sábado, 29 de noviembre de 2008

Entrevista a Alejandro Zambra

Alejandro Zambra, uno de los escritores más personales de la nueva generación, habla sobre la relación entre literatura y memoria, sobre el cine que le interesa y sobre los desafíos de la escritura

EL RESTO ES LITERATURA

Por Maximiliano Barrientos


Bonsái tiene un comienzo de antología: “Al final ella muere y él se queda solo, aunque en realidad se había quedado solo varios años antes de la muerte de ella, de Emilia. Pongamos que ella se llama o se llamaba Emilia y que él se llama, se llamaba y se sigue llamando Julio. Julio y Emilia. Al final Emilia muere y Julio no muere. El resto es literatura”.

Con sólo dos novelas breves publicadas en Anagrama, la primera, de donde proviene este fragmento, y la segunda, La vida privada de los árboles, Alejandro Zambra (Santiago, 1975) alcanzó un primer plano en el panorama hispanoamericano con una obra concisa, muy personal, de corte marcadamente intimista.

Traducido a más de nueve idiomas, incluido en Bogotá 39 (los autores menores de 40 años más representativos del continente) y celebrado ya no como una promesa, sino como un escritor en el esplendor de su carrera, sus libros dejan la misma sensación que las canciones de Nick Drake o las películas de Wes Anderson: una tristeza seca, agradable, el recuerdo de algo que no se ha perdido del todo y que vuelve momentáneamente.

-Al leer tus dos novelas tuve la impresión de que la literatura, en ambos libros, funciona como la posibilidad de reconstruir una vida que no pudo seguir sosteniéndose. La literatura como una memoria postiza de cosas que pudieron suceder y no sucedieron. ¿Cuánto hay de esto?

-Me gusta lo que dices. La memoria ordena, crea posibles secuencias, provoca la ilusión de que esas vidas persistieron, que esas derrotas sirvieron, al menos, para escribir un libro. Pero la ilusión nunca es plena y yo siempre prefiero que la historia se construya y se destruya al mismo tiempo. Que sea única y ninguna, que quede y se desvanezca.

-Cómo se escribe ahora siendo latinoamericano, y particularmente chileno, con la sombra de Bolaño. ¿Hay que escribir en contra de él?

-Hay que escribir con él o sin él, pero en ningún caso contra él. A mí me gusta mucho Bolaño y creo que es un escritor que no agota la literatura, más bien la comparte, la muestra; ilumina, sobre todo, callejones que de otro modo no conoceríamos. No comparto la lógica de las influencias, en todo caso. Al final escribes lo que sale, lo que tenías que escribir. La literatura está llena de grandes escritores y no creo que sus obras sean obstáculos.

-¿Cuál es tu relación con el cine? ¿Alguna vez pensaste en una adaptación de Bonsái o de La vida privada de los árboles?

-Mi relación con el cine es inconstante. Últimamente me he vuelto fanático de Wong Kar Wai y hay varios directores cuyo trabajo me interesa, pero puedo pasar varios meses sin ver una película. Me han propuesto varias veces adaptar Bonsái, pero me imagino una de esas películas insoportables, sostenidas solamente por las voces en off. Hace poco, sin embargo, conocí a un cineasta chileno joven –de mi edad, en realidad, es decir ya no tan joven– a quien probablemente le cederé los derechos, pues vi sus trabajos y me gustaron mucho, y me gustó también la idea de guión que él tenía en mente.

-En un artículo que escribiste para El País afirmaste sentirte lejos de los escritores del Boom… ¿De qué escritores latinoamericanos actuales te sentís cerca?

-Son muchos los escritores latinoamericanos que me interesan. Creo que casi todos, en realidad. A lo que yo me refería en ese artículo es al boom como horizonte, como forma de hacer literatura. Me interesa una literatura que no recurra a esas imágenes de marketing o a la querella entre antiguos y modernos. Esa discusión creo que está agotada, que siempre estuvo agotada. Lo urbano y lo rural, lo nuevo y lo viejo, lo masculino y lo femenino: creo que esas oposiciones son estériles a la hora de escribir un libro. Tal vez sirven para promocionarlo o algo así, pero carecen de relevancia verdadera. Prefiero a los escritores que no quieren gustar o disgustar, es decir a aquellos cuyas obras demuestran una cierta necesidad interna.

-Teniendo una trayectoria como crítico, ¿cómo abordaste a la crítica literaria cuando publicaste las novelas? ¿Es posible seguir siendo crítico una vez que entraste en el camino de la ficción?

-Es posible pero muy complejo, al menos de la manera en que yo practicaba la crítica literaria: con periodicidad semanal y aludiendo a las novedades, lo que por cierto me tenía bastante cansado. He seguido escribiendo sobre libros, en todo caso, y me gusta mucho hacerlo.

-En la conferencia Sevilla me mata, Bolaño sostuvo lo siguiente: “¿De dónde viene la nueva literatura latinoamericana? La respuesta es sencillísima. Viene del miedo. Viene del horrible (y en cierta forma bastante comprensible) miedo a trabajar en una oficina o vendiendo baratijas en el Paseo Ahumada. Viene del deseo de respetabilidad, que sólo encubre al miedo”. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?

-Es un buen párrafo, muy persuasivo, que denuncia una mediocridad inmensa. Pero del miedo –creo que es eso lo que dice Bolaño– viene la mala literatura. La buena proviene de un lugar menos seguro: de propósitos esquivos o ausentes, de largas horas a cargo de frases que luego borramos.

-¿A qué le temes como escritor? ¿El miedo a repetirte está presente cuando comenzás un nuevo libro?

-No le temo a nada y le temo a todo. Lo paso muy bien leyendo, pero el momento de la escritura es un gozo y una tortura permanentes. El miedo a repetirme no lo tengo, pues estoy dispuesto a repetirme, del mismo modo que estoy dispuesto a quedarme callado. A veces pienso que no voy a escribir más y créeme que no es un pensamiento dramático. A veces pienso que de repente ya no voy a querer escribir más y que estaría bien si así fuera.

-Esto lo escribió Richard Price: "Leemos y descubrimos cosas de la vida que ya sabíamos, sólo que no estamos al tanto de que lo sabíamos hasta que lo leemos en ese libro en particular. Y este auto-reconocimiento, eso de descubrirnos en la escritura de otros, puede ser muy excitante, nos hace sentir menos solo y nos conecta con el vasto mundo". ¿Qué buscás en los libros que lees y qué esperás que el lector encuentre en tus libros?

-Lo que buscaba Richard Price, parece. Es muy bello el fragmento que citaste. Ahora, como escritor, nunca pienso en el lector. No escribiría si pensara en el lector. Imagino que se produce, a veces, una complicidad. Y siempre me parece milagroso que esa complicidad se produzca.

-¿Para cuándo un nuevo libro? Y particularmente, ¿para cuándo uno de poesía?

-Ahora se reeditó, en Chile, mi libro de poesía Mudanza y hace un tiempo escribí otro que se llama Borradores, pero no me he decidido todavía a publicarlo. Trabajo en una novela, eso sí, que espero que resulte, pero eso no puedo saberlo todavía.

11 comentarios:

JG dijo...

Linda entrevista, Maximiliano. Se lee muy bien como continuación de la de Bobelia.
A mí lo que me gustaría saber es por qué le importa tanto a Zambra esa canción de Violeta Parra que él se da modo de mencionar en sus dos novelas. Resulta que a mí me importa esa canción porque mi madre me la cantaba, de niño, pa' hacerme dormir. Nunca he escuchado por Violeta, sólo por otra gente. Y me la sé de memoria. "Para olvidarme de tí voy a cultivar la tierra, en ella espero encontrar remedio para mis penas. Para mi tisteza violeta azul, clavelina roja pa' mi pasión. Cogollo de toronjil cuando me aumenten las penas las flores de mi jardin han de ser mis enfermeras". Es raro que en una narrativa tan urbana, tan anclada en el presente inmediato como la de AZ, se filtre una canción así. Sospecho que es una clave personal. El caso es que al leer en Bonsai la cita a la cueca ya no pude dejar de leer.
(Y ahora a tocar madera para que esto logre postearse)

maximiliano barrientos dijo...

Sí, Juan, seguramente hay una clave personal en esa cacnión. O tal vez no.Como dices,la literatura de AZ es tremendamente urbana y podría suceder en cualquier otra parate que no sea Santiago. Digamos que la canción de Violeta le da color local, es un guiño a su tierra. Quizás funcione de esa forma, además, claro, de la clave personal.

JG dijo...

claro, algo de eso hay. lo que me llamaba la atención es que en novelas tan depuradas de todo elemento de relleno, haya lugar para esas citas a la cueca (digo, si sacas esas citas, la novela queda intacta). la cita se repite de un texto a otro y es un detallemdio invisible que refuerza el efecto de "textos gemelos" que AZ imprime a sus novelas. además de que la cueca guarda relación con el asunto jardinero-agrícola de ambas novelas, ¿no? (no sé si me acabo de tragar eso de los arboles que hablan, la verdad. una especie de Tolkien desolimpiazado, se diría --pero astutamente AZ engancha eso como una historia para niños).
el Bonsai del título alude a la técnica novelística, a esa aplicación del lema borgeano de escribir algo original como comentario o resumen de un texto preexistente: podar hasta quedarse con lo esencial.
pero yo veo también lo bonsai operando más a fondo: los personajes envejecen pero no maduran, se quedan ahí, anclados en la adolescencia. a pesar de la tragedia. los bonsai no nacen, se hacen, por acción de violencia externa.
y ahí entra la cuestión del narrador, con esa distancia y ese desasimiento respecto a lo contado, hace espejo con el protagonista, con el cuidado que él da a su arbolito bonsai, ¿no te parece a vos, Maxi?
en resumen: lo bonsai en Zambra opra en al emnos tres niveles del texto.

maximiliano barrientos dijo...

Me parece muy curiosa la analogía que haces entre la técnica del bonsái y el estilo de la escritura de ambos libros (digamos que esto está más presente en Bonsái, debido a que es una novela mucho más minimalista que La vida privada de los árboles). Creo que esa cuestión de los eternos adolescentes que mencionas funciona muy bien, y de hecho está ahí, en la primera novela. Son jóvenes, son escritores, etc. En La vida… se opera un cambio. Julián, si bien sigue siendo escritor (un escritor de domingo, como él mismo se define), es antes que cualquier cosa un padrastro. Un padrastro que le cuenta historias a la niña mientras espera el regreso de la madre. Ya hay toda una maduración ahí. Es un hombre con responsabilidades más que un artista. Yo veo ahí una cuestión similar a lo que pasa con el Frank Bascombe de Richard Ford: una visión para nada romántica del oficio de escritor. Una visión mucho más humana, despojada de clichés. (MB)

JG dijo...

a ver, por dónde seguir la charla, MB. además que debo ser parco (Don Cuervo me ha puteado: dice que soy muy larguero, que no entiendo la lógica de estos chirimbolos).

entre La vida y Bonsai hay una relación que hace a las dos novelas de Zambra parientes de La vida breve, de Onetti, ¿no? en esto: Julián, en La vida, escribe una novela, que se llama Bonsai. Julián es el nieto trasandino de Brausen.

en el tiempo de la ficción, La vida es anterior a Bonsai. y sería lindo poder hablar con alguien que haya leído primero la segunda novela y conocer cómo le pegaron ambas. ya que leyendo Bonsai primero uno entra a La vida de un cierto modo. para empezar, quiere saber cómo sigue la vida de Julio, luego de la muerte de Emilia.

me parece que tu sugerencia de ver una suerte de continuación onda Bascombe fallaría un poco, ya que el protagonista de ambas novelas no es el mismo. si bien, por supuesto, no nos acabamos de tragar ese truco.

la operación novelística de AZ me interesa mucho. él no es ningún ingenuo. su ficción es ultra depurada, a través de varios filtros (uno muy potente, por ejemplo, me parece Felisberto). me gusta mucho cómo maneja la tradición sudamericana. el diálogo que establece con esos libros "beige". pero, por ahora, me restrinjo al asunto bonsai.
en la primera novela el tema, digamos, es el más trillado del mundo. la historia de amor y la chica que muere. si uno fuese a enumerar los momentos de inflexión del texto, queda con un esqueleto totalmente tópico. el resumen, digamos, de una peli de Meg Ryan. pero ahí mete la mano AZ. mejor dicho, la tijera. ahí empieza la poda continua, sistemática. porque él vuelve ese relato tradicional, ese formato, contra sí mismo (el relato, digo). y sin tocarle ninguno de sus elementos tópicos. el bonsai, ¿no? una deconstrucción en toda regla.
el principio del arrested development formateado como una poética (¿te acuerdas de epígrade de Kawabata, en Bonsai?)
son novelas de poeta, no hay duda.
y la dejo acá, Maximiliano. no sea que Don Cuervo se sienta tentado a ejercer sus facultades censoras.

PD1. ¿te las imaginas, o una de ellas, hechas película? ¿en qué onda? [tendría que ser nouvelle vague, ¿no?]
PD2. me gusta hacer un paralelo entre La vida y un episodio clave de Seinfeld. La vida, como se sabe, cuenta dos horas en la vida de Julían. dos horas de espera por que vuelva la mujr que es amdre de la niña a la que Julián le cuenta esas historias de árboles ue hablan. el famoso y esencial episodio seinfeldiano del Restaurant Chino es igual: esperar, en la cola, muertos de hambre, a que el mozo les asigne una mesa. no pasa nada. sólo la espera. la inminencia.
PD 3. (empiezo a creer que tiene razón Don Cuervo)

maximiliano barrientos dijo...

Sí, ambas novelas son parientes de La vida breve, pero también, si estamos en ésas, de Mi vida como hombre, de Philp Roth. Y especialmente con esta última, ya que se da esa cuestión de los alter-egos escritores. Zuckerman/Tarnopol. Julián/Julio. Ahí está la metaficción: pero algo por lo que hay que sacarse el sombrero, es que en ninguna de las dos novelas de Zambra se siente el artificio, el juego literario.

Sí, sería curioso hablar con alguien que leyó primero La vida privada de los árboles. De todas formas, tengo la impresión de que esta segunda novela le da una nueva dimensión a Bonsái. Y en cierta forma, Bonsái se la da a La vida… Novelas que se necesitan. Pensarlas por separado sería mutilarlas. Vos lo dijiste: novelas gemelas, siamesas.

La relación con el Bascombe de Ford pasa por esa caracterización del escritor que tiene Zambra en La vida… Lo despoja de toda esa mitología pretenciosa, visionaria, pedante que durante años tuvo y le dieron decenas de escritores (pienso especialmente en Henry Miller). Lo devuelve al mundo. Lo hace mundano en el sentido más humano y entrañable del término.

Claro, el tema es lo de menos. Pero eso desde siempre, Juan. Sin la forma, sin el verdadero trabajo del escritor, las historias no dicen mucho. Pero ahí está la poesía de Zambra. Me gusta eso que dices: son noveles escritas por un poeta. Eso se siente desde la primera frase, por eso la fuerza, los momentos iluminadores, los satoris. Pasa lo mismo con Carver: sus cuentos son escritos por un poeta. Hay poesía en toda su obra, una poesía silenciosa y muy profunda. Tanto Carver como Zambra está poblado de esos momentos iluminadores que están más cerca de la poesía que de la prosa.

Y no vi el capítulo de Seinfeld. Claro. Se da una situación parecida, salvo que en Bonsái y en La vida… no hay humor. O al menos yo no lo siento.

JG dijo...

estoy tan casi completamente de acuerdo con vos que casi hago un copy & paste por toda respuesta. pero el "casi" me lo impidió.

¿no le ves el humor? yo creo que es elemento central. no es un humor para la carcajada, es un humor bonsai, también, un humor contenido, pero gobierna el texto de punta a punta, desde ese comienzo vacilante de Bonsai.
es gracioso en el sentido que es la toma de posición, irrespetuosa, canchera, del recienllegado ante La Novela.

de entrada, Zambra se burla de las convenciones. no sabe cómo se llaman los personajes, digamos que Julio, digamos que Emilia, dice. y este tono sigue incólume (esa incertidumbre, esa cosa nebulosa, distraída, es una marca del narrador "zambriano". indiscutible).
en Bonsai hay un momento clave. alguien, en un momento de esos mise-en-abyme que abundan, pregunta a Julio cómo sigue todo. la respuesta (más o menos, ya que no tengo los libros conmigo, va así): "no pasa nada. como siempre, todo se va a la mierda".
¿ves? es un humor algo negativo, pero está por todo ello. y es más fuerte en la parodia y la burla a cierta clase de entusiastas librescos (que él condensa en sus personajes centrales). lo de la pose para levantarse pololas (mentir que se ha leído a Proust) y al final que la relación acabe por culpa de un cuento (de Macedonio Fernández?!!). digo, no se puede leer todo eso de otra manera que como humor soterrado y a la vez explícito. si bien nada aparatoso.

creo que es evidente que Zambra sucumbe a los encantos del fantasma emo que en el último tiempo recorre el mundo (un recorrido, paradójicamente, muy jubiloso). pero no del todo. es demasiado astuto para dejarse llevar por eso. será el horizonte de época y lo que quieras, pero Zambra se da un lujo que la sensibilidad emo ignora (o no consiente): la ironía. nada menos.
el texto de Zmabra es ultra irónico. será tal vez decantamiento de su labor crítica, o de su trabajo como profe. pero él no hace de laliterautra, o de lo libresco, el-asunto-más-serio-del-mundo. la ironía, justamente. que es el tomar distancia.
Zambra no se involucra. cuenta, digamos, con guantes. o mejor dicho: usa su tijerita de jardinero bonsai con todas las precauciones. trbaja de lejos. de ahí que la tragedia de Bonsai no sea tal. y sea contada (vale decir, experimentada por el protagonista) de modo tan leve. como si tan sólo se le hubiese perdido una llave. hay, me parece, todo un comentario sobre el presente allí. (¿viste que en ambas novelas la chica desaparece así como así? --no hay explicaciones, no hay duelo. se diría que está metaforizando las desapariciones de la dictadura, si no fuera que su texto necesita habitar las ruians de la historia, el rumor de la violencia, no demasiado lejano, de la historia reciente de sus mayores --otro relato, al fin)

te decía lo de las pelis y la nouvelle vague por ese rasgo muy fuerte de estas novelas que es lo agorafóbicas que son. otro dato emo ahí. esa agorafobia está ya en la figura del bonsai: no es un árbol de selva ni de jardin, es de entrecasa. no hay "exteriores" en ese mundo miniaturizado que maneja Zambra (ese zoo de cristal, para saludar a Tenessee). es más, el exterior es ese lugar peligroso del que no se regresa (un saludo a "Casa tomada"). como Verónica en La vida, ¿no?
hay, pues, una cosa patológica muy fuerte ahí.
para una peli de JLG, seguro. quien, como seguro sabes, era devoto, como también AZ, del bienamado Perec (tanto, que se daba modo de introducir unos tres textos suyos en cada peli, en sus clásicos rollos monologados en off --tal y como imagina AZ una posible versión de sus libros, curiosamente).

me alargo otra vez. a este paso, nuestra charla será más larga que las novelas. lo cual me parece muy bien.
me gustó que menciones a Roth, a Carver. seguro que (al menos) Bonsai resiste que uno le tire todo eso encima (como resiste lo que le tiré yo). y seguro que resiste más. al decir esto quiero decir que recibe esas hipótesis y las asimila, tiene respuesta para ellas, todas ellas. qué loco. si se piensa en objetos librescos tan minimos, tan escuálidos. tal vez ahí está su capacidad de bancarse tanto: de ser más pulposas, estarían más expuestas (como pasa, por ejplo, en La vida, con los cuentos de los árboles parlanchines. a mí me paso que con leer el primero ya no quise más y luego a los demás me los salté. son insufribles, che --otra vez el humor de AZ: seguro que se caga de risa al someter al impío lector a tales huevadas).
la astucia de Zambra, ya se dijo.

algo que me importa es el lugar que él va y toma, tras diseñar su mito de escritor en su ficción. cómo se para ante las actualidades. cómo, por decir algo, traduce en ficción su reacción generacional. es decir, hay un conflicto con lo que en su tiempo Fuguet defiende/defendió. toda esa estética hollywoodense (que para Fuguet es un elogio) no podía ser más ajena a Zambra. es más, en un sentido, habría que decir que escribe para aniquilar esa tendencia --y de paso, toda esa ficción cuadrada norteamericana, con su fetichismo por las tramas subordinadas, los finales archiprevisibles, sus personajes unidimensionales y demás.
contra el efectismo, lo flashy, los trucos baratos del primer Fuguet, Zambra opone su estrategia bonsai. y trabajando sobre una fórmula archilavada como la historia de amor(pero si hasta Bob tiene una canción al respecto: "there as a little boy and there was a little girl, and they lived in an alley under the red sky"). por supuesto, antes estuvo Bisama. él hace la bisagra, él abre el camino: Bisama es su Juan Bautista, digamos.
y la corto acá.
PD1. dale, en serio te parece pedante Miller. no era asi. además, como todos, era víctima de su época.
PD2. escribo Bonsai sin tilde, porque me emputa castellanizar palabras extranjeras (¿"estándar" por standard? no jodan, señores). además, nunca sabe uno si el año que viene los que manejan el negocio de venta de diccionarios en la RAE no cambiarán de idea.

maximiliano barrientos dijo...

Te concedo ésa: quizás sí hay humor en las dos novelas, pero un humor completamente distinto al de Seinfeld. Un humor que no está provisto de cinismo. Si algo me gusta de la literatura de Zambra, es la honestidad. No recurre a poses, a mecanismos artificiales. Es directa, valiente, afronta a la emoción como lo hacen las grandes canciones: sin afán de burla, de distorsionarla. Sin mecanismos de defensa. Si hay humor, es el mismo humor que impera en las pelis de Wes Anderson. Un humor triste. Un humor que te produce, simultáneamente, ganas de reír y ganas de llorar.

Hay distancia en su ficción, eso seguro, pero no sé qué tanta ironía. No siento que quiera parodiar nada.

Sí: en las dos historias la mujer desaparece. Pero creo que en todas las grandes historias la mujer tiene que desaparecer, sino, no hay historias. Creo que en Bonsái sí hay duelo: Julio se sube a un taxi y da vueltas por la ciudad hasta que se le acaba todo el dinero que lleva encima. En algún lugar, leí que alguien veía ahí un guiño a Madame Bovary.

¿Quién llevará al cine Bonsái? Me parece muy curioso. Zambra dijo que un director joven, de su generación. ¿Será Matías Bize?

No sé si Godard sea el director indicado para una adaptación. El francés es demasiado consciente de que está haciendo cine, le preocupa mucho teorizar al respecto. En las novelas de Zambra hay un poco de eso, pero de otra forma. Godard es demasiado intelectual. La literatura de Zambra se dispara por otro lado.

Sí, completamente de acuerdo. Zambra va en una dirección opuesta a Fuguet. O a lo que Fuguet hacía al principio. Digamos que Fuguet, el joven Fuguet, estaba obsesionado por posicionarse, por hacerse un lugar, por demarcar territorio. Por eso todo ese discurso globalizante, esa bandera de guerra de McCondo que ahora suena tan obvia y tan ingenua. A Zambra no le interesa posicionarse. Deja que sus libros circulen y que sean el marco teórico desde donde debería ser leído. No le interesa tomarle el pulso a los tiempos. Hay algo anacrónico y universal en su literatura. Nuevamente: hay una autenticidad que conmueve.

Interesante pensar a Bisama como una bisagra entre Fuguet y Zambra. Bueno, Bisama está más cerca de Fuguet, creo. Está muy metido en la cultura pop y le preocupa incorporar discursos ajenos a la literatura, como el cómic, por ejemplo. Algo que me llama la atención de la obra de Zambra es que a diferencia de sus contemporáneos, parece nutrirse únicamente de la literatura. Es impermeable a otros registros como el cine o el cómic o la música.

Y la corto porque también me estoy excediendo.

Pd.- ¿Quién puede conquistar chicas diciendo que ha leído todo Proust? ¿Funciona?

JG dijo...

No tengo los libros conmigo, Maxi. Estoy manejándome de memoria y soy viejo (y además, para añadir insult to the injury, viejoide), así que ya no me puedo confiar mucho en las diligencias de mnemosyne, y a esas calamidades habría que sumar que lei Bonsai el año pasado (había obliterado, por ejplo, lo que mencionás del paseo en auto de Julio tras saber de la muerta de la chica). De las biblios me dicen que recién para el lunes me harian llegar al menos Bonsai (hay más copias de este que de La vida de los arboles). Ante eso, me puse a buscaren la red, a ver si hallaba algún pdf por ahí. Mana k’anchu. Pero no fue tan fracasada la búsqueda. Di con algunas entrevistas y varias cosas sueltas de AZ. Bastante interesantes.
En las entrevistas advertí que AZ repite mucho la frase “la querella de los antiguos y los modernos”. Lo hace con la entrevistadora multiuso de página12 (Silvina no-se-cuanto), en El Mercurio, en ABC. Y la repite tal cual entre 2006 y 2008: vale decir, no se trata de una ocurrencia momentánea.
Bueno, típica maniobra Zambra ahí. En un sentido, está posicionándose, está marcando su territorio, está declarando abiertamente que no es ajeno, ni se hace a un lado, de que lo suyo es, entre tantas cosas, una reacción, una intervención a mano armada sobre el estado de las cosas. Especialmente, en su país. Lo que AZ hace entra en franco conflicto con tendencias más o menos consolidadas. Y de paso, está citando. Se refiere a la “querelle des anciens et modernes”, un asunto de la historia de la literatura (Francia, siglo 17). Todo un guiño brutal ahí.
Esa querella (palabra que nadie usa) nos lleva al asunto del primer Fuguet. Uno podría fácilmente marcar cómo la movida de AZ es, digamos, un programa diseñado punto por punto como negación de eso que en su día promovió Fuguet. Lo de AZ no tiene nada de espontáneo: hay todo un programa detrás. No se trata de que haya estado mal o bien lo del autor de Sobredosis, por muy ilegibles que nos resulten hoy esos primeros libros. Fuguet fue el tipo preciso en el momento preciso (una víctima, también, de su época): salía al paso de Donoso y Edwards y demás (si no recuerdo mal, él asistía a los talleres de Donoso y todo). Como es apenas natural, en su hora, Fuguet reaccionó contra todo eso, negándolo de raíz. Yéndose al carajo. La respuesta que tuvo fue impresionante. Con el tiempo, como es apenas natural, él mismo se convirtió en una especie, cosecha dos mil, de Donoso: vale decir, tarde o temprano, alguien le iba a patear el tablero. Nada dura para siempre. Menos en estos tiempos, en que todo viene con fecha de vencimiento especificada al dorso. Y así s como se mueve esto de los libritos, ¿no? Estrellándose contra lo inmediatamente anterior.
Es lo que hace Zambra ahora. Pero, necesariamente, hay sus diferencias con lo de Fuguet. Como vos haces ver, en AZ casi no hay otro discurso que el de la literatura: no hay cine, no hay música (si bien la pintura tiene un lugar –incluso se reproducen dibujitos [detalle, por lo demás, muy de poeta //no sé por qué, pero los poetas siempre han estado muy cerca de la plástica]). Casi no hay: está la cueca de Violeta. Y no está por descuido. Aaprece citada en ambas novelas. Es un síntoma. Es uno de los posicionamientos contra Fuguet1 (el primer Fuguet, esto es). Quiero decir, en Fuguet no había [aún no hay] lugar para hacer esas citas (o a Víctor Jara, o Silvio & Pablo); de haberlo hecho, como lo hizo, por lo demás, habría sido para burlarse, para ridiculizar la condición “artesa” de quienes curtían esa onda. Lo que estaba muy bien, dada la época [se les iba la mano a los progres universitarios, la verdad, pero ellos también eran víctimas de la época]. Esos que eran target del escarnio fuguetiano, son, unos 15 años más tarde, los héroes woodyallenianos de AZ. Son chicos universitarios, con pretensiones intelectuales, chicos de clase media/baja, sin interés de viajar a Miami. Para esos personajes, como para AZ, todo es literatura (lo cual quiere decir: todo pasa por la literatura, pero también y fundamentalmente: todo puede ser entendido si y sólo si se lo aproxima al modo de la literatura). Estrictamente al revés de Fuguet: en Fuguet1 no había lugar para la literatura, nada de nada (curiosamente, Fuguet1 era entonces como los personajes de AZ: hablaba y opinaba -sin que se le mueva un pelo- de este y el otro como si los hubiera leído y no había leído ni Vanidades [o sea, no posaba de lector de Proust, precisamente. Años más tarde descubrió los libros y andaba a los gritos, con el entusiasmo de un converso): en cambio, en Fuguet1 había, eso si, video, tele, cine y rock and roll. A carretilladas. Pero no había libros, no podía haberlos –ése, justamente, era el dominio de los dueños del fundo que Fuguet salió a incendiar en Pelotillehue. Intuitivamente, supo que si entraba ahí, al juego de ellos, iba a perder: así que salió por donde no lo podían agarrar. Entabló, también, con su armas, y en terreno enemigo, su querella de antiguos y modernos. La ironía es que esa su modernidad de entonces es antigua ahora. Demasiado rápido. Justo a él, el cruzado contra la lentitud y lo “momio”.
Bisama está más cerca de Fuguet 1, como decís. Sobre todo en Caja negra. Es mayor que Zambra, me parece. No mucho, pero suficiente. Por eso, tiene que pelear contra ese horizonte de legibilidad impuesto por Fuguet. Bisama hace algo muy loco: estira la línea Fuguet hasta el extremo, hasta hacerla llegar a lo freak, hasta donde logra evidenciar sus flaquezas, sus limitaciones. Y ahí es que viene el chico de los bonsai. Alvaro Bisagra, pues.
Zambra reside de tal manera en la literatura, que hasta incorpora el cuento de niños (y lo hace jugando con un texto preexistente: el baobab de El principito). Su trabajo con la tradición es notable. Uno, por lo que vos señalás: casi no se nota, o no importa: si no tenés las correlativas, el texto no sufre nada. Y dos: porque, una vez más contra Fuguet, Zambra se da el lujo de negar, o prescindir, de autores norteamericanos, para hacer una movida de poeta: todo se juega en el lenguaje (el habla chilena), nada tiene que hacer allí lo hollywoodense. Pero, además, a la primera chance declara con todas las letras que no hay tradición narrativa chilena, que él no la conoce, que no se la han presentado; pero que hay, sin embargo, una tradición de la poesía, y que es de ahí de donde él sale. O, para decirlo en lenguaje de mi cuadra: se la manda a guardar doblada y sin salivita al Fuguet1.
Pero volvamos al principio. Esa vacilación con los nombres de los protagonistas. Es puro oficio. Digamos que Julio, digamos que Emilia, escribe Zambra. Esa es su entrada en La Novela. Digamos. Emilia es Emma Bovary (el divague con la novela de Flaubert ocupa buena parte de Bonsai): Emma Bovary es, dicho sea esquemáticamente, la criatura que confunde los libros con la realidad (Quijote femenino, en la alborada industrial): la primera víctima femenina del mal de Montano. Emma es criatura de Flaubert, el que perdia el sueño a la búsqueda del “mot juste”. Con eso, la cancha está marcada de punta a punta. ¿Y Julio? Entre lo que hallé en mi búsqueda por la red, hay un artículo de AZ en El Mercurio, dos semanas antes de la publicación en Chile de La vida de los arboles (LVDA, de aquí en más). El artículo, que tiene todo el aire de un cuento, titula “El cíclope” (Revista de Libros de El Mercurio. Domingo 26 de agosto de 2007) y cuenta la historia de una pareja de chicos, que, cuándo no, son muy lectores. Resulta que la ruptura ocurre a raíz de que ella descubre que lo que su pololo le dijo haber escrito para ella era en realidad de Cortázar: el capítulo 7 de Rayuela, nada menos. Por culpa de esa mentira, de esa impostura, rompen. Va fragmento:
“Claudia era cortazariana a más no poder, aunque su primera aproximación a Cortázar fue, en realidad, un desengaño: al llegar al capítulo 7 de Rayuela reconoció, con pavor, el texto que su novio solía recitarle como propio, por lo que rompió con su novio y comenzó, con Cortázar, un romance que tal vez aún perdura”.
¿Te suena conocido? (En Bonsai, la ruptura ocurre por culpa de un cuento de Macedonio [entre nos, pero no le digas a nadie, no lo conozco, y por eso me gusta creer que es un invento de AZ, una asignación fantastica). Julio, pues, es el protagonista de Bonsai. ¿Por qué? Ambas novelas de AZ se mueven en el mundo de Rayuela: la chica desaparece de pronto, porque si, tal y como La Maga. Justamente, la novela de Cortázar es la búsqueda de esa mujer. En LVDA, Julián está con Verónica, ella tiene un hijo que no es de Julián, y no se sabe quién es el padre, tal y como en Rayuela La Maga tiene a Rocamadour. Y está el mundo libresco, y la impostura, y la narración entrecortada, y la resistencia a la proliferación de personajes secundarios, y la vindicación de la juvenilia interminable, de la inmadurez: Cortázar, para que no queden dudas, transcribe todo el episodio del “Filidor” de Ferdydurke en uno de los capítulos prescindibles de Rayuela. Dicho esto: ¿quién se puede creer la vacilación del narrador zambriano en la asignación de nombres a sus personajes? Y de otro lado: hay que ver en esa vacilación no un testimonio desnudo del escritor ante la pagina (otra tradición) sino el juego que trama Zambra: el dominio que tiene de los materiales con los que arma su ficción (ese romance con JC que “tal vez aún perdura”, no será el del mismo AZ?). Mucho oficio. Que no tiene por qué estar peleado con la honestidad.
Tan fuerte como la presencia de Cortazar me resulta la de Arlt --el Gran Indigno, como lo llama Piglia. Y aquí, sorpresivamente, la distancia de Zambra a Fuguet desaparece (también es muy similar en ambos ese darle la espalda a la Historia): aquí los vemos pelear con los mismos demonios: los del acceso a la legitimidad. Muy revelador en esto es el artículo de Zambra en El País: la fabulación autobiográfica en la que Zambra repasa su acceso a los libros.
Auch, lamentablemente, me tengo que ir. Queda en trámite esto.
Pero antes: tenés razón con lo de Anderson. Es un humor similar. Mejor: un humor que produce efectos similares. Un humorista gráfico dio la mejor definición de humor que yo he oído jamás: “la ternura del miedo”. Parece dicho exclusivamente sobre estos chavales, ¿ah?
Y habiendo apuntado eso: aparte de ese humor-por-default, para llamarlo de algún modo, no hay mayor contacto entre Zambra y Anderson (eso y el espanto ante la seriedad, el “sentar cabeza”): los personajes del chileno son gente común, clase media, sin mayores expectativas de nada. Anderson, por el contrario, sólo puede trabajar con excéntricos, con zarpados, y con tipos levemente pelotudos, desde Pagoda hasta el rol que le da a nada menos que Angelica Huston en Darjeeling. En Anderson hay una explícita voluntad paródica. En AZ, como vos apuntás, no.
De la honestidad, la recuperación de los espacios de lo íntimo y otras cosas de fondo, no quiero decir nada a las apuradenguis. La sigo apenas pueda y/o me dejen. Time is out of joint, dijo King Lear.
PD. No sé si Proust funciona para los levantes, Maxi. Tal como va el mundo, preciso es reducir las pretensiones: con encontrar a una chica que lea Condorito yo me daré por realizado: habré hallado a mi Marguerite Yourcenar (sabes el chiste de Woody en Husbands & wives?). A propo de levantes, intelectualosos y Godard: al parecer, Roncagliolo había dicho unas huevadas contra JLG. Quintín, exdirector de El Amante, godardiano in extremis, no se la pudo deja pasar. Toll, lege:
http://www.lalectoraprovisoria.com.ar/?p=2852

El cuervo dijo...

Che me meto en la charla, ya? (che no se repriman, ah? JG me hace fama de censor, pero no hay tal, solo me pongo en los zapatos del lector-blogger, lector salteador y demais) es ke se me dispararon algunas cosas viendo como en un partido de ping-pong
Bueno, yo solo lei bonsai, asi ke me pierdo lo ke se menta sobre la VPDLA (y veo ke me pierdo bastante). Pero si, en ese pekeño aparato de menos de 100 pags. hay cosas bastante interesantes. Concuerdo con JG: me parece que hay un gesto paródico (podador), pero sin tono de ironia: ni bien comienza bonsái hay todo un párrafo en la ke se habla sobre culiar, culear, tirar, follar y hacer el amor. Eso me parece la reflexion de un escritor o de un critico acerca de los problemas entre lengua hablada y lengua literaria introducida de contrabando, no? (también seria meter color local de contrabando) Ya no se si es el efecto colateral de tanto verlos a esos cuatro, pero para mi Seinfeld tiene momentos filosóficos semiprofundos, de terror a lo Lynch, de grotesco, etc. además de lo obvio comico. Tal vez me falle la cuca, pero para mi Seinfled no es solo un producto comico, sino una caja de herramientas, un enorme libro de cuentos. Se dice ke seinfeld ‘its about nothing’ (así como se dice ke los sopranos es sobre la mafia, cuando en verdad debe ser vista como una tremnda tragedia grecoromana puesta al dia), pero el tema de seinfeld es “la vida” y de ahí su hiperconciencia de las formas (porke de la vida saca las multiples estructuras temporales y narrativas ke maneja), no?. Coincido con MB cuando dice ke el final es de duelo y por eso es asi de silencioso (un momento cinematográfico adfemas, ¿no es además una cita?). Y como AZ esta tan enfermo (o tan sano) de literatura el lado emocional viene por el filtro libresco, no? pero sin ninguna pose, ninguna mascara.
Ah, y en la charla jamás salto el nombre de bolaño, no? Ke si esta presente de una forma fantasma. Y también en la tradición libresca, AZ y RB comparten ese rasgo y además ke ambos empezaron como poetas. Rara cosa (aunque también solo he leído libro y medio de bisama), no? Bolaño auna a zambra y a bisama, los cobija
Creo ke comentábamos por mail con MB, a raíz de ke AZ dice en la entrevista ke es fan de won kar wai, ke por momentos hay algunas similitudes de atmosfera entre el chino y chileno (ah, y también como los personajes de kar wai, julio y Emilia hacen algo absurdo, algo estúpido, algo ridículo por algo ke se cree es amor, en esas acciones medio imposibles construyen sus tramas). Intrigante la posibilidad de ver en pantalla la adaptación de alguna de estas novelas (aun no me atrevo a ver la comedia malta con huevo en la ke esta involucrado carlos labbe, ke dicen tiene un par de libros ke están lokisimos). (En una posible adaptación de bonsai imagino una hipotetica escena de la segunda noche entre Emilia y julio en la ke la cámara va girando y deja a la pareja y filma también el detrás de cámaras, como en vértigo en el abrazo entre james steweart y la novak). Vi ke AZ dijo por ahí ke sus novelas tienen soud track. Lo pillo y lo pongo aca
(Te acordas ke Zavaleta habla de la querella del excedente? Te apuesto ke esa palabreja la agarro marx)
Che y esa especie de comentario sobre de ke va tantalia? no es también un bonsái de bonsái?
Aca y en estos tiempos se levanta mas si uno dice ke ha leído todo Lenin. Aunque en verdad, es como dice JG, las lectoras son escasas. Difícil saber como se levanta mas en estos tiempos en ke las minas son inentendibles.

Julia Peredo Guzmán dijo...

(También leí sólo Bonsái, pero parece ser el centro de esta conversación, en medio de todas las digresiones del caso)
Coincido con el Cuervo: antes que encontrar en Zambra a un “nieto trasandino de Brausen” (al que encuentro muy diferente en su proceder y su acción mucho menos pasiva) Veo gestos de Won Kar Wai que en él se espejan, pero no creo que se trate precisamente de algo absurdo, sino de una ausencia de explicación. Desde el silencio sugiere una respuesta que tiene que ver con la cita que hace MB en la entrevista: acaso se trata de ciertas complicidades (piénsese en la mujer que dibuja, hecha de todas las mujeres, de ninguna: un jardín que se traduce en Bonsái). De ahí que un libro austero, en el que las citas son escasas pero los guiños (como se ha dicho) son innumerables. También en el gesto de la querella entre antiguos y modernos está en la pura acción descrita, en la poesía del acto inexplicable: lo vertiginoso y el instante (sigo con WKW/AZ) los neones y la caída de la lágrima: el paseo de Julio después de la muerte de Emilia (Ruego me corrijan si me excedo; leí el libro que me es ajeno e irrecuperable hace más de 15 meses, pero estuve todo este tiempo a la espera de interlocutores en tan solitario afán). Tal vez, al contrario e lo que AZ dice, si existe una adaptación no debería existir una sola voz en off. La voz en off será la nuestra, la de los lectores cazando puntos de encuentro en algo tan limpio de referencias explícitas a antiguos y modernos, que transita por un discurso que no construye (piénsese en lo que de sí mismo dice Deleuze: no una referencia, sino un flujo).
Está el humor crudo, el de la distancia y la irreverencia, pero al mismo tiempo, pienso que es innegable un humor terrible, casi Kafkiano, creo que también tiene mucho que ver con el silencio: lo que hace precisamente a esta literatura es la omisión. No creo que no haya duelo, aunque sea evidente que no está mencionado.
Así se cuenta desde la distancia, como las citas que uno hace cuando desafía al lenguaje en busca de cierto castigo. Un ejemplo: alguien cita a quien lo abandonó para abandonar a una segunda persona. Bien, mucha literatura suele incluir las dos historias, pero en esta se omite: es como si Zambra nos permitiese deducir la primera, o construirla. No se olvide que el Bonsái también alude a un ser sacado de su entorno. Un baobab de escritorio.
Coincido entonces, siguiendo mi desordenado hilo, en que se trata de un poeta que escribe nouvelle. Pienso en Mallarmé: la palabra brilla en el silencio: una estrella arde ante la violada ninfa. Mostrar sólo la palabra primera, el acto en crudo, dirá Masino “un grumo de pensamiento sin inteligencia”.

P.D. en respuesta a un PD entre tantos: Soy mujer y me funciona la estrategia en los dos sentidos. He sido seducida y he conquistado gracias a varios lectores (aunque nunca de Lenin ni de Condorito…)
P.D.2. Felicidades por el Blog, acabo de descubrirlo, primera vez que escribo en uno de éstos.