta frecuencia no sabría responder”.

Nota.

Las varias versiones desechadas del trabajo de Hamilton no han desaparecido del todo. En especial, el primer manuscrito: fue impreso por Random House e incluso se le diseñó portada y contratapa. Nunca se distribuyó. Pero se cree que todavía existen unas 500 copias en circulación. Se chismea que hay quienes pagan hasta cinco mil dólares por uno de aquellos ejemplares.


11 comentarios:

JG dijo...

Hey, Don Cuervo, felices 31.
Festeje con moderacion.
Nada de torcimientos ni retorcijones, por favor.

Se nos va poniendo viejo, caramba!

Banderas en tu corazon, hoy quiero verlas

PD. Kelindafrau se acuerda del onomastico y manda saludos.

Editorial El Cuervo dijo...

:
son ya 32 kerido.
tamos vejetes ya che, pero me siento todo un ferdydurke la verdad (no se si eso es muy bueno)
noooo! despues de las vacaciones ke me di corresponde portarse bien.
digale de mi parte a kelindafrau ke le mando un abrazo
y otro muy efusivo pra voce

JG dijo...

Negra, eso de venir a la casa de Don Cuervo y despachar a Silvio Astier como "traidor" es súper jugado. Antes que traidor es delator y según Piglia es por vía de la traición que Silvio, y Arlt, entran en la literatura. El estudio colosal de Massotta, La traición de Robrto Arlt, va por ahí. Pero esto es otra historia. Sin embargo, antes: qué curioso que Silvio y Holden tengan la misma edad, 16 años. Y qué diferencia.
Gracias por el dato sobre esa novela de Fellmann Velarde. Jamás había oído hablar della (el tipo no me cae muy bien desde su Historia de Bolivia --en mi casa somos línea Montenegro-Almaraz-Zavaleta). Ya hice mis gestiones y creo que para el lunes la tendré. La leo de una sentada (aunque luego me tenga que discernir los cachetes anteroposteriores con un marcador) y te comento. Espero no desaparezcas. Qué rara novela, según la pintas: drogas, gays, padre hippie... En novela bolivana del 73 y por un teórico del NR (el operador definido por el querido maestro Luis H. Antezana).
Lo dicho: la leo y te comento.
Antes: ese personaje femenino que mencionas, Bubby, suena salingeriano de entrada: Boo Glass.
Y claro, lo otro: Paul Mann y Fellmann. Guiños muy fuertes ahí.
Otra vez: gracias por el dato.
Si te interesa, Negra, hacé una reseña completa de esa novela y yo negocio con Don Cuervo para que la postee.
¿Habemus trato?

JG dijo...

Perdón, Ferdy, el anterior comment debía ir en el artículo de los patos de Tony Soprano y Holden.

PD para Negra: Lamentablemente la primera temporada de Los Soprano no viene con subtítulos en español, sino que está doblada. Es un desastre, una Gioconda con bigotes (pero sin L.H.O.O.Q. de Duchamp). Quitarle la voz a Tony equivale a borrar 3/4 del personaje. Si podés escuchar el original sería lo ideal.

Julia Peredo Guzmán dijo...

No, no, de ninguna manera es despacho, para nada, es nomás un matiz entre Holden y Silvio...
No se me ofenda Gonzáles, pero delatar a un colega a la manera de Silvio Astier(así sin motivo y con un empeño casi ético, de una solemnidad furiosa para quien lee) es nomás traición de la más pura y digna, es cambiar de sentido todo; siguiendo esa idea me parece que es un cruce de umbral que asesina la infancia magistralmente, que además involucra a todo lo que él anda leyendo y madurando (este es lugar conocido, bien hurgado)como el propio gesto de Erdosain...
Soy amante(taidora) y empedernida de Roberto Arlt, comprendo tus objeciones, voy a revisar el mencionado artículo que creo tener casi mano.
Gracias por el (post)dato, respecto a la serie, voy a buscar el original, pasados los carnavales y las tareas engorrosas. La respuesta a lo de Bubby y los Soprano está en el artículo de los patos y en ella también hago una tímida alusión a ésta parte...(medio desordenados andamos con esto de los comentarios ¿no?).
Agradecida con las respuestas y entusiasmada con la idea, me voy a buscar tiempo para releer la novela y escribir la dicha reseña, pero claro, me encantaría escuchar primero qué opinión les merece a los anfitriones.
Seguimos en contacto.
Gocen del feriado y sus inversiones (tómese la palabra desde todos sus perfiles)

JG dijo...

No, no me ofendo, Negra. Yo dije que era muy jugado tirarse asi contra Silvio en casa de Don Cuervo. Y creo que Fernando interrumpira pronto en esta charla a poner las ies debajo de los puntos. Nadie se mete con Astier y vive para contarla, si Ferdy anda cerca.

La delacion de Silvio (es cierto, buchonear es traicionar, no hay como culipandearla) es capital. Me gusta lo que decis y se acerca a algo que tambien dice Piglia: la delacion de Silvio Astier es el mas espectacular relato de cruce de fronteras culturales de toda la literatura occidental.

Eso por ahora. Me voy a ver a los patos. La novela de Fellmann sigue en tramite, pronto la empiezo a leer.
Peace out, Negra

+ Don Cuervo. ¿Que pasa con sus settings? Por alguna razon, rechaza mi codigo html: quiero postear usando italicas y negritas y me rebota todo.

El cuervo dijo...

:
la compañera Negra abusa de la legendaria caballerosidad ke uno calza. le tomo la palabra de dama eso de la reseña. al fin con Liliana rompimos con la onda mafiosa.
unas palabritas sobre la delacion: si, nada mas cierto ke Astier es un traidor (hasta el ingeniero al ke le van a robar se porta mas decnte con el rengo ke Astier)pero se revela por ke, por ke esa delacion no es gratuita: 1)porke ese es el pase ke debe hacer para convertirse en alguien de clase media y 2) porke su traicion es una espcecie de obra de arte, es un crimen perfecto, por el cual ya es como Rocambole o como Baudelaire. se fijaron ke ademas es como el transito de la adolescencia a la adultez: en el 1er cap. dice ke siente una dulce compasion por Irzubeta y ya en el 4to vende a kien solo ha sido bueno con el. algo se pudrio en el camino, entre lo de don gaetano y ese hotel Lucho
kerido JG es imposible postear con exkisiteses grafologicas en esta liberadas paginas
nos vemos

Julia Peredo Guzmán dijo...

jajajaja, ¡¡¡las tenistas rusas!!! claro, incomparables, a qué hablar de ajedrecistas y otros bichos.

Bueno, ahora sí te respondo donde corresponde aunque te traiga desde otro artículo.

Justo pensaba en Joyce. En el filo que abordan sus cartas, en cuánto peso tiene la intención de un texto para que este sea considerado "estético". Leemos como literatura muchas cosas que en un principio no lo eran y mucha literatura se acerca a las cartas de Joyce, pero...pero...
Un antiguo caballero de la lengua española, que creo que es de Diez de Medina (así que posible plagio), hablaba de que exhibir los borradores es una suerte de debilidad, de falta de respeto a la obra. Pero bueno, estos ni siquiera son borradores; es decir, lo que le dicen en la entrevista "textos publicables" son diferentes que las cartas que cualquiera envía en la más cachonda y privada intimidad (aún siendo Joyce).
¿O no? ¿o es todo texto impunemente legible desde que se hace escrito?
¿habrá que esperar a que mueran los autores para no destruir una reputación sino una memoria?
Divago.
Voy por el epistolario.

Julia Peredo Guzmán dijo...

Sobre Astier y sus traiciones:

Bueno, sí, mi más sincera palabra retirada: "sin motivo" es una exageración mía. Tal vez al escribirlo me dejaba llevar precisamente por lo que dice F.: porque su traición es una obra de arte (de ahí la solemnidad y el entusiasmo) como tantos crímenes arltianos posteriores. De ahí su sentido inciático.

JG dijo...

me tinka que donde dice rompimos con la onda mafiosa debe decir rompimos con la onda MACHISTA.

ya ve, Don Cuervo algunas exquisiteces pasan.

ejem.

JG dijo...

Negra, dos cositas dos:
a. Qué pena que Frank Stein se nos ha perdido. Seguro que él tendría algo para decir sobre este asunto de los borradores y las obras finales .

b. Ya tengo el libro de Fellmann Velarde .

PD. Debo confesar que me he quedado muy preocupado conjeturando respecto a esas cartas que dices que escribes "desde la más cachonda y privada intimidad". ¿Qué hacés este fin de semana, negrita?