Algo perfecto para este sábado azul. En este texto, Julia comparte con nosotros su lectura de la antología de no-ficción a cargo de Maximiliano Barrientos y de Liliana Colanzi, Conductas Erráticas: una lectura personal y cómplice que analiza las sincronías y recurrencias de las errancias, del valor simbólico de las fotografías, de los desplazamientos que suceden en el libro. También este texto apela al recurso de la crónica: letras surgidas de los pensamientos con y sin rumbo que provocan una mudanza, un traslado.
por Julia Peredo Guzmán
“todo lenguaje es inútil cuando se trata de decir la verdad”
Angélica Lidell
Comienzo a leer el libro como comienzo todo: con desconfianza. Pienso: ¿escriben los albañiles sobre lo que significa ser albañil? ¿Los electricistas? ¿Los pintores (incluidos artistas plásticos)? ¿Los ingenieros crean estructuras que metaforicen su profundo amor por la ingeniería? Algo de histeria, de ego tenemos los que no podemos andar sin pensar en lo que somos, en lo que hacemos, en lo que quisiéramos estar siendo para nosotros, para los demás.
Al pasar la página miro las cicatrices recientes: dedos machucados por estantes cargados a la rápida, cortaduras del cuchillo de pelar cables, de las astillas del suelo recién estrenado por este libro que se apoya en él mientras me echo en la alfombra (todavía envuelta y pertinentemente roja). Después me gana la evidencia: también están las cicatrices de hojas de papel en blanco, las uñas mugrientas de mina de lápiz. Pienso. Por qué se escribe. Qué se puede hacer. Beckett: hay tan poco que hacer que se hace todo, todo lo que se puede. Se me viene la imagen de mi abuelo absorto durante horas frente a una de las novelas de la torrecita que renovaba cada jueves en su velador, los ejemplares que a los nueve tenía que cambiar de tapas porque “no eran para mi edad” (inolvidable y definitivo: De amor y de sombra con la tapa de Ilusiones), las noches en vela con una linterna debajo de la frazada para no ser descubierta, las interminables enfermedades que me mantenían aislada con un suero en una mano y un libro en la otra a salvo del cariño tosco y la violencia de un lector insaciable de periódicos que a diario sus dedos ensuciaban mientras masticaba estruendosamente (mi padre se comía literalmente toda la prensa nacional).
Recuerdo y reconozco en cada página el paso de una misma urgencia. Algo íntimo se filtra entonces desde la primera crónica leída. Con alivio confirmo la refutación del prólogo: nada de lo que leo me recuerda a un reality, la realidad está allí como siempre, en una ficción continua y compartida, una percepción ajena que se me presta y me adopta en este preciso trasnoche escapado del trabajo pendiente, del cansancio de la semana, de la ansiedad de estos domingos que son como adelantos de navidad.
Así descubro a Jimi, al mismo tiempo tan copiado y tan auténtico en ese gesto al que toda adjetivación desvirtuaría; y algo más que una coincidencia me pianta un lagrimón al leer la crónica de R.H. en extraña complicidad con la de M.B.: como si de pronto el que sale a caminar, al doblar una esquina, dejase la calle vacía que el otro quiere fotografiar. Con el cocodrilo de fondo, que si bien no es el de Peter Pan tiene un segundero que se escucha clarísimo (de aguas benianas, tal vez), voy avanzando a remo esquivando los restos de una casa que flota en pedacitos de memoria, me dejo llevar por la corriente y el cambio de matices, chapoteo en el agua rojiza de dos adolescentes de un río lejano, mirando siempre de lejos la violencia de personajes frenéticos y atípicos: ahí las Malditas Dinamiteras cantando postpunk cumbiero, el Mono (con navaja), un pirata de camino, una monja budista, un fundamentalista del proceso de cambio, una treintañera afecta a los martinis… finalmente naufrago hecha un nudo por dentro en ese silencio típico de los empecinados, el mismo en el que confluyen todos los libros, las sinfonías, las confesiones, las omisiones. Me quedo ahí, con la ñata al ras del agua, esperando acaso una mano salvadora, un timbre del teléfono, un mensaje, una respuesta, pero la tarde se me derrite encima dejándome como un Tántalo con comentarios que se caen de obvios pero no se dejan alcanzar.
Desafío mi falso castigo. Enciendo la lámpara con fuego robado. Escribo.
Conductas erráticas: la mudanza, el abandono, la reinvención, la intención, el otro que uno no pudo ser comparten un mismo sentido: algo nos muestra aquello que no ha sido, que no (se) es, algo que (se) está dejando de ser. Los padres envejecen, las casas nos sobreviven, la música cambia; queda la ausencia, la memoria, el espacio vacío de lo(s) que aquí estaba(n). Algo parece entonces dibujarse en la búsqueda de una posibilidad de permanencia, de existencia, de adopción que los autores pueden hacer sólo a través de su lenguaje.
La vida está en otra parte, es otra cosa, dirá Kundera: todo hombre siente añoranza por no haber podido vivir otras vidas más que esa única. Lo que trasluce de todas estas crónicas, estos motivos no enunciados más que como circunstancia, no es el sentido “mágico” de quien se refugia en la escritura para poder vivir todas esas otras vidas; sino, al contrario, el de la marcar huella de una errancia, reconocer que el asesinato lo cometen otros, que este crimen es otro, que quien se consume a través de las páginas no será otro cuerpo que el de el escritor, la escritura, la circunstancia siempre tardía y agonizante, que se comparte siempre en diferido.
Así, todas las crónicas en juego comparten el gesto primigenio de Orfeo frente a su Eurídice vista y esfumada: Los espectadores abandonan la esquina de Jimi, la hoja queda en blanco, las calles se vacían, una amiga se pierde en la distancia, una ideología se desdibuja, una esperanza de país queda en vilo, una conversación no se da nunca, Pantalón Azul y Polera Roja surcan las aguas donde un cocodrilo se ha tragado lo último que quedaba (me retracto: quedan ellos, el barco, la imagen). En todos la sensación de haber vivido algo a punto de desaparecer.
No en vano cada texto es precedido y visitado por una fotografía, esa imagen que produce la muerte al querer conservar la vida a decir de Barthes, quien concibe la fotografía como una contingencia repetida que al mismo tiempo es viva e inexistente, real y pasada: detrás de su imagen sólo la muerte. Algo que ya no existe está aquí, no como un testimonio de lo que fue, no un registro, sino una existencia nueva, que tiene en sí misma a la realidad encapsulada, un tiempo distinto que es ahora, pero ahora sabiendo que todo ya ha sido. De ahí el vértigo, ante lo que no es una representación, de lo que se reconoce, de lo que nos expulsa, de lo que conocemos y ya no existe.
Algo así hay también en el gesto de Aristóteles expulsando a la escritura en defensa de la memoria, de la verdad, de lo reality del asunto. Toda intimidad, toda confesión, nos deja fuera, establece un vacío una distancia, otra vez Barthes: un contrarecuerdo. Como los sueños reconocidos por Pavese, el lector está a merced de esta realidad que re-ocurre en otro lugar del discurso. Como el escritor que la produce, no podrá escoger, se verá a merced de esta circunstancia real que da la ilusión de ser compartida.
Se hace evidente, irreversible: el vacío del encuentro no se llena, uno adopta una intimidad que siempre le será ajena, este desencuentro en tiempo y espacios al que la escritura al mismo tiempo remite y hace presente sólo se “resuelve” escribiendo, contando, preguntando, calmando lo que sólo generará un nuevo vacío, acaso el sentido mismo de la continuidad de una escritura amenazada de desaparecer, que decide irrumpir con su imagen patente en la vida de estos cronistas. Este inexistente no es pues, con precisión, una nostalgia ni un deseo. Es más bien ese paso de la escritura (por aquí pasó la pluma) en el devenir de las cosas que pasan a pesar de ella, atravesándola al mismo tiempo que se forman de ella en su inasible paso de clepsidra, sentido inicial de la escritura, pero también de la existencia en sí.
Algo hay de insuficiente en esta comprensión cuando una suelta el lápiz y cierra el libro sobre la alfombra doblada. Algo se pierde en la penumbra del círculo dibujado por la lámpara en el papel de este lunes que se hace cada vez más obvio. Algo quisiera decir sobre este libro. Algo que ya está escrito, ya está enviado, algo que me obliga a cambiar de rumbo, re(des)hacer el traslado, irme de aquí.
25 comentarios:
¿vio, barrientrotsky, que había que tenerle fe a la Julia? claro, sus honorarios (los de ella) son elevados, pero buee.
¿así que comienza los libros con desconfianza? a mí me pasa al revés: les entro con total buena voluntad. y les doy quince páginas de gracia.
que vaya un gran saludo a los responsables de CE: la Antologatrix y Maxi: todo un honor haber sido tomado en cuenta.
[¿cuándo sale el volumen II?]
kampai!
PD. oye, Julia, ando intrigado con eso de la cholita más hermosa del gran poder [je, je, min interior no duerme]. dale, contá algo.
ruborizada y sorprendida...
el que calla otorga ¿no don Cuervo?
Con desconfianza comienzo los libros, y a la página quince o a la tercera clase me hundo o me escapo (auqnue rara vez dejo de leer, es el sino cochala: nunca dejes nada en el plato, hay chiquitos que no tienen ni qué fumar...)
Mire usté donjuan... ¡está más informado que james Lipton!!
estuve pues en el congreso, preguntando a la academia qué anda pensando de los jovencitos aquí presentes (ya les iré contando las respuestas...)
El título de la ponencia está mal y anunciado en otra mesa... Es "la cholita más sabrosa" . Bajo esa máscara estuve un remoto 2006 bailando morenada para tener (y dar) de qué hablar.
Como curiosidad, el textito tal vez pronto sale en un blog peruano del que aún no sé el link, pero le aviso por acá, dado que sólo hablamos por interpósita persona...
¡¡halagada, halagada!!
feliz del posteo luego de la depre postlibro.
Saludes
P.D. ¿qué fue de esa primera pregunta? ¿ya me estaba deshauciando el dueño de casa?
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te adverti: aca el ke calla otorga. claro, suena feo la pregunta de juan. eso de la fe se refiere a ke yo pensaba ke su aporte al blog iba a ser unico. y por suerte no. ya tenemos dos!!
che, ke es eso de la cholita mas hermosa del big power??? no vale pues hablar excluyendo a los neofitos!! contad!!!
asi?, hay opiniones sobre nosotros en el titanic academico???? vaya!!!de ke calibre seran????
agradecidos todos por la onda de leer el libro y opinar al respecto.
abrazos
Son tan idénticas las noches en Lapa Lapa que, hete aquí, me he hecho fanático de los chismes. Van a tener que contarme de qué van estos asuntos que comentáis: cholitas sabrosas, academicólicos y jóvenes-hitos.
Sí, estoy tan chimentero últimamente que sé que se rumora (como hace un par de semanas incluso salió en NSA) que la longitud de mi desaparición se debe a una inminente postulación política. Cosas inevitables en este orden de la existencia, aunque -con el internet asaz próximo- estaré más a menudo de visita por aquí.
En fin, excelente y muy querible reseña del libro de crónicas. Crónicamente incomunicado, no me lo he podido conseguir todavía. Es difícil deshacerse de las suecas hoy en día. Peor querer aguantar el invierno en otro lugar que no sea entre los vellos de sus extremidades.
Saludos,
será posible seguir la corriente errática ergo eterea??? permanecer y desaparecer, estas crónicas rozan lo gonzo (destaco: tellería y barrientos fernando), detesto el grado confesional casi pajero (colanzi, paz soldán)
errática la trivial dicotomía de titular antología boliviana (escritores bolivianos que escriben en bolivia???) cuando una parte de sus experiencias fueron acaecidas en otras latitudes (llorenti, devia, paz soldan, whatever, me niego a pensar que la nueva narrativa o búsqueda estética de un estilo literario en bolivia sea un retrato efímero de la vivencia, parece que por fin trascendimos la intrascendencia, salud !!!
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holy frank!!!! aparecio!!!! un alivio saberlo vivo en su inefable Lapalapa. oiga, no de pues mi direccion para ke le envien cosas por el correo: el otro dia llego a mi casa un pakete desde suecia con clazones usados y otras eskisiteses rubias. no jodaps don frank!
vaya, el dr thompson vive no solo en nuestros marchitos corazones!!! se ve ke el autoescopetazo no fue suficiente. me parece que yo no podria opinar objetivamente sobre CE, lo banco a muerte con sus defectos y virtudes. a ud. igual mi entrañable Dr. Gonzo igual.
No me diga que usted tiene mi bomba sueca. Se parece algo a este aparejo: http://tinyurl.com/635bgq
Si responde afirmativamente, pasaré a buscarlo (a usted, no la bomba, que no es mía sino de una amigo) mañana mismo. Espero, nada más, no se haya atrevido usted a usarla.
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ni a usarla ni a olerla, kerido frank. el pakete lo abri pa ver si no era bomba. era peor.
ah, ese hunther(!!!) me dejo picando, hmmm, me parece ke lee con pil cortada. hacerse del nombre del Dr. asi por asi me parece sacrilego. ke se le va a hacer.
Bonita y estilizada lectura. Una lectura de un libro de crónicas que es en sí misma una pequeña crónica o un guiño íntimo o un comentario muy personal. Con referencias mitológicas y geográficas incluídas.
Como si estuviera uno allá en esa alfombra roja leyendo C. E. (así le dicen por aquí, creo) y mirándose las heridas de la mano.
Y me encantaría seguir haciéndolo, pero cómo hablar más de la crítica sin tener siquiera el libro en frente. Ay, cómo carcomen por acá ya las ganas de leerlo!
Y bueno, amable espacio al que uno entra después de limpiarse los zapatos en la alfombrita de entrada! Estuve husmeando por aquí y por allá y me parecen muy rica la decoración y lindamente iluminados los ambientes, en esta casa de cuervo donde hasta los famosos escriben (Hunt her???).
Seguro voy a pasar muy seguido.
Saludos y fuerza en el camino
sebastián
No se quede con la pica pues Don Cuervo!! hunt herr ha entrado con patada voladora!!
Pero dado su silencio, las damas primero...
Shünnnen Huntherr:
Mi pregunta: ¿tiene la literatura boliviana que estar ambientada en latitudes específicamente bolivianas y adquirir un hermoso color local para ser tal?
Vaya che, por otro lado este es un libro, representativo, sí, pero nadie aquí se está autocalificando como usté pretende ¨la nueva narrativa boliviana¨, si bien una búsqueda estética va más allá de una coincidencia temática, o de intenciones.
Pero, más importante que todo lo anterior, atendiendo a su negación ¿cómo es que debiera ser la nueva narrativa? ¿en qué sentido boliviana?
no es una sacada de pecho, sino mas bien una curiosidad genuina para poder entender desde dónde habla.
Santé.
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Negra, ud. expreso justo lo ke keria decirle al tal hunt-her. a patadas voladoras llaves judo-zen. hay argumentos y argumentos.
Sebastian: esta es su casa, pase cuando kiera.
yo creo que es bien fácil zanjar la cuestión ésa de si un libro es boliviano o no, aunque éste hable de las tragedias que sobrevienen a consecuencia de la escasez de rinocerontes: basta poner una escarapela en formato calcomanía desplegable en la tapa, bajo el logo del sello editorial.
¿no ve?
incluso podría haber dos ediciones: una, con escarapela tricolor; otra, con vistosa y polícroma whipala.
por supuesto, la condición esencial es que quien compra el libro habrá de ponerse la escarapela en lugar visible de su indumentaria mientras lee el libro en cuestión.
y se acabaron las disputas.
jaku ripusun, waways
¿Y recién avisas que el programa impreso adolecía de errata, reseñista-con-nombre-de-mamá-de-Lennon? ¡Estuve toda la semana en la sala Ruck esperando tu ponencia! Maldición, eso me pasa por tomarme los impresos al pie de la letra. Para colmo, (a) en Sucre el invierno se vino con todo y (b) por esperar, me perdí la visita a la fábrica de chocolates.
En fin, ya me sospechaba algo erróneo (que no errático): yo era el único ahí. En esos álgidos instantes de desespero provocados por la inútil espera me decía a mí mismo: “Rubén [cuando me doy al soliloquio suelo dirigirme a mi alter con tal nombre], si bien los congresos académicos no gozan de los favores del gran público, no creo que sea para tanto”. Pero igual, no asomaba un alma. Y yo ahí, acurrucado, esperando la ponencia.
Ahora, si ya lo de “cholita más hermosa” sonaba, por decir lo menos, bastante interesante, lo de “más sabrosa” me estando empezando a poner nervioso. Sépase disculpar la grafía temblorosa, tartamuda, de aquí en más.
[Entre nos, yo una vez bailé morenada: en serio, fue para el carnaval del 2000, en Oruro. Llevaba como dos semanas en un solo trancazo, casi sin dormir y en la deriva temulenta me hice amigo de la gente de la Morenada Central, así que acabé en la entrada del carnaval, con mi poncho de alpaca, mi sombrero y matraca en mano, bailando. Muy loco todo (imagínate tú, Robocop bailando morenada –nuestro país es muy generoso). Pese al trancazo, me acuerdo bien y es uno de mis hitos personales. Por esos días se habían puesto de moda dos canciones: una la que va “Por esa boquita mentirosita, me estás volviendo loco poco a poco” y la otra, “Ahora que tenemos, ahora que tenemos, bien le cascaremos”. Por la banda Poopó, no te puedo contar lo que era bailar eso. En fin, vez que escucho “La mentirosita” mis hombros empiezan por sí solos a moverse --pero sin poncho ni sombrero no es lo mismo].
Bueno, a otras sabrositudes:
¿Qué pasó, Frank? Me ha llegado un email de la embajada danesa: lo están buscando. Al parecer, según he podido traducir, habrían alrededor de 132 danesas que claman (y/o exclaman) haberse casado con usted. Algo así. Créame, LapaLapa ya no es seguro. Raje, turrito, raje.
Ahora bien, he seguido el link que puso en comment anterior. ¿A esos artilugios apela -en estos días- para azuzar su hombría? Qué bajón, caramba --otro mito nacional que rueda por el fango.
El tiempo es cruel, nada que hacerle.
Sebastián, te acompaño en tu dolor: yo también estoy esperando me llegue un ejemplar de CE. Empiezo a sospechar que el cartero leyó la reseña de Julia y se lo ha incautado.
¿Algunas novedades sobre la literatura contemporánea de Estonia para comentar? (je!)
No lo puedo evitar: imaginar a Fernando dado a escenas de pugilato es demasiado cómico (¿patadas voladoras, llaves judocas, uppercuts, jabs y demás? Yaaaaaaa. Es mamada, ¿no?)
Me censuraron el comentario anterior! No pretendia ser ofensivo de ninguna manera. Quise nada mas mostrar una brecha generacional obvia que la semana anterior se hizo mas obvia todavia y que puede resultar inquietante dilucidar. La misma semana se presentaron en el espacio patiño "El exilio voluntario" de Ferrufino y "El lugar del cuerpo" de Hasbun. El mismo domingo se presentaron entrevistas a los dos autores. Son agua y aceite. Entre el agua y el aceite se mueve la nueva literatura boliviana.
JG:
Pues sí. La espera continúa y desespera. Casi no hay cómo explicar esa conducta (del cartero), que lo lleva a uno a errar por blogs, periódicos y portales que ofrezcan noticias y crítica sobre el tema.
¿Literatura contemporánea de Estonia dice? Uy! Ahí nunca llegué. A ver si algún día.
Un saludo
sebastián
Vaya, qué raro, tenía entendido que eras un gran fan, un scholar, de tal literatura. Vale la pena visitarla: así sea para entender que hay más cosas en el mundo que Harry Potter y Roncaglolo. Mientras llega el cartero, un par de sugerencias:
Uno de los mayores nombres en los últimos años es Zhif Torensibar (sus fans, oscuramente, lo llaman Qhoro Phantoid). Su más reciente proeza, hasta donde sé, es haber recuperado el Kalevala finés y haberlo narrado en prosa (sin alterar el ritmo de las frases), en urdu y bajo la forma de videojuego. ¿Suena como un programa ambicioso? Lo es. La aguda escuela crítica post Lotmaniana (bajo el ala del tan severo como cachondo Naqho E. T. Khabaria) se hizo un festín con las indecidibles figuras del Jugador y el Programador que, en pase perverso, inquietante, inserta Torensibar. Sobre el recorrido mitológico del original (¿siglo 7?), que está intacto, las posibilidades de escritura del jugador se ven limitadas por lo previamente escrito por el programador, cuyo nombre cifra, en verdad, una serie ilimitada de opciones de recorrido textual. El jugador reescribe sobre el marco de lo ya escrito, por medio de envíos que Zhif denomina xods. La escritura del xod es el marco preferencial porque reescribe de una forma predeterminada la historia, transmutando, en riesgosa estrategia nietzscheana, los valores tradicionales, burgueses, de Bien y Mal para el mundo de los videojuegos, trasgrediendo ese espacio ya delimitado por la prohibición de contar una historia heroica desde el lugar de los villanos preseteados por el acontecer histórico. Darle la posibilidad al jugador de asumir la primera persona del bando vencido implica una resistencia al consenso que al considerar al vencedor como garante de una interpretación que se presume no falsable (“velada nostalgia stalinista”, ha dicho Zizek) no permitiría nunca ese permiso para encarnar en el vencido y así al menos a nivel simbólico, reescribir la historia (“Trabajo cansador rehacer la guerra” dice en una nota al pie del Programador). Y no sigo, para no delatar al mayordomo.
Y por supuesto, tenés que leer a Sasha Kuszenhoff.
[sigue abajo]
Sasha Kuszenhoff es una de esas figuras que por poco exceden las posibilidades de la imaginación. Uno podría decir que es "compleja", pero ya se decía eso de ella cuando cumplió 5 años, y ése fue su periodo infantil, de aprendizaje. O sea. Poeta y mística (su Gefordert Tagebucher, que compendia su vida secreta entre 1982 y 1997, cuenta el proceso por el cual Hildegard von Bingen tomó residencia en su cuerpo –el de Sasha, esto es), revela una notable influencia de los rusos de fines del siglo 19, esos condes tan preocupados por las masas vienesas. Influencia ésta que Kuszenhoff usa para describir con minuciosidad puntillista los procesos sociales que desde hace un lustro se llevan a cabo en Ulan Bator. Delirante, sí. Pero es Sasha.
Se dice, sus enemigos, que no son pocos, ventilan estas cosas a través de sibilinos contactos con Occidente, que a ella casi se le soltó un patín luego de la extensa temporada que pasó alimentándose exclusivamente de licuados (“vitamínicos”, los llama ella en el citado Tagebucher) de algas, setas y hongos (variedad San Petersburgo).
Se dicen muchas cosas. Pero lo cierto es que su Kollajewerke (editado en inglés como Quilt) es una obra maestra sólo comparable al Zettels Traum de Arno Schmidt. Nada menos, sí. Para decirlo rápido, en esa übernovela, Sasha materializa el gran sueño de Benjamin: la novela hecha enteramente de citas. Es abrumadora, insolente, asfixiante, y oscura (en el sentido más estonio del término). Genial, en suma. El mismísimo Zhif Torensibar, en un momento de generosidad (raro en él) dijo de este trabajo de Sasha Kuszenhoff(traduzco como mejor puedo): “podrá desaparecer toda literatura, todo documento de la aventura de la imaginación humana, pero sí sobrevive el Kollajewerke sería posible para una inteligencia futura reconstruirlo todo, palabra por palabra, desde El libro de almohada de Sei Shonagon al anónimo Atau Wallpaj p´uchukakuyninpa wankan”.
Una literatura relegada, olvidada, pero notable, pues.
En mi última visita a Zlin tuve la suerte de encontrarme con gente de la EKT y me hablaron mucho de Kuszenhoff, por quien se guarda enorme admiración en dicho país. Pero también me contaron de Indrek Jäggi, de quien se dice es el Jurguen Nash estonio. Resulta que este sujeto solía dedicarse a la, eternamente lucrativa (y legal en Europa del Este), industria del “entretenimiendo adulto”, tanto así que era uno de los más reputados practicantes del irrumatio. Entonces, cuando todos lo hacían una especie de Rocco Sifredi local, el tipo se manda su –celebérrima a este punto– “Ardu erakont kohaselt” (publicada en inglés como “The dormant lodge”, aunque la traducción del título no condiga al contenido), de la que Terry Eagleaton dijo se leía como si Henry Fielding estuviese parodiando a Karl Popper. Evidentemente la calidad literaria de ese trabajo es innegable, y el desparpajo con el que desmonta la filosofía accidental es soberbio, pero dado su “curriculum” previo, Jäggi no consiguió convencer ni a los críticos (de aquellos mid-nineties) ni a los literatos, que básicamente rechazan todo nexo con él. Su obra, sin embargo se traduce al inglés y al rumano. Probablemente decepcionado, Jäggi desaparece por completo. Se esfuma, así, de un día para el otro –algo ahora imposible, seguro, pero sumamente realizable en 1997, peor en Estonia.
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Esto que le cuento no lo sabía nadie, pero resulta que Jäggi se había inventado una carrera de músico en Francia, donde fundó la banda Guerrilla Poubelle y se había hecho de un nombre relativamente respetable en la nueva escena rockera franchuta. Incluso fue el productor del dueto entre Lee Hazlewood y La Grande Sophie. Y hasta ahí todo perfecto, hasta que Anneli Mihkelev recibe un email (ya hablamos de 2006, claro) de Jäggi –para entonces rebautizado Erik Leht. Y le cuento esta anécdota con tanto detalle, Juan, porque ya ha cobrado estatura de mito nacional en Estonia; en el referido email no había texto alguno, salvo un archivo adjunto. Se trataba de una extensísima novela, que era un verdadero programa de rebelión transgeneracional y la refundación brutal de la tradición literaria Estonia. Así, sin exagerar me lo dijeron mis amigos de la EKT. Y yo les creo.
Usted sabe que mis conocimientos del estii son tan profundos como mi dominio del macramé, pero si no me equivoco el título de la obra es “Tahtetuse piinlikkus nähtavasti“. En ella Jäggi, en la persona de Leht, construye un texto compuesto por innumerables relatos que van colisionando en tiempo, voces y espacio, ligados todos por la figura de Johannes Vares Barbarus. Este sujeto, en realidad pasado presidente estonio y todo, aparece en la novela –ante ojos de todos sus compañeros escritores– como el Jesús de la literatura estonia, y todos esperan que se mande LA gran novela. Pero nada, el tipo resulta ser casi un Dude de sus tiempos, y prefiere empastillarse y jugar Play Station, viviendo de una infundada fama antes que escribir nada. Y lo genial es que este nuevo Barbarus no habla sino empleando reversiones paródicas de textos clásicos estonios. (Paródicas por el “set and setting”, no porque el tipo le cambie una coma) Sí, incluso cuando (hecho un Wojaczek) se tira un plato de sopa por la cabeza. O cuando, entrevistado por la televisión alemana, no deja de rascarse las pelotas hasta que se duerme. Una genialidad, un character study inmisericorde del personaje del “escritor” en Estonia. Y nada menos que empleando a un viejo héroe nacional para hacer eso.
[sigue siguiendo]
Evidentemente el manuscrito comenzó a circular, celebrado por los que antes repudiaban al ex pornstar (pero hoy amaban al genio importado de Francia, al divino Erik Leht); pero cuando la novela ya tenía fecha de presentación y todo, Mihkelev le vuela la chapa a Jäggi (la versión oficial dice que accidentalmente, aunque hay sórdidas historias de añejas envidias y rencores, tanto como presiones políticas), y listo. Se pudre todo. Chau edición y la novela se transforma en inhallable objeto maldito. A pesar de que Kaur Kender (a quien hay que tocar con pinzas) lo haya defendido muchísimo, incluso procurando su edición en el extranjero antes que en Estonia, la novela jamás verá la luz en ese país. Y nada, en pleno vórtice de la polémica, Jäggi volvió a desaparecer. También Leht. Y todo lo que ha quedado es un documento de Word que nadie quiere editar, pero que muchos –yo incluido, como seguro usted– matarían por leer.
¡Ah las maravillas de la literatura estonia!
Frnk, Frank, Frank, veo que sus contactos transuralianos van más allá del trasegado de los fluidos de rigor.
¿Me creerá, sin embargo, que ha habido un error espantoso?
El asunto es con la literatura latona. Y se infiltró la estonia.
Que, por lo visto, no le va en zaga --digo, a juzgar por lo que pude entender.
Me intriga Jaggi, me gusta la [idea de la] novela imposible. Sea bueno, haga un esfuerzo y siga contando. Desembuche, caramba.
Celebro su reaparición. Y cuente, ¿como le hizo pa' eludir a los agentes aquellos que lo andan buscando?
PD. Me entero recién que Torensibar fue secuestrado por un comando finés hace un par de semanas. No le perdonan haberse metido con el Kalevala. Bono, dicen, está que no cabe en sí de la felicidad. La causa Rushdie ha perdido al día de hoy todo glamour.
The Free Torensibar Tour 2010 es casi un hecho.
Aparentemente Jäggi/Leht se habría dirigido a Indonesia, al menos eso dice un blog en el que juran haber encontrado -abandonado en el asiento de un ferry en Kuala Lumpur, en noviembre pasado- un ticket en el que se encontraba éste fragmento: ( http://yfrog.com/09karnakatemporaryj )
Tal textno no lleva firma alguna, pero el extenuante análisis grafológico al que someten el manuscrito, deja pocas dudas respecto a que el tipo que firmaba los cheques de "Astroglide Shooters" -a nombre de Indrek Jäggi, para la compañía audiovisual "Deepest Cu(n)ts", allá por 1994- es el mismo que compuso este breve poema. Aquí puede encontrar el extensísimo estudio, con todas las evidencias requeridas: http://www.lelkititkaink.hu/kapcsohlat.html
Sea como sea, sospecho, por lo terriblemente menor del intento, que es un texto apócrifo (además Jäggi nunca demostró interés por la poesía, salvo la vertiente "eruptativa" [sic por mi penosa traducción] que ensaya Johannes Vares Barbarus mientras recita el "Arbujad" -seguro armado de mucha gaseosa y un diafragma ciclopeo).
En fin, nunca se sabe. ¡Cuán bien se vendería un libro de entrevistas a estos autores estonios, caro Juan!
Saludos,
P.D.: Nótese la ironía. En estii no existe la B, es más bien una versión aspirada de la P. ¿Será esta la desaparición final de Jäggi? y perdone usted por las confusiones previas (letonas, laponas, latvias y demás, han tenido para mí -siempre- el mismo sabor). Ya le contaré, por línea baja, los detalles de mi evasión danesas, pero sepa usted que tengo suficientes dedos para todos esos anillos, y suficientes noches para todas esas anillas.
Estoy ligeramente embebido en alcolatums ahora, Krank.
Pero ya la sigo. Si puedo.
Mientras, os dejo un poema que cita Anneli en su celebrado estudio Kuus eesti luuletajat Ants Orase tõlkes. El autor es Doris Kareva (de quien se dice que inicio a Leht/Jäggi en la homosexualidad y la medicina alopática), tal vez el mayor poeta estonio de este siglo.
Andromeda, mandragora,
rhododendron, mandala,
dandy, candy, Cassiopeia,
Christiania;
mania grandiose, rosa mundi,
gloria!
laurel, laurel, coriander,
oregano, oleander,
Romeo and Juliet,
androgyne and salamander,
Magnus Alexander.
Sirius, strings, viola, tequila,
Aeolus, Nile, iota, iota,
Oibibio, Iphigenia
Folder Manila
Kama Sutra, cabala, nits and gnats, newts,
maitresse, Mae West, Miss Universe,
misdeed?
Striptease, reprise:
Tantra, mantra, yantra.
Mater, mater dolorosa,
hosannah, rosamanna,
Asterix, crucifix,
aquarelle, parallel-Ariel,
el-el-el-electro-shock!
Deadlock.
Urdmurt, Buriat,
purple, jasper and pitch
Auschwitz.
Andalusian bitch.
Adenoid, asteroid, ecumenic
hypnoid.
Dalai-Lloyd, tomb and doom,
gloom, glum, jubilum,
drum, dumb,
dumb,
dumb.
PD. El título es Concerto strumenti
e voce (publicado en 1999).
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cómo se parece la vida literaria (y sus bambalinas) de los estonios con el quehacer ficcional en Gabón, Frank! No es que yo conozca mucho, ni poco, más bien nada, de la literatura gabona/gabonesa, pasa que vi, semanas atrás, un documental en la tele, que me impresionó mucho. Tantos y tantos mundos que ignoramos, sometidos por la presión de las multinacionales de la ilusión a seguir solamente lo que pasa en las metrópolis. Ah, Torensibar. Ah, Humanidad.
Nombre aquí, nombre allá, todo es muy igual. Así en la vida como en la fabulación. Jaggi, por ejplo, es casi un alter ego de Bumbum Manjkinee, quien no solamente goza del mismos status cult entre sus fans y sus nefans, si no que como apunta usted de Jaggi (que se hace pasar por Lerht), Bumbum supo hacerse fama de dandy con el alias Obie Txakom, durante el par de años que descolló como centrodelantero en el Saint Etienne (¿Cómo lo hizo? ¡Si el tipo no la ve ni cuadrada!). Y carga también con una novela maldita, que él hace imprimir cada tanto en el extranjero con ayuda de gente de las misiones humanitarias que sacan del país los negativos del libro escondidos en provincias anatómicas que evito mencionar (¿será por eso que Manjkinee dice practicar un realismo “ultrasucio”?). Son publicaciones privadas, personales, numeradas, cada una con un ligero chiche que la singulariza. O sea, más que libros, son fetiches, que halagan al comprador, pues lo hacen sentir que el autor escribió solamente para ellos. Cada ejemplar Manjkinee lo vende al precio que se le da la gana.
Kuszenoff es como el otro, el doble estonio de Wole N. Djbon. Por si no ha leído nada de Wole, ni le han llegado rumores de su leyenda rural (hay muy poco espacio urbano en aquel país), su idolatrada Bijo (creo que es su amor literario más duradero, ¿no, Frank?), la famosa epidemióloga y transpoeta post-post-estructuralista Elba R. Bijo, que ahora reside en un demencial asilo en Collons de la Costa (Málaga), donde se la pasa dibujando chanchitos que vuelan, le robó todo a Wole. Empezando por su receta de batido gabonés de mandioca (una suerte de somó, pero alucinógeno), bajo los efectos del cual Djbon pergeñó toda su obra --escrita, y esto es asombroso, en Lineal B cretense, formalizado en Cobol Plus, en chomskiano proceso de gramática transformacional formateado según la normativa de Schliemann. Bijo pasa de largo esos procesos formales, claro, y le sale algo livianísimo que la acerca mucho a Benedetti, razón por la cual, tal vez, a usted le gusta tanto. El licuado es la clave (y la llave), Frank. No quería decirle eso, pero se lo digo nomás. La distancia es amiga de la valentía.
La diferencia está, me parece, en las disquisiciones críticas. A diferencia de los estonios, los gabonales no tienen una Anneli. Qué va. Qué esperanza. Y es un lío. Al no haber crítica propiamente dicha, la literatura de Gabón se mira en el espejo de las elaboraciones adornianas de la Escuela de Djibouti (un país al que se llega después de caminar 5 años de un lado a otro del continente). Pero esa gente no tiene idea de lo que hace: vea, para empezar, que según los dons de Djibouti, Gabón y Gambia son lo mismo, tanto histórica como geográficamente, y que, por tanto, sus producciones ficcionales deben leerse como un todo. Grotesco, preposteroso, muy shanghai. Ante tamaño salvajismo, no extraña que titanes de la talla de Wole o Manjkinee sean casi desconocidos. Falta crítica, nada que hacerle. Es la queja milenaria de los escritores en Gabón. De seguir esto así, Gabón jamás tendrá su Gabo.
Trate de conseguir la entrevista que Djbon le dio al Corriere en 2004, toda la amargura y toda la lucidez de una vida entregada a La Letra cincela cada una de las frases. La última sentencia es un flash: “Ser famoso en Gabón, en Gambia, en Chad, en Senegal, es una peligrosa forma de anonimato”.
Es suprema su crueldad, Cuervo, al recordarme tan tristes errores de juventud.
Nos conocimos con Elba precisamente en un café cerca del Canal de Suez, en Port Saïd si no me equivoco. Habíamos ido ambos tras la pista de Elmer K. Masthrowe -el famoso poeta de la desolación-, que estaba encerrado hace una década en un sanatorio de El Cairo. Yo había notado el perfil entomológico de Elba mucho antes, pero jamás se me habría ocurrido que podía estar también buscando la traducción Copta del "Aeropagitica" que se suponía Masthrowe había encontrado. (Tal vez su único mérito, pues como poeta era tremendo zapatero) Y por ahí comenzó todo -o casi todo. Esa historia tórrida que tan bien conoce usted. Y que tan mal hace en recordarme.
Total, el tiempo es como un jet, se mueve demasiado rápido. If you see her, say hello.
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