El pasado 8 de octubre se realizó la primera noche de Café Literario en el Centro Cultural Franco-Alemán de Santa Cruz con la participación de Claudia Bowles, Giovanna Rivero, Emma Villazón, Saúl Montaño y Maximiliano Barrientos. En este par de notas David Mamani narra aquella noche desde su punto de vista: primero contando a grandes rasgos de lo que se hablo en el evento y luego su opinión sobre el debate que se dio aquella noche sobre la escritura femenina.
STAND BY
por David Mamani Cartagena
En permanente construcción. Así se podría definir lo que fue el café literario organizado por el CCFA y que sigue provocando sutiles matices desde esa noche del jueves 8 de octubre. Dos de las disertantes publicaron notas de opinión en sus espacios de ego virtual (blog y Facebook), el caso de la novelista Giovanna Rivero (Las Camaleonas, Tukzon) y la poetisa Emma Villazón (Fábulas de una caída).
A días del evento, ambas autoras siguen retrucando con el ardid de esa noche, cuestionando si se podría conceptualizar a “la mujer” como ficción, entuerto derivado de algunas interrogantes propuestas por Claudia Bowles (Filóloga, moderadora), entre ellas: las dificultades que tienen los lectores para acercarse a la literatura contemporánea bajo la excusa de una ficción restringida, de difícil acceso, redundando en ese fangoso cliché de la ficción cercana a la realidad.
Siguiendo la corriente, se planteó a los autores: Rivero, Villazón, Maximiliano Barrientos y Saúl Montaño definir la ficción.
Rivero afirmó que todavía existen respuestas titubeantes a la hora de definir la ficción en el marco del siglo XXI, sentenciando que no hay una verdad absoluta. “La ficción como la realidad mantienen una relación recíproca, una simbiosis entre lo real y lo que suponemos que es real” dijo.
Villazón sostuvo que la realidad es un problema en todas las épocas y que la ficción es una respuesta personal a esa realidad, un cuestionamiento; “porque el escritor no acepta vivir la realidad de otros”.
Montaño definió la ficción como un lenguaje posible ante las limitaciones del mismo. “Los autores buscan la perfección de la expresión”. Sin embargo aclaró que existe una dicotomía entre la palabra y la imagen, refiriéndose a esta “como un recurso de formación autodidacta y natural”.
Barrientos cuestionó la relación entre la ficción y la realidad, respondiéndose a si mismo que existe la ficción como la no ficción. En la ficción no existe una responsabilidad si no más bien una libertad enriquecedora a la hora de escribir. En cuanto a la no ficción, ligada al periodismo, está enmarcada en la ética profesional, la objetividad y la búsqueda de la verdad. Parafraseando a Piglia como a Saer, Barrientos indicó que el poder de la literatura es “aquel consuelo que brinda al lector”.
Bowles volvió a cuestionar a los invitados preguntando ¿Cómo se articula la realidad con el escritor a partir de la ficción?
“La buena literatura da consuelo” reiteró Barrientos, definiendo como un acto de masoquismo el placer de leer, recurriendo a una frase de Richard Price quien dijo “se lee ficción para reconocerse no para conocerse”.
Rivero aclaró la afirmación de Barrientos al declarar que “en el campo literario, más que una ética, es una cuestión de autoría. Cuestionar el rigor del escritor, su lenguaje”. Acotó en sus palabras: “La ética quizá no acompaña a la ficción, si no más bien da confianza en cuanto a la verdad de lo narrado al lector”.
Villazón delimitó sus palabras a su área como poeta afirmando que existe una relación entre la ficción y la poesía. “La poesía también es ficción, sin embargo la narrativa tiene recursos más amplios para convencer”.
La poetisa también dijo que “la ficción hace un mundo posible, sin postura moral”. En cuanto al estilo de los poetas sostuvo que la subjetividad del autor se refleja en el uso de la primera personal del singular que a su vez es una trampa para el lector, aclarando que uno puede ser autobiográfico en la ficción.
En este punto, Bowles se refirió al lugar de la literatura femenina, argumentando que dicha ficción es una construcción, lo que llevó a desviar la atención de sus disertantes masculinos y alejarse de los límites de la ficción y la realidad tratados hasta ese momento.
Giovanna Rivero enunció que el lenguaje es un problema existencial en cuanto a la relación ficción / realidad. El acercamiento al lenguaje por parte del autor es real o una imagen cuestionó la escritora, aduciendo que la mujer es una ficción construida en el lenguaje, indicando finalmente que “todos los escritores se narran a si mismos”.
Emma Villazón aludió a lo social afirmando que “como concepto de sociedad, la mujer es ficción como construcción”. Al presente la autora comentó que continúa la búsqueda de respuestas a su existencia como mujer. En el campo de las letras dijo que “se debe elegir una búsqueda estética para el planteamiento de una voz femenina; no solo para escribir si no para hablar de su contexto que está determinado por roles a la hora de narrar sobre el género”.
Maximiliano Barrientos aclaró “que existe buena como mala literatura escrita por hombres y mujeres”.
La intervención del público se dio ante la confusión. Ahondando más, la escritora Claudia Peña planteó una ficción en el caso de la mujer indicando que la mujer narra hacia adentro, hacia su cuerpo, al contrario del hombre que mira hacia afuera.
“Mirar la literatura desde el género femenino o masculino no me interesa. Esos temas pueden ser abordados desde la perspectiva de las ciencias sociales como la psicología, la sociología o la antropología, son teorías. Yo no soy teórico” refutó enfáticamente Barrientos.
Paños fríos, cliché del momento álgido se podría decir lo que fue la intervención de Gary Daher, otro conocido entre las letras del país. “Todos somos ficción, nos narramos. La realidad es una ficción derivada del lenguaje”. En un sentido casi filosófico, Daher interpretó el lenguaje como dos dimensiones, “una la del lenguaje físico y otra el espacio del silencio; la realidad a través del lenguaje”.
Giovanna Rivero dio una respuesta inteligente indicando que la “enunciación del escritor no es determinante, puede escribir un androide. Habría que analizar las lecturas de la mujer como del hombre y no zanjar el tema con un no me interesa”, en alusión a las palabras de su colega Barrientos.
Villazón dijo que “las escritoras son conscientes de su ficción, de sus cuestionamientos; que el hombre en cambio no se plantea”. Terminó preguntando cuáles son las subjetividades plasmadas en la narrativa masculina. Complementó luego Rivero, usando una frase de Walter Benjamin quien hablaba de “un aura femenino”.
Villazón hizo hincapié a que “cada autor busca estéticas para la subjetividad de la narrativa”.
Al final fueron vanos los intentos por retomar el hilo del café literario. Cerrando con una interrogante, la moderadora Claudia Bowles enunció que se debería realizar un nuevo planteamiento del lenguaje a partir de la lectura. Determinar ¿cuál es el uso del lenguaje en cada uno de los géneros (femenino / masculino)?
Luego los autores invitados leyeron breves fragmentos de sus obras publicadas, empero no sirvió como consuelo a los asistentes. Por un momento le negué la razón a Saer, Piglia y Barrientos.
PALABRA DE HOMBRE
Sutil título elegido para dar una respuesta tentativa, autocomplaciente, que quizá sea objetada por el otro género. Espero nos brinde consuelo también.
Revisando las repercusiones del café literario, reproduzco algunas frases de los comentarios vertidos por Emma Villazón como Giovanna Rivero, a razón de la búsqueda de respuestas del tema mentado de la noche: ¿es la mujer una ficción?
Rivero, en su blog personal Dark Paranoid Park tituló ¿Literatura femenina? a una entrada fechada el domingo 11 de octubre. De todos los fragmentos, decidí publicar el siguiente (desde la subjetividad de mi elección):
“Si lo que estorba es una cierta tendencia a volver a los determinismos tipo los negros escriben sobre la negritud, las mujeres sobre sí mismas, ¿los varones? Sobre el individuo y el estado?, quizás valga la pena aclarar que negar con el silencio o las muecas de asco las posibilidades de esta zona (y sus registros, voces) de creación es una actitud todavía más determinista: si no lo digo, no existe. ¿Supondrá que verbalizarlos en un discurso es reconocerlos? ¿O que lo hace a uno un escritor menos “serio”, una escritora no tan “superada”? Si es así, entonces, ¿será tan fácil poner en la agenda de las preocupaciones literarias el tema de la escritura femenina?”
En cuanto a Emma Villazón, la poetisa prefirió hacerlo por un canal colectivo, a través de la red social Facebook, publicando una nota con fecha del 12 de octubre, titulando el texto Sobre el coloquio Puntos Cardinales, del pasado jueves, organizado por el Centro Franco-Alemán.
Emma profundiza aspectos varios que quedaron sobre el tapete y entre tantas elucubraciones pude extraer dos citas que aluden a su obra, el poemario Fábulas de una caída. Villazón dice: "lo único que podía decir del poemario era que se trataba de una conciencia que no podía vivir conciliada con el amor ni con el paso del tiempo" y luego dice "reconozco que el libro está encarnado por una voz de mujer y que sus decires son casi piruetas en el terreno de un extrañamiento doméstico".
¿Acaso no era mejor explorar la conciencia, quedarse ahí y no contaminarse con la idea del género?
Con respecto al desinterés de Barrientos sobre la literatura femenina como construcción de ficción, el autor quizá se equivocó al referirse a las ciencias sociales como un abordaje para tratar dicho entuerto. A mi parecer, la epistemología como las otras ciencias, se construyen a través del conocimiento para el conocimiento, un lenguaje adverso al descrito en la literatura. Objetividad versus subjetividad claro está.
Luego de leer 14 comentarios que escribieron sobre la nota de Villazón, reproduzco uno de ellos, el último al momento para continuar “stand by”.
“Si los autores masculinos habrían hablado del tema ¿se resolvería el problema hoy? Ignorar el tema del género no fue un favor peor una provocación para que las mujeres sigan con la lata.
Sabemos que existe una literatura femenina como masculina si solo se reduce a hombres escriben para hombres o viceversa, como hombres para mujeres y viceversa, ambos se narran.
Si la discusión era por aceptar la literatura femenina como reivindicación de derecho, hemos pateado oxígeno.
Reitero el tema de la conciencia de la que hablaba Emma, su exploración y punto de partida para la construcción de ficción; conciencia que apela al sentido estético de narrar pero no para terminar reconociendo la genitalidad de uno mismo
Voz femenina, voz masculina no son parámetros para valorar el signo literario”
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