lunes, 6 de abril de 2009

Hacia una estética del choreo (parte 2)

La penosamente desaparecida editorial Interzona publicó el 2006 El señor Maíz, de Washington Cucurto. Un libro bello y raro: a través de breves narraciones, diluyendo la frontera del mito y la realidad, se da cuenta de la formación de uno de los poetas más destacables de Latinoamérica. Los capítulos además preceden la presentación del primer libro del autor, el polémico Zelarayán. Ahora los dejamos con esta hermosa apología del delito literario, con este afano soberbio, con esta muestra de amor de un lector apasionado. Una locura bien loca.

¿A quién robé en Zelarayán?

por Washington Cucurto


¡A todos! Comienzo a garabatear mi precoz obra maestra de la poesía: Zelarayán, escrito por todos los muertos del ambiente, que son muchos y ahora me odian. Resentidos. Mas yo no veo la hora de terminar con esto. Soy claro: ¡lo mejor que hago es reponer verduras! Yo leía de todo y desparejo: Gelman, Durand, Lamborghini, Rojas, Millán, Cisneros, Lhin, Cardenal, Gerardo Deniz, Apratto, Nogueras, Zelarayán, Wilson Bueno, Lewis Carroll, Tom Sawyer, Martínez el nicaragüense, Desiderio, Girri, Arenas, Gambarotta, Elvira Hernández, Circe Maia, Perec, Schowb, Fogwill, Borges, Lemebel, Parra, Carrera, Perlongher, Casas, todo eso y más lo mando a la licuadora de mi cabecita cumbiantera, más un par de paraguayos y listo. ¡Nace una estética del choreo! Me doy cuenta de que el plagio, la reinvención es fundamental para una literatura del futuro. Entiendo que la diversión, el absurdo son las claves del éxito. Al primero que mando al procesador es a Ricardo Zelarayán, obvio, la primera víctima. También entiendo que todos son en el fondo escritores graves y serios. Yo le quito toda seriedad a la cuestión y decido mandar cualquiera. Le meto la mano en el poncho a Celestino antes del alba, de Reinaldo Arenas. Pero es difícil, ya lo dije en el posfacio de La Máquina de hacer paraguayitos. Para afanar hay que tener clase. El que afana es doblemente diestro que el que inventa. Ser creador es fácil, lo difícil es agarrar un molde y rediseñarlo. Tenés que tener la capacidad del que lo hizo y la capacidad de transformarlo. Copiar no es para cualquiera, es mil veces más difícil que inventar. ¡Yo desafío a cualquier escritor latinoamericano a que haga una obra maestra con este zafarrancho como yo hice con todos los bodoques de libros que leí! El último poema de mi libro Zelarayán: “Cantar del bondi en movimiento”, es una reescritura del Niño Proletario de Osvaldo Lamborghini y una frase que mandó una noche Daniel borracho sobre el mismo Osvaldo. Me doy cuenta al toque de que lo hago mejor, que el negro, en el fondo, no me llega a los tobillos y de que el único negro de verdad soy yo. Además nunca me cerró mucho eso de decirle “negro” a los blancos. Algo es cierto, él la hizo primero porque nació primero. ¿Qué hubiera sido yo si nacía en su lugar y él en vez de mí, ahora? ¿Estaría escribiendo esto mismo? El mundo está basado en un único procedimiento, aplastar al de abajo y sacarle el lugar al de arriba. Copiando, plagiando, choreando, pungueando, como quieran decirle, se conservan las ideas, las estéticas, las bellezas, robando hacés que eso se transforme en el tiempo siempre hacia adelante, por lo tanto el plagio es un contenedor de cosas y no permite que se olviden. Pos, ¿cuántas personas saben que Alicia cayó en un pozo? ¡Nadie, nadie! Y el pozo al que cayó Alicia es el pozo de nuestro ser, por eso yo ahora caigo en un pozo para que la idea siga firme en el tiempo. Caigo, ruedo, en el pozo del docki del supermercado y caigo a un lugar desconocido, oscuro, frío, debajo del Carrefour Argentina. Que me pasará, que aventuras me esperan. ¡Las que quieras o nada!

5 comentarios:

JG dijo...

ja, la carita de gato que se acaba de comer al canario que tiene Cucurto en la foto.
muy buena, Don Q.

(Diego Loayza) Oneiros dijo...

Yo personalmente creo que el arte es, y siempre ha sido, reinventar, releer, recrear, todo pero re... Tal su misterio, tal su grandeza. Esa es la condición que me permite afirmarme anti-posmodernista si entendemos por ésta tendencia la percepción de un popurrí de elementos "creados" durante la modernidad y el clasicismo. Como un niño ante un ídolo futbolístico, el artista se apoya en las imágenes, emociones y formas que admira en otro artista; como un niño, se lanza al campo de juego inspirado por las gestas y maravillas de su ídolo... quiere imitarlo, quiere ser como él, provocar emociones similares a las que sintió al contemplarlo en los que lo contemplan. Lo difícil, como señala este autor, provisto de una desbordante honestidad (valor infravalorado entre los rosqueros literarios y/o artistas-in), es hacerlo bien.

Añado al Cuervo en los links de "El Burócrata o la Salteña" y al mismo tiempo los invito a pasar para profundizar el relato.

www.pescotis.blogspot.com

Saludos totales.

JG dijo...

profundizar el relato???

(Diego Loayza) Oneiros dijo...

¿Cocinar el relato? ¿Sodomizar el relato? ¿Fermentar el relato? No lo sé... en fin, cyber-relatear un poco más.

El cuervo dijo...

:
un placer ciber-relatear con el diego

y claro esta en la genetica esto de la imitacion creativa, no?

Cucu es un grande, un Sr. Afanador. logra cosas increibles, mezclas imposibles, risas atoradoras, conflictos cerebrales.

otros grandes rateritos son tus keridos Mars Volta.

ke viva la cleptolangia!!!

elijo salteña