domingo, 26 de abril de 2009

Retrato del artista desbarrancado

Es de sobra conocido el poder de provocación que tienen las novelas y las declaraciones públicas de Fernando Vallejo. Escritor del puro-afuera, de la raza de Céline, de Vargas Vila.

En estos días, la Cinemateca exhibe un documental sobre Vallejo y un tocayo chapaco del autor de La virgen de los sicarios, de apellido Barrientos, asistió a una de las funciones. Escéptico, más bien con mala onda, Fernando fue a la Cinemateca porque no había otro lugar para atenuar la fiebre de un sábado azul. Y se llevó una buena sorpresa: le tocó conocer la ternura que se agita al interior de un volcán en constante estado de erupción.

Y aquí nos cuenta sus impresiones.

por Fernando Barrientos

Llegué a la Cinemateca a las 16:40 y me topé con esa mala costumbre colectiva tan arraigada en esta ciudad, las colas. La primera función de La Desazón Suprema: retrato incesante de Fernando Vallejo de Luis Ospina era a las 16:45. Olvidé los audífonos en casa, imposible aislarse. Olía a rancio, y no eran las pipocas. “Todo lo que se pudre forma una familia”, dice el poeta Fabián Casas. Muchas familias y ruinas de esa institución decadente. Cuando llego a la caja y veo el reloj, hace rato empezó la primera función, resignado compro una entrada para la segunda, a las 18:30. Hice cola para algo que nadie quería ver, la gente estaba ahí por Dragon Ball Z, La Tierra, etc. Ya entiendo: el Purgatorio es una larga cola al Infierno.

Debo confesar que no sentía simpatía por Fernando Vallejo, lo cual me ha alejado de sus libros. Al empezar a leerlo resonaban las declaraciones que lo han hecho célebre y abandonaba el libro. Pero la intervención de Ospina me llamaba, porque había sido muy amigo del escritor caleño Andrés Caicedo. Ospina inicia el bosquejo de Vallejo a partir de una aparición pública en un congreso de escritores. Como un viejo Stone se dirige a los jóvenes, generación que vive una nueva vuelta de tuerca del Apocalipsis, y estos reaccionan ante cada párrafo provocador, ante cada frase incendiaria, como en un concierto: gritos, silbidos, aplausos. Pronto me pregunto al ver detalladamente la cara de Vallejo ¿dónde ya he visto esta cara? ¡Claro! ¡parece el hermano gemelo de Paulie Gualtieri, de Los Sopranos!. Ospina filma a los hermanos de Vallejo mirando viejas películas caseras familiares, Vallejo está ausente. Una frase: “pasar como el viento, y morir”. Toma de Vallejo hablando contra la familia y la concepción (la vida como una condena impuesta por los padres). Otro golpe de efecto: se oye, pero no se ve, a Vallejo leer un fragmento de su novela La Virgen de Los Sicarios y de pronto se le quiebra la voz y se larga a llorar y apenas puede decir ‘es que yo nunca leo lo que escribo, yo escribí mis libros para olvidar’.

Habla con Ospina sobre su período como cineasta, en Colombia y México. Suena el teléfono. Llaman de un programa de radio en vivo, le pasan con un “crítico” que ha publicado una nota donde pide la prohibición de la película La Virgen de los Sicarios. Luego de zarandear al crítico, y de paso insultar al entonces presidente de Colombia, cuelga, mira a la cámara y sonríe. Vallejo, que atrasa treinta años con sus críticas a la iglesia y demás poses, es escandaloso porque el contexto es pacato y obcecado. Vuelven a hablar de cine con pasión (‘para mí el cine fue un templo’) y Vallejo dice que el cine es el embeleco del siglo XX y que por eso pronto va a desaparecer tal como lo conocemos.

Imágenes para el recuerdo: Vallejo tocando piano; Vallejo diciendo que desde que es escritor no ha vuelto a leer ficción; Vallejo diciendo que los seres que más ha amado fueron su abuela y una perra, ambas muertas; Vallejo quebrándose, por segunda vez en la pantalla, cuando en una entrevista responde que estando en Italia se le ocurrió la idea para La Rambla Paralela ante la posibilidad de morirse allí y no en Medellín; Vallejo riendo desinhibido como un niño; Vallejo declarando que no va a volver a escribir nunca más; Vallejo cocinando para su perro; Vallejo hablando con fascinación de Barba Jacobs y Silva; Vallejo despotricando contra Gabo, Fidel, Newton, Darwin, Einstein con esa voz amanerada y cansada, siempre suave.

El éxito de documental de Ospina radica en haber logrado una especie de retrato cubista de Vallejo, capturando los diversos costados del sujeto: no sólo el Vallejo polémico y provocador, sino también el Vallejo íntimo, real, humano. Permite conocer al colombiano y comprobar que más allá de esas poses que lo han convertido en best-seller es honesto. Al fin y al cabo para entrar a ciertos lugares hay que dejar en la puerta las esperanzas. Voy a volver a leer a Vallejo con otra voz en la cabeza.

Título Original: La desazón suprema: retrato incesante de Fernando Vallejo (2003)

Dirección, sonido, guión, producción, fotografía: Luis Ospina (Colombia)

Edición: Rubén Mendoza

Duración: 90 min.



7 comentarios:

JG dijo...

Ja! El cachaco es idéntico al tipo de los Soprano.
(Que no se entere Tony)

El cuervo dijo...

:
si, si! jajaja
es igualito el gonorrea!!!
es un paulie con valuim, parce!

Frank dijo...

che, y tu icono es igualito al papanuel!

Editorial El Cuervo dijo...

:
jajajajajajaja, fukin frank!, jajajajaja

Javier Rodríguez dijo...

Mientras me voy a buscar en taringa, aplaudo:

"Ya entiendo: el Purgatorio es una larga cola al Infierno."

JG dijo...

y si, puede ser, Frank: es ese viejito que se cuela por las chimeneas y anuncia navidades.

"para entrar en ciertos lugares hay que dejar en la puerta las esperanzas". nada mal, Don Q. tanto asi que si yo creyera en los tatuajes borraria ipso facto el de "Recuerdo de Constantinopla" y me inscribiria este.

es que es nomas mejor entrar en ciertos lugares ligero de equipaje. las esperanzas suelen ser muy pesadas.

ecos dantescos, ecos kafkianos.
"la puerta se ha cerrado para siempre, si es que, en verdad, alguna vez hubo una puerta",
asi Bob en uno de los temas de su flamante disco ("Forgetful heart").

PD. ordene un poco las pasiones, Javier. pudiendo ir a la Cinematheque que tiene que ir a chequear en Taringa! (no me diga que la agorafobia sigue haciendo de las suyas, no me diga)

PD2. que fue de la vida del maistro Zu? se lo echa de menos.

Javier Rodríguez dijo...

Como es Juan!

No puedo ir a la Cinemateca porque vivo en Cochabamba, pues! De ahí lo de buscar en Taringa.

Lo de la agorofobia, aunque estoy en días más felices, es algo recurrente. Como admitir que la vida es duro, como dice Zimmy ("Life if hard").